ELEGANTE SPORT
Por estos días, Brittney Grinner, la estrella del básquet profesional, salió del closet sin que se movieran las pestañas de la opinión pública. El ninguneo lésbico da el presente aquí, allá y en las grandes ligas también.
Brittney Grinner lo mencionó en una entrevista como un comentario al pasar y tanto los medios masivos como las redes sociales, si tocaron el tema, lo hicieron como refiriéndose a un dato menor. ¿Cómo es posible que la revelación de una de las mayores atletas de la historia haya sido tomada con tanta indiferencia? “Porque es mujer”, aventura Jim Bizinski, el fundador de Outsports.com, un sitio dedicado a la homosexualidad en el deporte. La misma Grinner no le dio mayor importancia al asunto. De hecho parecía referirse a su salida del closet como algo ocurrido en el pasado, algo obvio, como si no fuera novedad, lo que le dio a su declaración en plena entrevista (cuyo video puede verse en YouTube) un aire de lo más casual. Ni punto de comparación tuvieron las repercusiones de este asunto con lo ocurrido respecto de la salida del closet de Jason Collins.
Hay, obviamente, toda una historia de atletas femeninas importantes que salieron y que continúan jugando luego de discutir públicamente su sexualidad (estrellas individuales como la leyenda del tenis Martina Navratilova y miembros de grandes equipos como Megan Rapinoe en fútbol femenino). Pero también es verdad que ellas recibieron en general una respuesta tenue que en nada se parece a las enormes olas de atención que genera la salida de un atleta masculino. La reacción frente a la declaración de Grinner, entonces, es sólo el ejemplo más reciente de una tendencia que, según muchos activistas LGBT, es preocupante. “Nos la pasamos discutiendo y revisando el sexismo como una gran parte de todo aquello que contribuye a la homofobia”, cuenta Anna Aagenes, la directora de GO! Athletes, la red nacional de deportistas gays y lesbianas. “Es desalentador que haya tantas grandes atletas que se declaran lesbianas y, sin embargo, todo el mundo se vuelva loco cuando el que sale del closet es un profesional masculino.”
No sólo en el contexto hay que ir a buscar explicaciones para estas diferencias. “Los prejuicios también juegan un rol importante, ya que persiste todavía el estereotipo de que las grandes atletas suelen ser lesbianas y eso también tiene peso a la hora de analizar la falta de atención ante las declaraciones de Grinner”, dice Sherri Murrell, entrenadora del equipo de Portland State. Y continúa: “Siempre va a haber gente que diga: ‘Oh, es sólo otra lesbiana’. Yo todavía escucho comentarios como: ‘Es muy bonita, ¡no puedo creer que sea lesbiana!’. Creo que siempre vamos a estar viviendo en este sesgo. Algunas cosas están mejorando, pero todavía está muy presente esa etiqueta”.
“En el deporte, en este momento, hay dos estereotipos diferentes: que no hay deportistas gays y todas las atletas mujeres son lesbianas”, explica Patrick Burke, uno de los fundadores de You Can Play, un grupo de contención para deportistas LGBT. “Hemos tenido éxito para abrirles la cancha a los jugadores masculinos para que puedan hablar. Va a llevar bastante más trabajo abrirles esa misma cancha a las deportistas mujeres, ya que justamente han pasado toda su carrera luchando contra la presunción de que son lesbianas.”
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