Vie 04.11.2011
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MARCHA DEL ORGULLO ESTE SáBADO, DESDE LAS 15, FESTIVAL + FERIA EN PLAZA DE MAYO

La consigna que abre las puertas

Cada marcha, como si la imagen en movimiento (que al menos hasta que cae la noche parece que va a ser perpetuo), necesitara de un subtítulo, hay una consigna. La de este año, ”¡Ley de identidad de género ya!” viene con yapa: “Nuestros derechos, el reconocimiento de nuestros hijos e hijas”. Algunos la ven y otros la ven sin verla. Al final se repite desde los micrófonos, en volantes, en carteles y suena como un mantra, como ruego y exigencia, todo a la vez. En la primera marcha de hace 20 años, el lema tenía un aire claramente francés: “Libertad, Igualdad, Diversidad”. Desde aquel día se podría hacer la historia de los avances y estancamientos prestando atención al tono y a las palabras elegidas para el grito: “Somos todos y todas maravillosamente diferentes”, decía pedagógica y bucólica la consigna de 2006 para ponerse igual de pedagógica pero mucho más concreta en 2007 con “Nuestro festejo es reclamo: Igualdad. Libertad. Diversidad”. Mucho más categórica y preformativa fue en 2008 “Voten nuestras leyes (matrimonio entre personas del mismo sexo e identidad de género estancadas en el Congreso)” mientras que en 2009 a las ya clásicas palabras revolucionarias se agregaba para oídos que permanecen sordos, el “No al Código de Faltas y Contravencionales represivos”.

“Vamos por más, Ley de Identidad de género ¡ya! y celebrar la sanción de la ley de matrimonio igualitario” fue la del año pasado, la primera vez que al orgullo se le sumaba la alegría. El trabajo de las organizaciones y cierta voluntad de escuchar a la sociedad de algunos sectores políticos permite suponer que la consigna de este año podrá estar entre los festejos del año siguiente. Detrás de estos dos grandes reclamos, asombra que este año aparecen otros nuevos, no asociados a primera vista con los que suelen salir de las llamadas minorías sexuales.

Educación sexual, libertad para decidir, justicia para todos y todas...

Quizás haya llegado el momento de distinguir entre un movimiento que defiende los principios de la propiedad capitalista y del individuo, y un movimiento realmente queer que valora la libertad como parte de la lucha por la la igualdad social. Un movimiento que lucha contra la homofobia, contra la misoginia, contra el racismo y la exclusión y que funciona entonces como parte de una alianza que se levanta contra los odios de todo tipo. La inclusión de los reclamos que aparentemente no son propios de la minoría lgbtt, arman una consigna nueva que como un subtitulado está diciendo, en nuestro idioma, que por ahí se abren las puertas.

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