Alejandro y Agustín son mis compañeros de aventuras, mis mejores amigos. Están conmigo hace años. Somos un grupo más grande de gente, en realidad, pero ellos dos han estado en momentos muy importantes de mi vida.

Organizamos durante muchos años una fiesta (gay) y también hicimos una película, El hada buena, una fábula peronista, que tardamos 7 años en filmar. Para producir esa peli es que comenzamos a hacer las fiestas Horno, para juntar plata. Luego el dueño del boliche quiso que siguiéramos organizándolas y, bueno, así fue que siguieron esas fiestas y luego se transformaron en las fiestas Plop.

Con Parri tuvimos peleas tipo Seinfeld por una milanesa de soja y otras boludeces. Discusiones épicas por nada.

Parri es el fan número uno de Madonna para mí. Tiene un santuario de Madonna en la casa. Yo soy re rolinga y con ellos fui conociendo a Madonna y todo ese mundo gay. Me acuerdo de que veíamos los videos de Madonna todo el tiempo y ellos son muy detallistas, se los saben segundo a segundo. Antes de subir al escenario, Parri siempre me dice “madonna madonna madonna”.

Me acuerdo de que fue con Agustín, en una fiesta, la primera vez que me vestí de hombre. Esa fue mi primera vez de Drag King. Yo hacía de Ringo Starr y Agustín hacía de George Harrison, pero éramos la versión lisérgica tipo Sargent Pepper. Y ahí me di cuenta, bailando el tema “Murder on A Dance Floor”, de Sophie Ellis Bextor, de que me sentía más mujer que nunca vestida con ropa de hombre.

Nunca les confiaría una torta de chocolate en la heladera, o una tarta de verdura de las que hago yo. Te comen todo. Mirá que hemos convivido en varios momentos y lo sé muy bien.

Ahora vivo con mi novio pero los veo muy seguido, soy una pajarera recuperada... Me recuperé por suerte, era la eterna amiga de los gays. Siempre me gustó ser varonera, vivo rodeada de hombres. Es que me encanta la diferencia, pero al final terminé rodeada de todos gays.