BACHICRONICAS
¿Un bachillerato para trans? Mucho más: el Mocha Celis es un espacio donde ser trans o ser travesti no significa un impedimento para terminar el secundario. Esta es la primera de una serie de crónicas que se meterá semana a semana en aulas, baños, apuntes y corazones
› Por Karen Bennett
“A ver, ¿adónde va el acento en la palabra bachillerato? ¿Es grave, aguda o esdrújula? Pregunta, tramposa, la profesora María Victoria Arias a lxs 17 estudiantes concentradxs en el tema del día. Estamos en clase de Lengua y Literatura y ella señala el afiche donde dice “Bachillerato Popular Mocha Celis”, acompañado por el rostro de un Domingo Faustino Sarmiento bien marica, de cabello amarillo, labios megamaquillados de rosa furioso. Estamos justamente aquí, en el edificio que aloja al “Bachi” en un quinto piso en el barrio de Chacarita, espacio cedido por la Fundación Diversidad Divino Tesoro que –dicho sea de paso– es la representante legal del Mocha. Tres docentes salieron hace unos minutos al encuentro de esta entrevistadora (Francisco Quiñones Cuartas, María Victoria Arias y Miguel Nicolini), que influida por años de disciplina y jerarquías apenas llega pregunta dónde están los directivos, por si hay que pedir una autorización o por si hay que empezar la entrevista con la autoridad....
“No, no, no, esperá..., aquí no hay directores. Somos 25 personas entre coordinadores y docentes, más 33 estudiantes construyendo un espacio entre todas y todos que abrió sus puertas en marzo de este año. Nos organizamos de forma horizontal en todo, especialmente a la hora de tomar decisiones. Esta horizontalidad va desde el diseño didáctico y la modalidad de enseñanza hasta la limpieza del baño y la cocina”, me interrumpe amablemente uno de los coordinadores, Francisco Quiñones Cuartas, “Pancho”, con sonrisa algo socarrona. María Victoria Arias, la profe, es mujer, heterosexual, tiene marido y es madre de tres hijas. “No sólo comparto con mi familia toda mi militancia junto al colectivo Lgbtt desde hace años, sino que además estoy en proceso de redefinir la masculinidad de mi marido”, me dice entre risas. Yo me acomodo al comienzo de la fila de escritorios en forma de herradura. Sentada a mi lado, la profe me muestra el temario del día, que debe comenzar con una presentación de mi propia persona. Me presento entonces frente a miradas algo desorientadas, ya que tal vez por primera vez en sus vidas escuchan la experiencia de una persona trans de clase media, casada, con esposa, con secundario terminado en los plazos de la mayoría, con un trabajo, y abiertamente visible. Mucha gente piensa que la T se esfuma con el grosor de la billetera y que es una cuestión de clase. No –digo yo sin que me pregunten–, a lo sumo se invisibiliza. “La T no debería ser sinónimo de pobreza ni exclusión. Sépanlo todas y todos. No si nos juntamos y nos plantamos masivamente, para exigir lo que nos corresponde”, me sorprendo arengando, convertida de pronto en una maestra siruela, y me callo a tiempo, o al menos eso creo. La profe realiza la explicación teórica sobre acentuación y luego ejercita con “Todo sobre mi madre”, un texto de la talentosa y lúcida escritora trans argentina Naty Menstrual. El texto no sólo interpela claramente el material didáctico de la educación normativa, sino que además les presenta a las y los estudiantes del Bachi a una “tocaya”, que se hizo un lugar en el mundo a fuerza de mucho mucho coraje. Bachillerato es una palabra sin tilde, así, modesta, sin nada que llame mucho la atención. Pero atenti a todos y todas: es una palabra grave.
El Bachi abre sus puertas de lunes a jueves alrededor de las 11.00 de la mañana para organizar el almuerzo entre coordinadores y estudiantes que arranca a las 12.00 hasta las 12.40. La cursada comienza inmediatamente después hasta las cinco de la tarde. Los viernes se reservan como jornada de repaso. El horario del Mocha se acomodó en función del descanso de las chicas que trabajan de noche, y especialmente para aquellxs hombres o mujeres que vienen de lejos y que muchas veces tienen que colarse en los medios de transporte para llegar. De esta manera se asegura un margen de horarios que evite la deserción. La primera actividad es el almuerzo, que de momento consta de viandas y comidas aportadas por coordinadorxs o estudiantes, hasta que se instale la cocina que al momento de esta entrevista aún no estaba a disposición. En este bachillerato no se toman pruebas o exámenes. Se evalúan los proyectos de trabajo en diferentes instancias de su desarrollo, el único método es la autoevaluación. Teniendo en cuenta que el perfil y orientación del bachillerato es el cooperativismo, el concepto de evaluación de rendimiento personal normativa carece de sentido colectivo y humano.
Todo muy lindo, pero ¿se puede funcionar de esta manera? Los profesores me cuentan que todas las personas que hacen al Bachi tienen bien claro que el título y los conocimientos con los que egresarán sus estudiantes lejos están de garantizarles inserción laboral en el sistema, pero que les darán herramientas para alejarlxs de la prostitución forzosa o del peso de no tener estudios. Es un modo de avanzar contra la exclusión, el bajísimo promedio de vida y a favor de la construcción de nuestra identidad trans y, consecuentemente, nuestro orgullo de ser quienes somos. Se apunta directamente a resolver la subsistencia económica de una comunidad marginada mediante el esfuerzo colectivo y horizontal. Cualquier no colaboración o acto de desidia queda reflejado inmediatamente en el desarrollo del proyecto y se plantea en reuniones de balance que se hacen constantemente. “La propuesta es que la primera promoción de estudiantes de este Bachillerato ya pueda formar una cooperativa de trabajo”, me cuenta Miguel Nicolini. “La idea de cooperativa desde luego está motivada por la imposibilidad de conseguir un trabajo e ingreso dignos fuera de la prostitución, o de las actividades de estigmatización travesti. Creo que las mujeres trans la pasan peor que los varones trans en este ámbito. Muchas de ellas nos cuentan que en sus entrevistas laborales no sólo les ignoran sus capacidades, sino que en algunos casos las ofertas se desvían hacia alguna propuesta sexual.”
“El espacio que estamos transformando en aulas, además de la cocina y el baño, lo estamos armando entre todas y todos”, me cuenta Pancho con orgullo, y no es para menos, se están acondicionando íntegramente entre coordinadorxs, docentes y estudiantes, a pulmón, a mano, a pie... y a bolsillo propio. ¿Cómo bolsillo propio? Sí. El Bachillerato Popular Mocha Celis es uno de los dos que aún tiene pendiente la aprobación oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aunque ya está la certeza de que se concretará en breve. Por ahora, mucha buena voluntad y muchas urgencias que van más allá de la oficialización del título de Perito Auxiliar en Desarrollo de las Comunidades, se necesitan becas para evitar la deserción que convive con el Bachi de forma inminente, declaramos aquí en voz alta desde esta crónica. Hay gente que no tiene plata ni para llegar a la clase.
Emmanuel, ¿qué significa el Bachi en tu vida? Le pregunto a Emma Fernández (de momento, el único hombre trans aquí) y él suspira: “Si no fuera por el Bachi...”, pero no pudo terminar la idea. En realidad sobraban las palabras. Pero no era que sobraban, era que se trababan: bajó la mirada, quebró su voz intentando contener con poco éxito esas lágrimas alcahuetas para un varón de ley. Boys don’t cry? No me jodas. Allá en el mundo de las normas de género binario tal vez. Pero no aquí. Aquí se llora como buen varón del tango, carajo. Varón construido a fuerza de lucha y llanto. Emma no se seca las lágrimas y completa la frase que necesito para terminar esta primera crónica sobre el Bachi. Otrxs estudiantes me miran con ganas de aportar sus testimonios. Les digo que hay tiempo para una segunda entrega, que sí. Y me esperan, como espero que lxs lectores esperen, ansiosxs.
“El Bachi lo es todo para mí. Somos mucho más que una escuela. Somos una familia ayudándonos entre todos y todas”, me cuenta Emma mientras mis manos sostienen sus mejillas. ¿Cuál es tu anhelo profesional? ¿Qué te ves haciendo en el futuro? “Me veo en la docencia vinculada a la literatura y el arte. Sí, sin dudas, ya me veo.”
Noche de la Mocha (venís y te vas chocha). Se hace la primeroa fiesta del bachillerato popular trans Mocha Celis, con baile y barra barata.
Sábado a las 22, IUNA Artes Multimediales, Yatay 843
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