SOY POSITIVO
› Por Pablo Pérez
Se abre el juego en vistas de una posible cura para VIH, y una nueva terminología llama la atención de seropositivos y seronegativos, amigos que me preguntan por “el paciente de Berlín”, los “controladores de elite” y las “células santuario”. Tales términos, que bien podrían ser los ejes argumentales de una novela de ciencia ficción, trazan los nuevos recorridos para la investigación científica. Hay esperanzas, pero también hay que tener paciencia. Entrevistado por el diario español La Vanguardia, el Dr. Bonaventura Clotet, director del laboratorio Irsi-Caixa en el hospital Germans Trias i Pujol, de la ciudad de Badalona, calcula que hacen falta unos quince años para ver los resultados, y que cuanto mayor financiamiento haya, mayor será la posibilidad de acortar los tiempos.
Timothy Brown, conocido como “el paciente de Berlín”, fue diagnosticado como seropositivo en 1995 y con leucemia en 2006. Tras un trasplante de médula ósea con células madre de un donante resistente al VIH, elegido entre ochenta, afirma haberse curado completamente del sida. En la comunidad científica son cautelosos: existe una posibilidad de que el virus siga alojado en las denominadas “células santuario”. Según el Dr. Clotet, no es tan importante saber si en el paciente de Berlín el virus fue erradicado en su totalidad. El caso plantea una esperanzadora línea de investigación, que intenta reproducir los mecanismos de la cura sin necesidad de un trasplante, que es un tipo de intervención muy riesgoso y difícil de aplicar a gran escala. “Queremos coordinarnos mundialmente —dice—. Estamos trabajando para que los científicos podamos coordinarnos para evitar solapamientos de investigaciones, repeticiones de ensayos, y para intercambiar rápidamente los avances para una progresión más rápida hacia la erradicación de la enfermedad.”
Otra línea de investigación es la que abren los denominados “controladores de elite”, que con un diagnóstico de VIH positivo confirmado mantienen niveles de CD4 que no bajan de 200 cel/ml y una carga viral baja, a pesar de no recibir ningún antirretroviral. Se dice que son una de cada 500 personas infectadas, me cuenta Mauricio Lozano, un lector que investiga el tema en Colombia. Según él, mi amigo L, al que me referí en una columna anterior y que convivió con el virus más de 30 años sin tomar medicación, sea tal vez uno de ellos. Sin embargo, su médico, ante la posibilidad de que pueda transmitir el virus a otros, insiste en que tome los antirretrovirales, es la nueva tendencia: lo importante es controlar la epidemia.
Hoy somos unos 33 millones viviendo con VIH en el mundo, nos aqueja la incertidumbre, nos sostiene la esperanza y los avances que hasta hace poco era impensables. Según el doctor Bonaventura (un nombre que promete), en quince años tal vez nos acerquemos a una cura. Yo habré pasado apenas los sesenta pero, como dice el tango, “veinte años no es nada”.
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