Mina tiene tres años. Nació el 15 de diciembre de 2010, así que es capricorniana. En aquel momento yo estaba en pareja con Julián. Y yo siempre había querido tener un perro desde cachorrito (a Manchita, una perra anterior, la había adoptado de grande). Julián me regaló a Mina (otros nombres que barajamos fueron Utte o Uma) cuyo nombre refiere a la cantante italiana, y en particular al espectáculo Mina, che cossa sei.

Desde un principio durmió en medio de la cama, entre los dos. Cuando cumplió un año, Julián y yo nos separamos. Mina se quedó conmigo y él tiene su régimen de visitas. Cuando la vamos a vacunar o cualquier consulta médica la llevamos los dos.

La costumbre de dormir en medio de la cama la conservó y le encanta que se quede a dormir alguien para ponerse en el medio. Mina ama a los seres humanos, así como detesta a los animales. No le gustan ni los otros perros.

Mi vieja la cuida cuando yo me voy de viaje de vacaciones, es una santa.

Como foto de perfil en Facebook la tengo a ella. Es que le hago fotos todo el tiempo. El día de San Valentín publiqué una foto de ella en mi muro. Esa fue mi manera irónica de festejar San Valentín.

Por lo general, antes siempre me refería a Mina como mi hija. Pero luego adopté el termino de mi amigo Javier Gasparri: “perrija”. Así no quedaba tan loco cuando hablaba de mi perra. Aunque la veo como hija, sé que no tendría una hija de verdad. Me viene mejor una “perrija” porque me hace compañía. Los chicos me encantan, pero como trabajo con chicos (a los que les doy clases) creo que ya tengo bastante. En mi laburo todos mis colegas saben que soy puto. No tengo tapujos en la institución escolar pública.

Mina es super enérgica, se ve que tiene una parte de galgo y se la pasa saltando. Igualmente ahora está más grande y más tranquila. Ultimamente le gusta leer mucho. Me acompaña cuando yo estoy leyendo en la cama. Así que muchas veces nos quedamos ahí tirados leyendo juntos. Sus autores favoritos son Copi y Perlongher.