LUX VA > A CERO CONSECUENCIA
Azoradx por lo que cree su éxito natural, Lux enfila hacia el bar cross de Palermo y pierde a sus candidatxs en los camerinos de donde salen convertidxs en alegres mariposas. ¡Y unx sin los tacos!
Es en vano: por más que quiera, no puedo pasar inadvertidx. Mamá siempre me lo decía: “Es tu aura, Lux, está que arde”. Ella me lo decía para no tenerme a upa –por eso mi afición por tía Enriqueta, porque ella no me tocaba ni con un palo–, pero algo de razón debía tener porque yo siento que quemo, me prendo fuego caminando por la calle Córdoba un domingo a las nueve de la noche. ¿No es eso queer power? Yo tendría que haber sido pantera negra, estaba en mis cartas. Pero soy lo que soy y el domingo –sin cambio para el taxi ni monedas para el bondi– fui arrastrando mi estela de chongos hasta el bar de la Coca, esx locx siempre tiene algo para unx... que un cariño, que una cerveza, que una peluca olvidada en un locker que mejora cualquier vestuario. Entré dispuesta al abrazo de la Coca, me topé con las tetas king size de la Bachula, casi dejo un ojo prendido cual prendedor a su escote. Me recuperé, me erguí, traía mi estela a las espaldas cual ofrenda a mis amigxs: “Helos aquí, éstos son mi aporte”, les dije a lxs chicxs sin notar que detrás de mí ya no había nada, nada de nada. “No te seguían a vos, Lux; venían a cambiarse antes de que la noche les convierta el aspecto rollinga en calabaza”, me dijo la Bachula señalando el baño de donde empezaban a salir cual colegialas con el último ring escolar. “¡A nosotras de mujer, Lux, sacame esa x de encima!”, clamaron a coro las transmutadas sin perder ese ánimo gregario que arrastraban desde el Pepsi Music, función reggae. ¡Ay, lxs chicxs! Más ganas me dieron de que se pegaran a mi espalda. Pero no, la Bachula estaba nostálgica y ahuyentó al grupo de mariposas. Que si me acordaba de ese día en que entró a una muestra de arte de traje y portafolio y salió a lo Jackie Onassis con anteojos blancos y tres kilos en el pecho. Que si Superman fuera cross aprendería con ella a salir de la caseta más rápido que unx bomberx. Que jamás de los jamases su esposa lo vio así, de tacos y tetas puestas porque su velocidad para montarse es digna del libro Guinness. No quise hacerla callar, pero ahí la dejé mientras me iba prendada de un anca fibrosa, pero bien dispuesta. “Yamila Tall –me susurró la Coca al oído–, 2 metros de músculo cross.” Porque de carne, ni hablar. Pero para eso estoy yo, Yamila, encadilate, dulce, la Lux de mi aura puede ser tuya... Error: la Tall ya se iba en brazos de Carlos de día y protegida de la Coca de noche, después de que su esposa durante 18 años lo descubriera montada en sus tacos y con lencería que ni ella. Antes era mecánico, ahora es sencillamente feliz. Mejor me voy a los camerinos; tal vez, si me pongo tacos, la noche se rinda a mis pies.
Cero Consecuencia, Cabrera 3769
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