Cada miércoles, Dan Breitman y su banda esperan al público con boletos para subirse a una montaña rusa emocional.
› Por Leandro Ibáñez
Ya lo decía la Sra. Gump a su hijo Forrest, “la vida es como una caja de bombones, nunca sabés lo que vas a obtener”. A cada hora todo puede cambiar, y las emociones quedan sujetas a una suerte de tómbola en la que en lugar de números se sacan estados anímicos. Dan Breitman parece haberse ganado todos, y con ellos construyó un ingenioso musical. Mezcla de café concert con jam session y chispitas de stand up, Ciclotimia Musical atraviesa los ritmos del rock, del pop, de la cumbia, el bolero, el cuartetazo, el tango, y hasta la música tradicional hebrea, con letras de ABBA, Charly García, Las Trillizas de Oro, Valeria Lynch, Sandro, Michael Jackson, y tantos. Ritmos y letras se combinan caprichosamente dependiendo del ánimo por el cual esté atravesando nuestro ciclotímico intérprete. Y aunque el riesgo de que dicha mixtura sea cualquier cosa, la calidad vocal de Breitman y la instrumental de sus cuatro músicos son tan altas que sobradamente bien se resuelve la reformulación tonal. Una luna y un árbol casi surrealistas acompañan al piano de cola, la batería, al bajo y contrabajo, al saxo y clarinete, se suma iluminación suave e intimista, marco en el cual Breitman da rienda suelta a su amaneramiento pasional. Mediante código stand up nos relata sus anhelos de chiquillo por ser una mazamorrera tropical en lugar de un soldadito en los actos escolares, sus ganas de cantar como la Streisand, sus desamores con los hombres, sus aventuras en la playa o sus ansiedades en el supermercado. Mientras dialoga con su público, de futbolista en botines y con pelota, en tres notas musicales se vuelve una intrépida diva con melodiosa voz y pasitos de ballet.
Ciclotimia musical es un elegante espectáculo en el que la improvisación y el humor constituyen el lenguaje con el que Breitman tira por tierra aquella desfigurada imagen que la Televisión Argentina tuvo por años del anfitrión homosexual, encarnado en aquel Huguito Araña, estereotipo de la loca desmesurada a la que sólo le importa tener un chongo al lado. Breitman se hace cargo de su histriónica personalidad, y de su naturaleza gay y, como buen cómico que es, se ríe de ello de la misma manera en que lo hace de su ocupación de animador infantil o siendo la mascota de alguna cantante para niños. Su participación en musicales de la talla de Ella, Mina che cosa sei y La jaula de las locas, le han dado la espalda suficiente para montar este espectáculo tan personal y ecléctico.
Ciclotimia musical. Miércoles a las 21 en Velma Café. Gorriti 5520.
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