Tres años son aproximadamente 1200 días. La Pepa, el Chori, Natalia y todxs ellxs que habitaban en la misma persona ha muerto y no ha muerto. Tenemos pocas líneas y no vamos a usarlas en esas disquisiciones retóricas. Desde un lejanísimo momento en que por urgencia dijimos “fusilada por lesbiana”, no dejamos de preguntarnos cuántas de todas esas formas de llamarse con las que hemos dicho su nombre le serían familiares. Obviamente se trata de una pregunta sin respuesta. Nadie puede ni podría responder en su nombre. También sabemos —y nos hacemos cargo— que si hubiera sido posible en ese entonces, tampoco le habríamos preguntado... ¿eso es transfobia internalizada?, ¿eso es la autolesbofobia internalizada? Algo debe haber, pero es difícil pensarlo, aunque seamos las tortilleras gritonas y vociferantes que no se sacan jamás la escarapela arcoiris.

También nos preguntamos todo el tiempo si hoy o el año pasado hubiera ocurrido lo mismo. La respuesta es que sí, a pesar de las leyes que alegran nuestros corazones, sabemos que ese tipo volvería a apuntar y, por la misma razón, la ambulancia volvería a demorarse y la muerte llegaría igual de innecesaria.

Tenemos que seguir educando, toda educación es sexual, y también toda educación es política. Tenemos que seguir educando y educándonos porque mucha gente y muchas instituciones aún no se han enterado de que no toda educación sexual y política es hétero-obligatoria.

¡¡¡Hasta la Pepa y el Chori, siempre!!!