Viernes, 31 de enero de 2014 | Hoy
ENTREVISTA
En una cruzada por destruir, a fuerza de humor e ironía, los límites entre los géneros musicales, las identidades rígidas y la solemnidad del rock, María Onis y su conjunto Almohada acaba de sacar Pompas de jamón, su primer disco.
Por Paula Jiménez España
Una chica totalmente vestida que rema y en cada remada abre un poquito más las piernas para mostrar, o más bien insinuar, la sombra de una bombacha; o un grupo de jovencitas que en una zafadísima escena de bondage en blanco y negro se pegan entre sí en la cola con raquetas, son algunas de las imágenes de los clips con los que se difunde en la web el disco Pompas de jamón, el primero de María Onis y su conjunto Almohada. Se trata de escenas pornográficas del año de ñaupa elegidas para estos videos por María O., alma mater del grupo integrado también por Katja Burer, Marcos Zoppi, Gaspar Correa Marjak y Karina Flomembaum.
En la entrevista con Soy, más que como la artista inspiradísima que es, Onis se presenta a sí misma como una laburante: “Yo soy la que compone las canciones, organiza y produce. Los muchachos tocan como campeones”, dice humildemente. Entre lo vintage, lo humorístico y lo queer, desde hace quince años este grupo –o más bien ella, única sobreviviente a las cuatro formaciones– viene construyendo una identidad musical y visual bastante poco común. El arte de tapa del CD, por ejemplo, donde se incluye una lengua de la cual hay que tirar para que el disco salte impulsado por un mecanismo de cartón, como casi todo lo concerniente a la creatividad de Almohada, salió de la maravillosa cabeza de María. Para ella, la sexualidad o el género no determinan una estética, ni un estilo artístico; pero cuando se sale de lo normativo, predispone a una búsqueda más profunda y compleja en todos los órdenes de la vida: “Creo que pertenecer a una minoría te pone en un lugar en el que tenés que luchar el doble por todo y que esa lucha te hace más fuerte y más amplia, y con capacidad de mirar todo desde otros lugares. Esto inevitablemente crea una estética. Es algo que sale a borbotones y que no se puede definir o decidir con anticipación”.
María O.: Yo siempre he defendido la causa. Y me parece muy importante la visibilidad. Cuando salió la ley de matrimonio igualitario tuve muchísimas discusiones con amigos que decían que el matrimonio es una institución de mierda, que por qué los gays tenemos que pertenecer a ella. Para mí, primero que nada, se trata de educar al ciudadano, de que las circunstancias sean iguales para todos. Pero, personalmente, no me defino estéticamente por mi sexualidad. La sexualidad es parte de mi vida privada.
María O.: Más que imprimirle, creo que es algo natural. Estar en un escenario ya es algo rarísimo como ejercicio, es bastante deforme exponerse tanto y hacer algo porque sí, porque ni siquiera una vive de eso. Es jugar. En cuanto a los bigotes... sentí que me sentaban bien. En ese video salgo también con un turbante medio indio. Me gustaba abrir la estética a otro país y a una cosa más masculina...
María O.: Sí, ambas cosas se contraponen. Y además busco jugar con el estereotipo de las mujeres cantantes que, en general, usan mucho su cuerpo sensualmente y para mí es algo que no tiene sentido. Es un buen ejercicio la contraestética de lo masivo no tan estético. Me acuerdo de que Björk salió en un recital con un vestido con un armazón de un culo gigante y me pareció buenísimo...
Marcos: Hay algo de Almohada que es muy estético. Con respecto al disco, por ejemplo, lo diseñó María y es increíble, igual que la página. Hay mucha apuesta estética, así que nosotros, el resto de los integrantes de la banda, no deberíamos quedarnos atrás. A mí me gustaría ponerme un vestido también. María me dice que yo soy el más lesbiano del grupo, porque me conecto mucho con esa parte de mi ser, la más femenina, y de ahí viene el mote.
Katja: Cuando vi la presentación del disco, antes de integrar la banda, los videos me parecieron muy graciosos; pero no sólo graciosos: también son fuertes. En algunos de ellos se le pega a una mujer. Es ese contraste de jugar con lo gracioso y lo violento.
María O.: Justo en ese video aparecen las mujeres pegándose entre ellas con unas raquetas, se pegan muy suavemente. Hoy en día los vemos y resulta muy gracioso; creo que no hay nadie a quien pueda hacer sentir mal esas imágenes, ni generar ofensa al género femenino. Ni siquiera la que está atada está sufriendo.
Katja: Lo que le pase a la gente que ve el video es otra historia.
María O.: Autocontradecirse me parece que es un ejercicio buenísimo. Tener la libertad de opinar una cosa y al rato otra. Hay una idea que tiñe todo el disco y que es la de exponer la vulnerabilidad dentro de lo que se puede, tratar de reírse de uno y salir de la solemnidad y de los formatos preestablecidos. Porque en la música hay mucho de eso del rockero, la imagen perfecta, los anteojos negros: modelos que ya están derretidos después de los años ’80. Me parece que la sociedad está mucho más avanzada en sus pensamientos que esos formatos musicales. Lo estético es una forma de hablar desde otro lugar. A lo estético se lo relaciona con algo muy frívolo y para mí lo visual es muy importante, porque es la primera impresión de las cosas en la retina. Será que yo estudié cine...
Marcos: Sí, creo que hay una gran apuesta al humor y a la ironía, y que nuestra búsqueda va por ahí. Todo es coherente merced a poder reírse de uno mismo y transmitir algo.
Marcos: Guitarra eléctrica y máquina de escribir. Esto tiene que ver con el juego. Yo me terminé apropiando de ese instrumento que me divierte mucho tocar. Es una máquina de escribir a la que le hice dos agujeros, le puse unos resortes y a los sonidos los paso a través de un micrófono y los proceso. Lo inventamos Manuel Saores, un amigo, y yo, para una obra de teatro. Me gusta pensar que es un sintetizador analógico, disparado desde algo que es un objeto y que genera sonidos.
Gaspar: En realidad, me parece que más que los instrumentos, es la formación la que no es tan tradicional y en eso se basa. Entonces está él con la máquina de escribir; está María con la guitarra acústica, clásica, pero con pedales; Katja en el contrabajo; los teclados más tecnológicos: todo ese conjunto da una formación no tradicional.
María O.: Los sonidos que elegimos también son graciosos y psicodélicos. Hay dos ramas de canciones. Están las dulzonas, que son más épicas, y las humorísticas, que sí tienen muchos sonidos.
Gaspar: Sí, estuvimos en Corrientes, Resistencia y Posadas, y tuvimos muy buena recepción en los lugares donde tocamos.
María O.: Conocimos el público queer de esa zona, es muy interesante. Por suerte la convocatoria llegó a esos lugares. Porque muchas veces el público no entiende nada de lo que está pasando. Sofía, nuestra anfitriona chaqueña, es una chica trans preciosa que fue con un grupo de gente genial de allá, muy copada. Sofía nos acompañó a todas las fechas. Conocer gente así del interior está buenísimo. En general en nuestro público hay una base queer.
Marcos: Y además es muy lindo salir de esta problemática porteña, salir de la endogamia de tocar sólo en Buenos Aires y para gente de acá.
María O.: Es sorprendente siempre porque nunca sabés qué va a pasar cuando vas a un lugar nuevo. Capaz que te encontrás con sólo dos personas que están así mirándote, o con mucha a la que le brillan los ojitos, como nos pasó en el Litoral. Estar preparado para cualquier cosa hace muy bien. A mí por lo menos.
María O: Se llama conjunto porque es una broma a cómo se denominaban en los años ’60 a las pequeñas orquestas o a los solistas que tocaban acompañados con músicos. La palabra banda es muy rockera y yo no me identifico mucho con el rock.
María O.: Creo que puede existir un arte de amplio espectro que incluya a los gays, a los negros, a todos los desplazados, a todo lo que la sociedad en su búsqueda de un modelo perfecto no acepta. Creo que dentro de la sociedad están los que saben ver la otredad y los que no.
Marcos: Me parece que la gente que tiene búsquedas artísticas intensas, verdaderas, no convencionales, generalmente sufren la marginación en muchos aspectos, y en este sentido se los puede considerar también parte de esas minorías.
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