El odio y el rechazo que mi pornografía provocó vino primero de los hombres biológicos, supongo que porque ellos están muy aferrados a la idea de que “el pene hace al hombre”. Pero además algunas mujeres y algunos hombres trans dijeron que el sexo explícito era degradante. Muchos hombres trans se preocuparon de que yo pretendiera representar a todos los hombres trans y que estuviera diciendo que todos están cómodos con sus vaginas y todos la usan de esta manera. La verdad es que lo que yo quería era representarme a mí mismo.

Cambió el modo en que miran cómo debe ser o qué apariencia debe tener un hombre... Promuevo la idea de que tener una vagina es algo poderoso, no importa quién esté detrás de ella.

Empecé a sentirme cada vez más contento y positivo con mi vagina, y quise compartirlo con todo el mundo. No pude encontrar ningún modelo de chicos como yo en el mundo del porno, así es que decidí hacer porno yo mismo.

Luego de mi cambio de sexo y el suministro de testosterona, me fui poniendo más atento a la sexualidad de mi cuerpo, comencé a sentir más. Así es que un día, mientras me masturbaba, introduje mis dedos en mi vagina.

Algunos hombres trans se contactaron para agradecerme. Antes de ver mi porno no se sentían confortables con sus cuerpos y estaban convencidos de que había que tener un pene para ser un “verdadero hombre”. Muchos se abstenían de tener sexo porque no podían disfrutar de un cuerpo que ellos y muchos hombres trans tienen (la cirugía para crear un pene es muy cara, riesgosa, muchas veces no es exitosa y, según mi opinión, con problemas de estética y de funcionamiento).