ES MI MUNDO
Hermanas queer, gemelas idénticas y cantautoras que oscilan entre el under y la fama, Sara y Tegan Quin van por su disco número cinco, mientras le cantan al amor y redefinen la esencia de la sensibilidad emo, mezclada con el folk y el pop.
› Por Guadalupe Treibel
”¿Quién es quién?”, se preguntaría la mamá de las gemelas cuando estas pequeñas canadienses –separadas por ocho minutos de vientre– se sentaban una al lado de la otra. Y, a la fecha, le toca a quien las vea preguntarse lo mismo. Porque –televisor o Internet mediante– las imágenes de Tegan y Sara son esclarecedoras: es imposible no confundirlas.
Nacidas y criadas en un pueblito llamado Alberta, en Calgary (Canadá), el agente de marketing de las t.A.t.u. se hubiera hecho un festín con la bío de la dupla creativa. Gemelas y cantautoras, estas chicas-que-buscan-chicas no necesitan inventar detalles sobre su sexualidad para vender discos, a diferencia del lugarcito en el mapa de la industria musical que ganaron las ambiguas (y fingidas) rusitas. Sí, esas que se lanzaron internacionalmente al son de “How Soon is Now”, de Morrisey.
En el juego de similitudes, las gemelas remarcan las diferencias. En palabras de Sara: “Primero, no nos besamos entre nosotras; segundo, escribimos nuestras propias canciones; tercero, no tenemos un exorbitante trato con una discográfica; cuarto, no nos besamos entre nosotras”.
Ok, se entendió el salto de charco de América del Norte a la ex URSS. Igual, ellas mismas les encuentran el lado bueno a sus pares soviéticas: “Si dos millones de personas van y compran un disco con chicas que aparentemente están juntas, quizá sea un paso en la dirección correcta, hacia la igualdad”. Tegan suele destacar que la autenticidad es un valor a la hora de meterse con la sexualidad en este negocio. “Muchos de nuestros fans son muy chicos y es importante que pasemos un mensaje honesto. Me hace feliz que ninguna de nosotras haya tenido problemas en compartir quién es. Todavía hay mucha homofobia, sexismo y racismo en generaciones jóvenes y, aun así, es una realidad, estos chicos nos quieren. Creo que tenemos un mensaje muy progresista y que la sexualidad no es una limitación.”
Como sea, Sara y Tegan han participado de shows televisivos que pregonan la diversidad sexual, como por ejemplo The L Word, y sus canciones se incluyen en otros sin especialidad (y referencia) alguna a la cuestión de género, donde suenan sus cortes entre camillas y amores de bata (Grey’s Anatomy) o como sustento emotivo de los dramas de secundario con altas dosis de suspenso novelado (Veronica Mars). Pero, uno de los primeros reconocimientos vino gracias a la ayuda de otras voces. Cuando The White Stripes hizo un cover del tema de las chicas, “Walking with a ghost” que figura en el álbum So Jelous (2004), los versos comenzaron a multiplicarse a lo largo y ancho de altoparlantes y miniauriculares: “No importa en qué dirección vayas / No importa en qué dirección te quedes / Estás fuera de mi mente / Fuera de mi mente”.
La salida del closet fue dispar para las Quin. Sara primero, Tegan después. “Nuestra madre dijo: ‘¿Por qué no se declararon al mismo tiempo?’ Se lo tomó con mucho humor. Siempre ha sido un apoyo”, recuerda T. Quin. Bah, primero enloqueció un poco y después volvió en sí misma. Lo cierto es que, para cuando Tegan presentó a su primera noviecita a los 16, ya todo estaba sobre rieles. Es más, mamá Quin empezó a contarlo a toda la familia. Y tan bien se lo tomó que las chicas eran las únicas en esa casa que se preguntaban si también era necesario que lo supiera su tía Stella de 88 años. “Nuestro abuelo galantea a nuestras novias. ¡Le encanta que haya chicas lindas a su alrededor!”
Con casi 28 años, las ex niñas van por su quinto disco, donde al folk rock se le suma la condensación vocal que cuaja. De tiempos repartidos para las canciones, las muchachas intervienen en los coros de la otra o a la par en estrofas y versos. Sí, las chicas Quin son dos para el crimen. Sus discos arrancaron en 1999 con el independiente Under feet like ours. Un año más tarde, en 2000, llegaba This Business of art. If it was you (2002) y So jealous siguieron, hasta el punto cúlmine de la dupla: The Con, del año pasado, celebrado por sus fans, que las ven flanquear entre el under y cierta moda musical.
Aun así, The Con abre con ideas fuertes. El track 1, “I was married”, recibe con las zapatillas de punta: “Ahora alzamos la vista / vemos los ojos de los matones que quiebran espaldas / Se ven tan fuertes (es mentira, es mentira) / Se ven tan asustados de nosotras / Me miro al espejo para ver el mal que simplemente no existe”.
Como una versión más “alegre” y accesible del Mundo Emo (aunque estéticamente cercana, con algunos flequillos a media cara y cortes de pelo varios, ropa oscura), el dúo dinámico pasó del garaje de mamá terapeuta a los éxitos en concursos de bandas. Cerca estaría el salto de gracia que depositaría sus guitarritas punk-pop-folk en un sello y sus voces bajo el manto de grandes como Neil Young, The Pretenders, Ryan Adams, Rufus Wainwright, entre otros, para quienes fueron teloneras. La perspectiva de sus letras abarca desde los corazones rotos hasta esas lucecitas (con algunos focos rotos) al final de la ruta. Si no, a escuchar “Soil, soil”: “Oh, me siento sin dirección / Pero eso es de esperarse y lo sé / Se arrastra la mañana y pasa otro día / Acabas de escribir y respondo rápido / Todo lo que necesitas es salvarme / Todo lo que necesitas es salvarme / Llama y estaré enredada en el suelo escondiéndome de todo / Y no responderé ninguna otra llamada”. O la canción “Back in your head”, también de su último larga duración, donde las voces se ensamblan y cuentan: “Relajadas en la necesidad, nos volvimos tan cómodas / ¿Te acordás cuando era extraña y deseable? / Sólo quiero volver a tu cabeza / No soy infiel pero me desviaré / cuando me asuste un poco”. Sinceridad ante todo, muy bien. La fachada depresiva se vuelve densísima en “Knife going in” (no es difícil adivinar de qué se trata ¿no?) “Siento cómo entra el cuchillo, me siento ansiosa / No lo suficiente para matarme, pensé que ocurriría más rápido / Pero lo siento ahora y siendo la ansiedad.” Ojo, no todo es onda bajonera en las hermanitas Quin. Para chequear variedades, matices, fotos de las bonitas castañas y videos, la vía ideal: www.myspace.com/teganandsara.
Sobre la relación entre ambas, nunca fueron de chusmear y charlar sobre sus parejas y amorcitos teen. Recién en el último tiempo, comenzaron a acercarse. Hasta entonces, continuaban reforzando la independencia particular. Tegan Q. pone un poquito de luz sobre el tema: “Sara tiene toda una teoría sobre cómo nos complementamos mutuamente, que la mitad de lo que es importante de nosotras está perdido. Pero es difícil de decir. Claro que tenemos una conexión fuerte o no nos iríamos de gira juntas. Quizás el lazo sea que nos sentimos obligadas a triunfar juntas. Quién sabe”.
Por ahora, el código postal las separa. Con Sara en Montreal y Tegan en Vancouver, esta dupla descomprime entre mensajes oscuros y personalidades luminosas. Para prender los superpoderes, habrá que intentar el clásico “Poderes de las gemelas fantásticas ¡actívense!”. A saber... Si sobrevuelan dos hermanas idénticas, no habrá que asustarse. Salvo que correteen con un cuchillo gigante, claro.
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