RESCATE
A los homenajes que por todo el mundo se le hacen a Charles Dickens por los 200 años de su nacimiento, se suma aquí un reconocimiento a su mirada pionera sobre el amor entre mujeres y a la creación de una de las primeras parejas lesbianas del folletín novelesco: la solterona Miss Havisham y la bellísima Stella de Grandes esperanzas.
› Por Adrián Melo
Una de las primeras en advertir el carácter lésbico de la relación entre las dos damas de Grandes esperanzas fue la crítica feminista Sharon Marcus en su libro Entre mujeres. Amor, deseo y amistad en la sociedad victoriana, donde la académica destaca el hecho, hablando de la invisibilidad del amor entre mujeres sobre todo en esta época, de que siendo tan obvia la relación amorosa entre estos personajes rara vez los críticos literarios hayan hecho hincapié en ella. Cabe recordar que la señorita Havisham es uno de los personajes literarios más fascinantes y recordados de Dickens. Su oscuridad es tan siniestra que produce ternura. Es una solterona de mediana edad que fue plantada por su novio el día de su boda y que a partir de entonces se ha retirado del mundo a su mansión en ruinas y ha detenido el tiempo en el momento de la traición. Los relojes de su casa marcan para siempre las nueve menos veinte de la mañana, la hora en que recibió la nota en que el novio arrepentido y pleno de remordimientos le explicaba que no se casaba con ella porque nunca la había amado y que sólo perseguía su fortuna. El salón de su casa se queda con la mesa del banquete puesta, con los platos y cubiertos para los invitados que nunca llegaron tapados con el polvo de los años y el gran pastel de bodas pudriéndose en un lugar destacado. Miss Havisham se viste con el mismo traje de novia todos los días, pero no lleva el conjunto completo sino que sólo utiliza las prendas que sus asistentes habían alcanzado a ponerle hasta el momento en que recibió la nota de cancelación (el ramo de flores se marchita en una esquina y sólo lleva un zapato). Su figura adquiere rasgos fantasmagóricos, avanzando con el ruido de su paso desnivelado por la mansión ruinosa y arrastrando la cola cada vez más gris del vestido sobre la suciedad del piso nunca más limpiado.
El único contacto cotidiano de la señorita Havisham con el mundo es con una hermosa muchacha a la que adoptó luego de la tragedia de su vida: Stella. A ella parece haber quedado reducido el núcleo afectivo de su vida. El otro contacto con un ser humano es el que tiene periódicamente con Pip, el protagonista de la novela, que es contratado por la mujer para jugar a las cartas. Pero Pip parece tener otra función en la novela y en la vida de las mujeres de la sórdida mansión. A través de Pip, que se enamora de Stella, la señorita Havisham pone de manifiesto sus propios sentimientos sensuales hacia la joven. “¿No es hermosa?”, le dice a Pip a propósito de Stella en el primer encuentro entre los tres, y acto seguido coloca una joya sobre el agraciado pecho juvenil y el hermoso cabello castaño de la muchacha. La escena es de un delicado erotismo. “¿No está cada día más bonita?”, le repite en cada encuentro, a la vez que insta a Stella a destrozar el corazón de Pip, que está cada vez más enamorado de la joven. Por largos años, Stella rechaza y humilla a Pip porque fue educada sentimentalmente por la señorita Havisham para odiar a los hombres. En todo caso, durante toda la novela, la señorita Havisham es la gran rival de Pip por el amor de Stella. Para conquistar a Stella, Pip precisa derrotar a la señorita Havisham. Teniendo en cuenta que Grandes esperanzas es una de las novelas más complejas y agridulces de Dickens y lo mucho que todos terminamos amando a la intensa Miss Havisham queda en duda saber quién fue el verdadero ganador.
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