Vie 13.09.2013
soy

DERECHO A RéPLICA

Circo progre

Una nueva ética de la tolerancia recorre la televisión argentina: una parte de la pantalla denuncia al gil que discrimina y la otra no se pierde la veta bizarra del acto de discriminación. Así se replicó en varios programas la escena donde un conductor de Bahía Blanca interpela a un chico por su condición de “ex convicto y de ex mujer”.

› Por Dolores Curia

El conductor arrancó su programa Saber ver del Canal 7, de Bahía Blanca, con tono de interrogatorio de un mal actor haciendo como puede de cana veterano y marcando a su entrevistado con un “Yo a vos te conozco como Giselle”. Del otro lado de la mesa estaba Pablo Martínez, quien había sido noticia en esa ciudad por haberse hecho la primera mastectomía y había sido invitado por eso. El conductor narró en sus términos la vida del otro y disfrutó mucho sacando a relucir un punto en especial de la vida de Pablo: que estuvo preso. Y este dato enganchaba perfecto con otro más gordo todavía: según el conductor, Pablo había estado en la cárcel de mujeres de Bahía. “Si llamás a Carolina Martínez, de Attta, ¿cómo le vas a decir?, ¿Roberto?”, se defendió Pablo y, después de un rato, perdió los estribos cuando el conductor levantó la apuesta y propuso hacerle un ADN a su hijo, alegando que para alguien “con tu problema” la paternidad era imposible. La discusión se volvió más y más violenta, y después de acusaciones cruzadas (de mentiroso, de transa), Pablo se levantó y la producción apeló a un separador con estadísticas para tapar el bache. Al día siguiente la pelea paseó por algunos canales en forma de blooper. El trío de CQC, si bien entre chistes tomó partido por Pablo, también explicó así el asunto: “Hay un problema de género que el otro no quiere reconocer”. La ambivalencia reapareció en Duro de domar: en el mismo programa mediante la edición del video de lo ocurrido en Saber ver se ridiculiza al conductor pero acto seguido –cambiando y no de tema– se expone el beso entre dos mujeres como objeto de consumo hot sólo apto para las pajas masculinas. Es habitual y todo un síntoma la esquizofrenia que tironea a la tele cuando busca responder al imperativo de la corrección en temas de género y diversidad y, al mismo tiempo, no puede evitar las muletillas de siempre. Mientras, la palabra ex convicto, en casi todos los medios gráficos que levantaron la discusión, tuvo más presencia que cualquier nombre propio y también más que las palabras intersexual o trans, que bien podrían haber emergido en los titulares, como es usual en modo freak. El episodio fue presentado como papelón, sin que quede claro qué fue más escandaloso: llevar a una persona a un programa en vivo y refregarle con datos (por cierto, incorrectos) un pasado en la cárcel, confundir (adrede o no) una mastectomía con reasignación y atribuirle con vocación policíaca el nombre, el apodo, o lo que sea, que alguna vez figuró en su DNI, o que Pablo le tirara un vaso al conductor al final del programa. En conversación con SOY Pablo Martínez hizo uso de su derecho a réplica y puso en contexto más de un matiz del exabrupto.

–Soy militante de Octubre. A mi identidad siempre la construí como Pablo, por más que en mi DNI dijera algo distinto. Muy pocas personas sabían de esto y nunca fue algo de lo que pudiera hablar con confianza en un lugar como es Bahía. Soy adoptado por eso, hay mucho del pasado que estoy tratando de reconstruir. Conozco a mis padres biológicos, pero no quiero tener por ahora relación con ellos. Cuando nací me pusieron un nombre de mujer y me dieron en adopción a los dos meses a una familia de campo. Cuando fui creciendo mi cuerpo se fue desarrollando de manera distinta de la que decía mi DNI. Siempre me porté como un pibe y vestí como Pablo. Cuando tenía trece, le pregunté a mi mamá adoptiva qué nombre me hubiese puesto ella si hubiera podido y me dijo Pablo. Y ahí quedó. Lo cambié cuando salió la ley. No tengo claro si me operaría los genitales. Creo que las cosas están bien así como están. Lo de la mastectomía sí me parecía necesario para poder andar en cueros, ir a la pileta con mi hijo.

¿Por eso te llamaron del programa Saber ver?

–Se filtró la información a través del hospital. Publicaron, en la versión en Internet de un diario de acá, una noticia que decía que me había hecho un cambio de sexo y encima metían el tema de la cárcel. Me enojo, posteo en esa web refutando y me llaman de La Brújula. Ese periodista ya me había hecho una nota cuando estaba por salir de la cárcel. Yo era un preso “famoso” y “peligroso” por mis derechos adentro. El periodista me habla con mi nombre, lo puteo y al final me llama el director del medio para disculparse e invitarme a un programa. Ahí me tratan bien, entonces, acepto ir a Saber ver.

¿Por qué estuviste en la cárcel?

–A los 6 años se me aparece una mujer diciendo que ella era mi verdadera madre. Ahí empiezan muchos de mis problemas de rebeldía. A los ocho me escapo. Empiezo una vida de chico de la calle en Buenos Aires. Paso por institutos de menores, afano, consumo, de todo. Termino preso por robo con armas. Me dan siete años. Los cumplo. Hace seis que estoy afuera. Pasé por casi todas las cárceles de la provincia de Buenos Aires. Alguna vez me tocó cárcel de mujeres y otras de hombres. Lo mismo con los pabellones. Tuve que estar en cárcel femenina en La Plata, en la Unidad 8 y la Unidad 33. Todo depende de qué tan copado sea el jefe penal. En la unidad de Sierra Chica de Bahía Blanca estuve con varones. En Mercedes y San Nicolás, también, varones.

Por cómo muchos presentaron la noticia parece que tiene más peso ser “ex convicto” que “intersex”.

–Es como si te dijeran: “Vos estuviste en la cárcel y vas a ser un preso para siempre, no te lo vas a poder sacar”. La cárcel para mí ahora, si bien no es algo que niegue, es parte de un pasado que quiero entender. Lo que pasó, tanto con el conductor de Saber ver, González, como con muchos medios que tomaron la noticia, fue una doble discriminación. A lo de “ex convicto” le sumaron lo de “hermafrodita” y ¡bingo! Además, es una forma muy hipócrita de ver las cosas. Los chorros no son sólo los nacidos en la villa, también están los de traje y corbata, pero ésos no van a la cárcel. Lo que quisieron mostrar es una imagen de que soy un chorro irrecuperable y, además, un enfermo. Fui a hablar de una mastectomía, ¿qué importancia tenía si pasé por un pabellón de mujeres, hombres o travestis?

¿Por qué decís que en el penal te tildaron de peligroso?

–Estoy estudiando Derecho porque en la cárcel aprendí que las cosas tienen que cambiar. Se tiene la sospecha pero no se habla de todo lo que tiene que cambiar en el aparato represivo. La cárcel es lo que más fomenta el delito y eso es lo que nosotros desde la militancia estamos tratamos de revertir. Yo di varias charlas en la Universidad de Bahía en las que cuento cómo pasé del penal a la facultad. Pero no lo cuento como que lo pude hacer por voluntad y qué sé yo, porque sin ayuda del Estado no hay voluntad que alcance. Los de afuera ni se imaginan lo que es adentro. Es mentira que todos tengan acceso a estudiar y a aprender un oficio. Hacía motines para pedir por esas cosas. Todo está organizado de tal manera que cuando salís no se te ocurre ninguna alternativa más que el delito. Después hay mil cosas, por ejemplo, es mentira que a los violadores los violan adentro. Ellos, junto a los policías que caen presos, son los más protegidos.

¿Qué pasó en el programa?

–Cuando llego al programa ya estaba hablando Rubén González de lo contento que estaba porque habían mandado a Prefectura a controlar las calles de Bahía. Ahí digo “uy, cagamos...”. Me siento y me empieza a decir “Giselle”. Varios me dijeron después: “¿Y por qué no le mostraste el DNI?”. Pero al facho no sé cuánto le importa si te cambiaste o no el DNI. Sigue con lo de la cárcel de mujeres, cuando en Bahía no hay. Hay un pabellón. Ahí estuve un par de días pero enseguida me pasaron. Uno de la producción de Saber ver se quedó mal y subió el video a YouTube para que se difundiera. Me hago cargo de que no le tendría que haber tirado el vaso. Pero hay partes que no se mostraron. El fuera de cámara me siguió insultando sin parar. A él yo lo conocía de nombre y sabía que él metía droga en la cárcel y es amigo de la Policía: les pide información. No me sorprende: en Bahía pasan tantas cosas, ser periodista y transa es lo de menos. Es una chacra asfaltada. Todo lo que pasa acá muere acá. Se cae una vaca en una zanja y tenés veinte patrulleros, los bomberos y a todos los medios cubriendo el notición. Mientras, hay pibes muertos por gatillo fácil, pero de eso no hay que decir nada.

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