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Alguna vez escribió Beatriz Sarlo: “Borges no buscó ser el escritor nacional. Borges no quiso ser canonizado ni quiso ser santo”. Borges, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, fue menospreciado durante años por sus ideas antipopulares, burlado por su pose aristocrática y estigmatizado por su educación privilegiada. Fue admirado universalmente y a la vez considerado menor para el Nobel por la misma Academia sueca que premió por la paz a Obama o a Henry Kissinger. Borges dejó uno de los legados más importantes para la literatura universal; sin embargo –como infiere Sarlo– él no lo hubiera reconocido. Hoy está enterrado al pie de un árbol en el cementerio de Plain Palais, en Ginebra. El reconocimiento es una herramienta peligrosa y manoseada. Siempre es mejor si se usa con quien no lo espera –o precisamente por eso–, para bañarlo con la humildad un tanto exasperante del “no lo merezco”. Este premio –porque en definitiva es eso– debería estar grabado a fuego en una sociedad donde lo colectivo prime sobre lo individual, donde la capacidad de mirar al otro –generosa y amplia– pueda ser tan importante como la propia mirada personal sobre uno mismo. En la construcción de las individualidades también forma parte –de alguna manera menor, pero forman parte– el acompañamiento de los otros. El camino que menos reconocimiento espera, el que más da y menos pide, debería ser el que más lo obtenga.
Así, el comercio de distinciones a las que nos hemos acostumbrados se difuminaría, dando paso a la verdadera razón de los aplausos. Ilse Fuskova va a cumplir 85 años. Desde hace más de 30 se ha dedicado a luchar, primero, desde el feminismo, luego desde el lesbianismo, y en la actualidad desde el ecologismo. Fue coeditora de Cuadernos de Existencia Lesbiana junto a Adriana Carrasco, cuyo primer número vio la luz el 8 de marzo de 1987. Se convirtió en 1991 en la primera mujer que salió públicamente a decir que era lesbiana, ante las cámaras de televisión, en el popular programa de los mediodías de la conductora Mirtha Legrand, que llegó a medir casi 40 puntos de rating. Fue determinante en el entendimiento de lesbianas, gays y las primeras activistas trans para organizar la Primera Marcha del Orgullo Lésbico-Gay, de junio de 1992. Recibió un homenaje en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de Rosario de 2008, seguramente el mejor reconocimiento al testigo que luego tomaron organizaciones como Musas de Papel, Lesbianas a la Vista, La Fulana, Cruzadas, Las Safinas, Amenaza Lésbica, Integración Lésbica, Madres Lesbianas Feministas Autónomas, Les Madres, Las Lunas y Las Otras, Grupo Lola Mora, Frente de Lesbianas de Buenos Aires, Malas como las Arañas, Escrita en el Cuerpo, Grupo de Jóvenes Gays y Lesbianas, Grupo Autogestivo de Lesbianas, Baruyeras, Fugitivas en el Desierto, Las Desobedientes, Ultravioletas, Contextuadas o tantas otras organizaciones de lesbianas.
En 2013, desde el programa radial El Vahído (Fm La Tribu 88.7), iniciamos con el apoyo de algunxs legisladores, la campaña para que la Legislatura porteña nombre a Ilse Fuskova ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Un nombramiento que debe ser votado por unanimidad por todxs lxs jefxs de bloques de los partidos y los frentes políticos que ocupan escaños en la Legislatura. Por cuestiones que no entiendo, que me decepcionan y que no justifico, Ilse no estuvo incluida en esa lista. Lxs jefxs de bloques de los partidos y frente que ocupan escaños en la Legislatura decidieron que esa lista estuviera integrada por otros nombres como Luis Landriscina, Gustavo Cerati, Chico Novarro, Arturo Bonín, Hilda Bernard, o Mónica Cahen D’Anvers. Atendiendo a la extensa y destacable trayectoria de Ilse Fuskova en el campo de los derechos humanos y de la lucha por la igualdad de derechos de lesbianas y mujeres bisexuales y de toda la comunidad Lgtbi, Ilse Fuskova tendría que haber ocupado un sitio en estos reconocimientos. Y ya que estamos en plan de pedir y mirar con detenimiento las cosas, también le pediría a este suplemento en el que colaboro que alguna vez tuviera la oportunidad de dedicarle su tapa a la querida Ilse Fuskova.
Gustavo Pecoraro
director de El Vahído
(FM La Tribu 88.7)
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