Viernes, 26 de octubre de 2012 | Hoy
SOY POSITIVO
Por Pablo Pérez
Desde fines de 2010 se viene anunciando desde el Ministerio de Desarrollo Social que las personas viviendo con VIH sida que no tienen empleo formal, pueden obtener una pensión no contributiva y una cobertura médica integral del Programa Federal de Salud, que se pueden gestionar a través de Buenos Aires Sida y otras organizaciones no gubernamentales (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/ soy/1-1738-2010-11-26.html)
Recibí este beneficio durante varios años, hasta que hace dos meses fui al cajero donde cobraba y me encontré con que no tenía el dinero depositado. Cuando llamé a la Anses me explicaron que, como había estado pagando el monotributo durante tres años corridos, ya no me correspondía la pensión. Me fue otorgada en 1994, yo no tenía trabajo ni obra social. Con el tiempo fui consiguiendo algunos trabajos informales y desde hace tres años, para poder seguir trabajando, tuve que empezar a pagar el monotributo. Desde entonces lo pagué regularmente, y sabía que en algún momento perdería el derecho a la pensión. Como no trabajo en relación de dependencia, me daba cierta tranquilidad cobrar ese ingreso de 1000 pesos todos los meses, 1000 pesos que ya dejé de cobrar. Con la pensión tenía derecho a la obra social de PAMI (ahora, con el nuevo sistema la cobertura médica es de Profe) gracias a la cual, a pesar de todas las tormentas y malas gestiones que sufrió en el pasado, nunca dejé de recibir mi medicación antirretroviral, ni la atención médica necesaria.
Cuando me enteré de que ya no era beneficiario de la pensión, algo aturdido, tardé varias semanas en reaccionar. Tenía que generar más ingresos, pero antes tenía que solucionar el tema de la cobertura médica. Cuando hace tres años regularicé mi situación en la AFIP, había elegido la obra social de Seguros, pero por teléfono me dijeron que no estaban tomando monotributistas. Entonces fui a la Anses, donde me informaron que debía ir a la AFIP, de donde me mandaron a la Superintendencia de Servicios de Salud. En realidad, ninguno de estos pasos era necesario: todo fue una pérdida de tiempo. Busqué en la página de la obra social qué papeles había presentar y fui personalmente hasta allí. Subí al sector de afiliaciones y en menos de media hora tuve mi carnet. Antes de preguntarle a la empleada qué pasos seguir para la cobertura del tratamiento por VIH, me aferré a mi carnet, no fuera cosa que se arrepintiera y me lo sacara. Nada de eso. Me derivó a otro sector donde un empleado muy amable me dio un formulario que debía presentar, acompañado de un resumen de historia clínica.
Cuando fui al hospital a ver al infectólogo, no iba preparado para una despedida. Como no era su horario de consulta, nos encontramos en el mostrador de la recepción y, ahí mismo, de pie, escribió el resumen que necesitaba. Le conté que con la nueva obra social me correspondía atenderme en Helios. “Es muy buen lugar, vas a estar bien atendido”, me dijo y nos despedimos con un abrazo.
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