¡QUÉ PADELóN!
Un fantasma recorre Europa, otra vez. Este es el fantasma milenario de la homofobia que, aunque parecía que se desvanecía en el aire, de golpe es sólido y casi asusta. O, también, como el Fantasma de Canterville del gran dandy Oscar Wilde, quiere meter miedo pero solamente da risa.
› Por Diego Trerotola
Parece que Alain Delon, actor de cine, está rodando una película nueva que transcurre en su psiquis. Una de esas películas de terror que están medio de moda: un fantasma acosa la casa familiar, perturba y corrompe el bienestar de la vida hogareña. El guión de su fantasma lo declaró abiertamente: “Es contra natura, lo siento. Estamos aquí para amar a una mujer, no para seducir a un tipo... Ahora me van a decir que debo adaptarme y vivir en mi tiempo, pero yo vivo muy mal esta época en la que se banaliza algo que es contra natura”. Una vez planteado el conflicto, la trama continúa así: “Nunca he hablado de la homosexualidad. Que se casen entre ellos me da completamente igual. Lo que no quiero es que adopten”. Y si no alcanza para asustar con el fantasma de la homofobia, sumar machismo y transfobia sirven como efectos especiales para resolver la película del actor de 77 años: “Sé que dicen que cada vez hay menos hombres... Hay menos porque cada vez hay más mujeres que se convierten en hombres”.
Lo que tiene de ciencia ficción esta reacción homófoba de Alain Delon es que el actor le debe parte de su popularidad a la dimensión gay del Luchino Visconti de Rocco y sus hermanos y del Tom Ripley de A pleno sol, dos películas que protagonizó en 1960. O tal vez sea una secuela afrancesada muy costumbrista en la tradición gala de la xenofobia y del racismo: una reacción a la conquista de derechos que significó la Ley de Matrimonio Igualitario, sancionada en abril de este año en Francia, que incluye adopción para todas las parejas, no exclusivamente las heterosexuales.
Tal vez no deberíamos tomarnos tan en serio la declaración de un actor, que no da más argumentos que su parecer sobre cuestiones de diversidad. Pero estas ideas se están extendiendo en una Europa cada vez más regresiva. Recientemente, la canciller alemana, Angela Merkel, declaró estar en contra de que las parejas del mismo sexo puedan adoptar, señalando que se trata de un tema “controvertido”. Lo paradójico, también en este caso, es que Guido Westerwelle, ministro alemán de Asuntos Exteriores, es abiertamente gay y salió del closet en 2004, en un cumpleaños de Merkel. Cuando realizó estas declaraciones contra las familias homoparentales, Merkel aclaró que dentro de su partido, Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), que tiene grupos de gays y lesbianas, hay un debate abierto.
Lo que parecía una conquista que se extendía de a poco por el mundo está siendo despreciado en Europa. Acá, una vez sancionada la Ley de Matrimonio Igualitario, siempre se avanzó en la protección de niñas y niños de familias diversas, ampliando derechos. Pocas voces volvieron sobre las ideas reaccionarias que postulan las ideas falsas de que exista un solo modelo de familia. La Vieja Europa ofrece más prejuicios y contradicciones que argumentos. Espíritus de otra época.
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