Vie 14.06.2013
soy

A LA VISTA

Ley bajo el brazo

La reciente aprobación de la ley de fertilización asistida, por un lado, corre a la infertilidad del paradigma de las enfermedades y empieza a hablar en términos de derechos sexuales y reproductivos. Incorpora a quienes desean recurrir a este método y democratiza la posibilidad de tener hijos. Madres y futuras madres cuentan con carne propia la importancia de esta ley, mientras futuros papás siguen a la espera de la reforma del Código Civil que otorgue un marco legal a la subrogación de vientre.

Pioneras

Marisa Pascal y Pilar Cabrera

Antes de nuestro caso, ninguna pareja del mismo sexo acá había conseguido ganarle judicialmente a una prepaga para que se hiciera cargo del tratamiento y sólo algunas parejas hétero lo habían obtenido. A partir de que nosotras le ganamos el juicio a la Ciudad de Buenos Aires, ObSBA empezó a cubrir alguna que otra cosa, la medicación por ejemplo, aunque nunca el tratamiento completo. Me acuerdo de que llamamos a más de 50 abogados, y sólo Alberto y Fernando Malimovca nos dijeron que sí. Habíamos mandado una nota a la obra social explicando que queríamos la ovodonación porque era la única manera de que nuestro hijo tuviera algo de cada una. Y la respuesta fue: “Si tienen órganos normales, entonces háganlo de la manera normal”. ¿Era tan difícil entender que queríamos formar nuestra familia a nuestro modo? En la audiencia, la jueza le preguntó al abogado de la obra social: “¿Es verdad lo de la nota?”. Y el tipo respondió: “Bueno, cuando uno recibe un pedido de este tipo, es difícil no discriminar”. A la jueza se le cayó la mandíbula. La obra social insistía con que no pensaba cubrirnos nada, y la jueza Liberatori los obligó a que se encargaran de todos los gastos hasta que yo quedara embarazada. Aguantamos maltratos y a directores de clínicas que directamente, cuando les contábamos lo que queríamos hacer, nos hacían salir de su oficina. Después hicimos el primer intento y no prendió. Fue muy triste, es muy estresante, muy agotador, sentís mucha presión. Entonces Pilar me dijo: “Vamos a hacer un segundo intento y aunque no funcione, yo me voy a quedar con vos toda la vida”. Fueron las palabras mágicas, me relajé y quedé embarazada de Martín. Después, tampoco fue fácil. A pesar de que estábamos juntas desde hacía diez años, tuvimos que volver a recurrir a la Justicia para que lo anotaran como hijo de las dos. La semana pasada, cuando nos enteramos de la salida de la ley de fertilización, no lo podíamos creer. Es una emoción muy grande que en poco tiempo hayan cambiado tanto las cosas, y estamos muy contentas de saber que ahora muchas chicas ya no van a tener que pasar por todo lo que pasamos nosotras.

Nadie tiene coronita

Laura *

Mi búsqueda empezó sola. Tengo decidido que quiero ser madre desde los 13 años. Estuve en pareja mucho tiempo con un hombre, pero con él no se dio. Me separé y decidí que lo iba a hacer sola. Después mi vida dio un vuelco: conocí a Melina y ahora estoy en pareja con ella desde hace un año. Con ella todo fluyó de entrada, como si nos hubiéramos estado esperando. Las dos tenemos la misma edad y teníamos claro que queríamos ser mamás. La fertilización era muy cara para nosotras que alquilamos y tenemos sueldos regulares. Ibamos a recurrir a nuestras familias para que nos ayudaran o pedir un crédito. Hace unas dos semanas veníamos juntando parte de la plata y me venía haciendo chequeos... y ¡pum, salió la ley! Así que quedamos justo en el medio. Todavía no se sabe cómo se va a reglamentar y cómo lo va a llevar a cabo mi prepaga, si vamos a tener que presionar o si la cosa va a fluir sola. Lo que tenemos seguro es que queremos que el donante sea anónimo. Cuando el bebé o los bebés lleguen, les vamos a explicar que luchamos mucho por ellos, que los espero desde siempre. Esta ley es algo aun más grande que el matrimonio igualitario. Que no se confunda; no estoy diciendo que una sea más importante que la otra, sino que esto une a heterosexuales y nosotrxs en una misma problemática: en las salas de espera de estas clínicas por cada pareja de chicas hay 6 o 7 parejas hétero, también en la misma. Cuando salió la ley, tuve varias discusiones en el trabajo, con mis compañeros. Aparecen las preguntas sobre qué pasa si tenés un problema físico, qué pasa con la edad, quién tiene prioridad. Es muy importante que en el día a día se discutan estos temas. En esta ley nadie tiene prioridad, es algo que va a estar al alcance de todxs, y de eso se trata realmente ser igualitarios.

* Prefiere no revelar su identidad hasta que no se reglamente la ley


No es lujo, sino un derecho

Andrea Majul *

Silvina y yo llevamos veintiún años juntas, y hace unos siete años que veníamos con la idea de formar una familia. Usamos la técnica de inseminación de donante anónimo y tuvimos trillizos: Jazmín, Abril y Santiago, que hoy tienen cinco años, que nos cambiaron la vida, nos llenaron la casa de ruido, amor, juguetes. La que elegimos es la técnica de más baja complejidad. De estas cosas te vas informando a medida que vas entrando en tema. Nuestro caso se hizo conocido, entonces nos vimos después aconsejando a un montón de chicas que se nos acercan con sus dudas, hasta por Facebook. El boca en boca tuvo una función importante porque las clínicas de fertilización están pensadas únicamente para aconsejar a parejas heterosexuales. Nadie se sienta a hablar con las mamás lesbianas, a pensar en las especificidades del caso (o de los casos, porque son muchos). Cuando nosotras lo hicimos, la fertilización humana asistida estaba comercializada como paquete turístico, como un combo que viene con la estimulación ovárica, los tres intentos y la fertilización. Y todo, obvio, te lo cobraban aparte. Es frustrante estar pensando en una familia y que las limitaciones pasen por la posibilidad o no de juntar la plata. Te sentís en una especie de juego macabro en el que sólo tenés tres tiros y le tenés que pegar o pegar porque de eso depende que puedas tener hijos. Conozco casos de chicas que han vendido todo para intentarlo. Es una gran angustia. Nosotras nos hemos pasado semanas sin dormir esperando una consulta, un resultado. Esta ley es para nosotras una alegría porque ahora no hace falta tener dinero para cumplir tus sueños, por lo menos, el sueño de tener hijos y con ellos nada se compara. No hay equivalente posible. Para las mamás que vengan detrás de nosotras, la sensación ya no va a ser la de tener que pasar por cajas de banco interminables y de ver el signo pesos dibujado en todos lados. Tener hijos no debería ser un privilegio de consumo sino una cuestión de derechos. Lo hermoso de esta ley es que, además de ser superadora de las anteriores, propone otro modelo. Saca el foco de la infertilidad y lo pone sobre los derechos sexuales y reproductivos. De todas maneras, ya empiezan a aparecer los fantasmas que siempre asoman cada vez que se avanza en el terreno de los derechos. La ley no es restrictiva por edad, orientación sexual o estado civil, no explicita cuántos intentos puede hacer la mujer, eso habrá que verlo una vez que se empiece a reglamentar. Se corre la voz, desde las prepagas, de que ahora van a subir los costos o que va a haber un máximo de dos intentos por pareja, como si no se tratara de un derecho sino de un lujo. Habrá que esperar a su implementación para ver cómo juega el peso de todos los actores de poder involucrados. Seguramente va a ser como con todas estas leyes progresistas: no se terminan con su aprobación, va a haber que salir a defenderla en la calle y a cada paso.

* 100% Diversidad y Derechos


Luchando espero

Ariel y Pablo *

Pablo y yo estamos juntos desde hace 20 años. Nos conocimos cuando él tenía 24 y yo 19. Cuando salió el matrimonio igualitario, empezamos a hablar más seriamente de tener hijos, ya que teníamos un marco legal. Es muy difícil analizar qué posibilidades concretas hay para nosotros en un país donde la subrogación no está legislada y no hay nadie que te pueda asesorar bien. La adopción es complicadísima y terminamos decidiendo subrogar. Cuando empezamos a investigar, encontramos a una persona que nos podía asesorar, pero todo tenía algo de secreto, sólo hablábamos por teléfono con ella, era muy privado el tema. No es que fuera ilegal ni nada, pero teníamos esta sensación de que no se podía hacer público. La opción que más nos cerró fue ir a Estados Unidos donde, en algunos estados muy friendly (California, Illinois y Colorado), hace décadas que es legal y la tienen muy clara. No es en todo el país así, en muchos otros estados podés ir preso por hacerlo. Terminamos eligiendo una agenda de Illinois. Los pasos a seguir son muchos: te contactás con la agencia que te va a proveer la ovodonación y la gestación. En general, el óvulo es de una mujer y el vientre es de otra. Elegís entre las posibles donantes de óvulos. Y, después, por consenso la mamá subrogante elige a la pareja y viceversa. En general se trata de mujeres de clase media, casadas y con una familia constituida. Muchas veces lo hacen porque alguien de su familia logró un hijo mediante subrogación y es una forma de devolver eso. Se le paga un sueldo por mes para cubrir gastos y además una retribución. Ambas partes firman un contrato donde dice, en este caso, que el bebé será hijo de Ariel y Pablo. Nosotros ya tenemos a la mamá gestacional y a los embriones creados con nuestras muestras y los óvulos donados. Estamos en la etapa de los intentos. Si todo va bien, en mayo del año que viene tendríamos familia. Cuando el bebé nace, está claro quiénes son sus padres, pero además, cuando lo vas a buscar, tenés que pasar por un juez para que te dé una constancia de que ese bebé es hijo de los dos. Nosotros elegimos una donación de óvulos abierta, por si el día de mañana el bebé o la beba quiere saber de dónde viene. A la Argentina el bebé entra como turista con nacionalidad norteamericana. Lo cuento así y parece muy simple, pero hace dos años que venimos con esto e implica mucha ansiedad, dudas y mucha plata. Tenés que estar bien emocionalmente y con tu pareja para bancarlo. O si estás solo, tenés que estar muy fuerte. Nos hubiera encantado poder hacerlo en la Argentina, pero cuando empezamos no se sabía de la posibilidad de incluir la voluntad procreacional en el Código. Y ahora, por más que se esté discutiendo, seguimos sin novedades en el frente.

* Prefieren no revelar sus apellidos

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