Vie 16.03.2012
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Censurada

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la muestra de arte Inapropiada/Inapropiable que iba a realizarse en Córdoba, en el Paseo del Buen Pastor (ex cárcel de mujeres y centro de detención clandestina durante la última dictadura militar), fue dada de baja, puesto que sus curadores Sofía Chaij y Juan Manuel Burgos no estaban dispuestos a aceptar la censura de contenido propuesta por las autoridades provinciales.

¿En qué consistía la muestra Inapropiada/Inapropiable?

—La propuesta de la muestra consistía en presentar al público reversiones y recreaciones de los dispositivos artísticos-políticos producidos por distintos grupos activistas feministas, lesbofeministas, transfeministas y queer, entre otros, a lo largo de los últimos 10 años en el país y en países hermanos. Estos dispositivos a los que hacemos referencia son banderas, cartelería, graffitis, intervenciones, stencils, volantes, etcétera. La obra en sí no se trataba de tal o cual gráfica sino de todo el conjunto de voces y discursos empapelando la galería por completo.

Fue realizada en el contexto del Día Internacional de la Mujer. ¿Qué temas abordaba?

—Desde un primer momento nuestra idea fue poner en tensión el significante mujer, pero no desde nuestras reflexiones personales sino reproduciendo aquellas voces más incómodas y nada hegemónicas que circulan en el espacio público. Nos interesó trabajar con consignas del activismo travesti, del activismo lésbico y bisexual. Además, abordar temas como la violencia de género, distintas posiciones sobre el aborto, la trata, el trabajo sexual, la prostitución, etcétera.

¿Cómo es que la muestra fue levantada? Ustedes hablan de censura de contenido, ¿cómo se dio esto?

—En diciembre del año pasado presentamos a las autoridades del Paseo, Sonia Leavi y Marcos Díaz, el proyecto de la muestra, que detallaba los temas que abordaríamos, el contexto del que extraeríamos las consignas y una propuesta de flyer que manifestaba claramente el carácter contestatario de la propuesta. Reunía palabras como borracha, sudaca, precaria, travesti, hereje, matamacho, abortista, etcétera. El proyecto fue aceptado y el flyer circuló incluso entre las actividades culturales de la provincia. El primer día del montaje ya recibimos una mala disposición del personal del espacio, desde guardias de seguridad hasta secretarias y funcionarios que se asomaban a mirar la propuesta con desprecio y escandalizados; al día siguiente, la responsable de la galería, Sonia, nos llamó para decir que los carteles le parecían muy burdos, que temía que grupos de fundamentalistas católicos destruyeran el recinto y que, si no bajábamos algunas obras, nos iban a terminar echando a nosotros y a ella. Señaló además que las obras podían resultar ofensivas, ya que la galería era visitada por familias, por niños y por católicos. Ante esto preferimos no exponer en lugar de aceptar la censurar de algunas consignas.

Concretamente, ¿cuáles eran esas obras que molestaban?

—No sabemos con exactitud cuáles eran las que querían quitar; en la conversación telefónica se mencionó que había mucha referencia a la diversidad sexual, pero poco de “lo hétero”. Además se dijo que resultaba ofensiva una consigna que decía: “... y Dios creó travas y lesbis. Amén”. Otra decía: “Jesús ama a las putas”. Y la clásica: “Basta de sotanas persiguiendo a las lesbianas”. El día que se levantó la muestra se cumplían dos años del asesinato lesbófobo de la Pepa Gaitán, y nuevamente nos encontrábamos ante una institución estatal que no puede pronunciar la palabra lesbiana; hasta el director de la Agencia Córdoba Cultura, Pablo Canedo, se expresó diciendo: “Yo voté a favor de la ley igualitaria, pero esto es otra cosa”. Y añadió: “Para un espacio público, (los afiches) son marcadamente ofensivos para algunas creencias”. Se entiende una cosa: es él desde su posición de saber/poder votando si les da o no derechos a las minorías y otra distinta es que esas minorías expresen sus voces en el espacio público. Apoyar la censura fue la respuesta de un Estado paternalista y tutor. Nos preguntamos: cuando hablan de proteger a la familia, a los niños y a los católicos, ¿en qué familias, en qué niños y en qué católicos están pensando? Evidentemente no en las niñas travestis, ni en las familias de lesbianas, ni en las católicas que abortan o son putas, o todo lo anterior al mismo tiempo.

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