LUZ VERDE
En estos días, por primera vez en la historia del comic, un superhéroe de la empresa DC salió del closet y otro de la Marvel se casó con su novio. ¿Movida de marketing, adecuamiento de la ficción a la vida cotidiana del siglo XXI o radical renovación de personajes nacidos en los años ’40?
› Por Fernando Bogado
La noticia recorrió el mundo con la misma velocidad con la que se anunció la muerte de Superman, allá por 1994, o con la que se destacó la parálisis de Batman producida por Bane más o menos por la misma época, o por la multitud de noticias impactantes a las cuales estamos acostumbrados los lectores de historieta: que Peter Parker era en realidad un clon que no se había dado cuenta de su condición de doble, que el Capitán América fue asesinado al final de una guerra civil entre los héroes de la Marvel, que el propio Bruce Wayne había sido también liquidado y ahora sus herederos se disputaban la capa, etcétera. Pero claro, a la larga, toda esta serie de noticias arribó a la tranquilizadora medianía de los grandes iconos de la cultura norteamericana y todos contentos, las muertes fueron un episodio, los personajes míticos y sus dobles personalidades están intactas, etcétera. Pero la noticia, esta noticia, un poco fraudulenta en los titulares de más de un medio, tuvo el mismo vertiginoso recorrido que todas las que mencionamos, y desconocemos si tendrá el mismo y casi perverso “tranquilizador” final: Linterna Verde es gay. Y así lo descubrirán los lectores de la serie Earth-2, con guión del mítico James Robinson, al encontrar al superhéroe en cuestión besando a su novio apenas arribado a Hong Kong luego de un viaje de negocios.
¿Fraudulenta? Digamos que no todo el mundo sabe estrictamente que cuando decimos Linterna Verde no nos referimos a Hal Jordan, el personaje que apareció con la gran renovación del mundo de las historietas pasada la Segunda Guerra e iniciado ese gran período de transformación mundial que comenzó entre finales de los ’50 y comienzos de los ’60 y que, en las historietas, pasó a conocerse como la Silver Age, la edad de plata del comic de superhéroes norteamericano. El Linterna Verde que todos tienen en la cabeza, portador de un anillo que debe recargar cada tanto en una batería con forma de linterna –de ahí su nombre– y miembro de un cuerpo especial de policías de diversos planetas encargados de custodiar un universo dividido en sectores, es en realidad el segundo superhéroe en portar el tan mencionado nombre: el primero, Alan Scott, es de otra década, la de los ’40, y ése es el que ahora ha renacido como un defensor de la Tierra que afirma abiertamente ser homosexual.
Vayamos a lo específico: desde finales de 2011, DC (empresa encargada de publicar no sólo las historias de Linterna Verde sino también las de Batman, Superman, La Mujer Maravilla, etcétera) decidió hacer borrón y cuenta nueva de una larga continuidad que lleva más de 75 años y llevó a todos sus números a cero, volviendo a contar la historia de sus personajes principales y acomodando algunos detalles, ya sea para renovarlos o para evitar ese gran monstruo de las historietas: los errores de continuidad. Al mismo tiempo, ajustaron todas las colecciones a las nuevas necesidades del mercado: a partir de ese momento, la salida de un nuevo número en papel implicaría, también, la aparición en el mismo día de una versión digital. Como parte de esa estrategia, retomaron un concepto que habían abandonado ya a mediados de los ’80 y que, en la década del ’60, sirvió para explicar por qué había dos personajes con el mismo nombre y casi los mismos poderes, pero que no se conocían: el concepto de tierras paralelas. Todas las historias creadas en los años ’40, o sea, a lo largo de la Segunda Guerra, pertenecían a una así llamada Tierra-2, mientras que los hechos que correspondían al “nuevo” Linterna Verde y a las respectivas nuevas versiones de Hombre Halcón, Flash y Atomo surgidas en los ’60 tenían lugar en la tierra principal, la Tierra-1. Así tenemos a un Linterna Verde de Tierra-1, Hal Jordan, cuyos poderes tienen un origen más cercano a lo científico –gran pretensión de las historietas no sólo desde su nacimiento sino especialmente a lo largo de esta época– y un Linterna Verde de Tierra-2, con habilidades más cercanas a lo mágico, Alan Scott. Estos mundos paralelos colapsaron en una larga maxi-serie en 1985 llamada Crisis en tierras infinitas, pero volvieron en 2011 luego de varias “pequeñas” crisis que reinstalaron la idea de un Multiverso que hay que contar desde el mismísimo principio. Con todos estos cambios dentro de la lógica interna de los personajes de DC, James Robinson anunció hace muy poco que una de las nuevas versiones de los héroes clásicos de la editorial saldría del closet. Instalado como tópico en más de una página de fanáticos, varios dieron sus opiniones hasta que por fin, el 1º de junio pasado, se develó el misterio: la nueva versión del Linterna Verde de la Golden Age (digamos, los ’40) sería gay. Los adelantos de las primeras páginas de la historieta despertaron una polémica acerca de los verdaderos motivos detrás de este cambio de personaje: ¿movida de marketing, aggiornamiento o radical renovación de un personaje? De más está decirlo, la mayor parte de los lectores coincide en lo primero: este surgimiento de un personaje gay, o mejor, de la modificación de la orientación sexual de un personaje clásico, no responde a una esperable apertura por parte de DC sino que forma parte, al parecer, de estas movidas de estrategia de ventas para motivar la compra en un mercado seriamente dañado en sus bases –el peligro de todo formato papel: no va a desaparecer, pero las ventas no son las mismas de antes, eso es claro– y que corre el mismo riesgo de estas modificaciones a corto plazo: como el Superman muerto o el Batman paralítico, de aquí a cinco años habrá que ver qué es lo que ha quedado de un Alan Scott homosexual.
Este tipo de recientes renovaciones y cambios de personajes (Earth-2, serie en donde aparecería el Alan Scott gay, recién va por el número 2) no debe verse desprendida de una polémica sucedida en el San Diego Comic-Con del año pasado, en donde el co-editor de DC, Dan Di Dio, participó en un panel con el objetivo de comentar el relanzamiento de todas las series entre agosto y septiembre de 2011 y respondió de manera un tanto brusca a una pregunta proveniente de uno de los muchos fanáticos convocados. La pregunta era sencilla: ¿por qué DC bajó del 12 al 1 por ciento de creativos femeninos en el último período? Di Dio comenzó a responder desde el peor costado de la cuestión: “¿Qué significan esos números para vos? ¿A quién tendríamos que contratar, decime?”. Laura Hudson, en una columna de opinión de la página Comics Alliance titulada “Answering Dan Di Dio...”, revisa una de las consecuencias lógicas de tener tan escasa cantidad de mujeres en posiciones creativas dentro de la empresa: la falta de una perspectiva diferente que, en un mercado mainstream, implícita o explícitamente, considera que tanto el aspecto de producción como el consumo de historietas está dominado por varones heterosexuales.
Los cambios de la Marvel, sello competidor que siempre fue un poco más abierto en sus colecciones centrales a la hora de hablar tanto de la homosexualidad como de diversos problemas sociales (nunca lo olvidemos: X–Men apareció en plena época de los Civil Rights como una inmensa metáfora acerca de la discriminación, con actas en contra de los mutantes y grupos que ejercían una persecución abierta y legitimada contra esta “especie”) y los propios de la DC pueden llegar a aparecer como movidas marketineras que buscan captar lectores o como meras alteraciones marginales que tratan de acomodarse a las polémicas del momento aunque, también, son síntomas de una transformación que puede tomar un tiempo, pero que se está dando. En última instancia, estas renovaciones en las historietas de mayores ventas son el fruto del trabajo de individuos particulares que pueden levantar la voz e instaurar una renovación, un cambio radical para una nueva forma de pensar la historieta, algo que, inevitablemente, llegará, quizás en algún momento no tan distante, uno que, como dice el juramento del Linterna Verde, sea en un día más luminoso.
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