Este domingo, Fernando Noy presenta su libro de poemas Piedra en flor, rodeado de flores tales como Rita Cortese, Las huevas, Lucía Montero, Mala Junta, Ezequiel Borra y Pablo Anglade.
› Por Liliana Viola
El es capaz de vislumbrar el doble estelar que cada uno de nosotros tiene en Hollywood. “Vos sos...”, dice apretando el ojo izquierdo y buscando en su agenda fantasma hasta que encuentra a Ana Magnani o a Dustin Hoffman. Si le preguntan por él, les dice que ha salido, va mutando de primera actriz en actriz primera, pero puede volverse completamente Fernando Noy si nadie se lo pide. Sí, es un poeta, y se le nota en la conversación: es capaz de adivinar el pasado mirando de soslayo, aventurar un futuro siempre mejor escrito que lo que estaba, hablar en poema a un contestador automático, traducir una mala canción en el oído, volverla palabra under, diadema de chongos, ángeles y baños públicos como ardores protectores. “Nunca se detiene y pasa arrojando perfume de flores aunque éstas sean piedras”, dice Elvira Orphée en la contratapa de su flamante libro de poemas Piedra en flor, un modo de dejar escrito que Noy es un poeta andante. Titular y fundador de la tarjeta más exclusiva y codiciosa, la CleptoCard, les roba a todas las escenas por donde pasa un brillo que nadie cuida bien y luego pone su botín en hallazgos y metáforas apropiadas. En este libro, se presenta como nunca, con tanta saña como una poeta diva y en el colmo de su divismo pide perdón “A aquellos que me aman./Perdón les pido por haberlos hecho amarme tanto”, pero Noy —tarjeta mediante siempre paga— por eso en otro poema que se llama, nada inocentemente, “Carta de una diva a otra”, muestra el traste de la trastienda: “Deliciosa que parecés apuradísima por llegar a horario al cine gratis del mediodía. (...) Charlatana incurable que tenés incluso miedo de la cuenta telefónica. (...) Quejumbrosa comprando lavandina porque las toallas nunca quedan albas”. Odas rabiosas a los malos poetas cazadores de contactos, esperanzados cantos a quien aún no llega y una genealogía de parientes urbanos (“Mi padre, el taximetrero me cobra carísimo, pero al final paseo tranquilo por la ciudad alucinada”) conforman las flores de piedra de la República Noy. Su letra aparece en el repertorio de Rita Cortese, Egle Martin y Fabiana Cantilo y anda por allí, en muchos antros de esta ciudad. Quien necesite ver para creer no falte a la presentación este domingo.
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