Viernes, 29 de agosto de 2014 | Hoy
Este sábado la Fiesta Brandon cumple 14 años y lo festeja con SOY. ¡Imprimiendo y llevando el cupón que aparece aquí entrás gratis! Sus almas máter Jorgelina, Lisa y Violeta, reconocidas expertas en baile y felicidad, recuerdan los comienzos, prometen una noche como antes. Como nunca.
Por Paula Jiménez España
“Mucho, mucho, mucho amor. No el amor cursi sino el amor de creer en algo, de otra manera no podríamos haber resistido tanto tiempo”, dice Violeta, la integrante más perfil bajo del equipo Brandon, que completan Lisa y Jorgelina desde hace catorce años, cuando juntas organizaron la primera fiesta en Cápsula, un local sobre la avenida Córdoba con dos grandes vidrieras que daban a la calle, donde un artista exponía sus obras haciendo parecer al lugar cualquier cosa menos un boliche itinerante. Aunque, a decir verdad, Brandon nunca fue un boliche sino el comienzo de una era. Y con la era Brandon llegó el futuro a la noche torteril (los putos ya eran modernos) y pestañeó con su luz estroboscópica siguiendo el ritmo del electro house, vistiendo camperas plateadas, portando armazones cuadrados, luciendo ultramodernísimos pelos cortos con jopos a lo Lisa Kerner. Y sí, con el tiempo el público de las fiestas fue adquiriendo una apariencia más que reconocible y multiplicándose como el pan entre las cakes. “No sé si creamos nosotras ese look –dice Jorgelina–, pero lo militamos. Ya en nuestro slogan mismo está presente la palabra visibilidad, además de amor y respeto. Las chicas butch y las andróginas son tipo Brandon.” El tipo Brandon existe, sí, y no tiene que ver sólo con lo que se ve, sino también con lo que se escucha. Leo García, Miranda, Adicta, Axel Krieger, entre otros, se presentaron en vivo en estas
fiestas; Carla Tintoré, Pareja, Cristian Trincado, Romina Kohn –tocando para nadie en el comienzo de los tiempos–, Ultraviolet, Thin, es larga la lista de DJs estrellas que pasaron por estas noches de encuentro y de levante –mucho levante, mucho– en las que el punchi punchi hizo estallar la pista. “A veces son las cuatro de la mañana y en el mejor momento viene alguien y te pide Eric Sattie”, dice Violeta –que también fue Dj– y Jorgelina, enfervorizada, protesta: “Algunos nos piden otra música, pero ¿querés cachengue? Andá, que está lleno de lugares”. Fieles al dios eléctrico, desde el año 2000 el equipo B ha llevado su propuesta danzarina a todas partes: un departamento sobre la calle Bulnes, casas particulares, el teatro El Nacional, El Especial, Uniclub, y tantísimos bunkers más donde las fiestas se asentaron por un día brandonizándolo todo, haciendo convivir arte, teatro, muestras de fotografía y desfiles entre otras cosas, con el baile. Pero el paraíso de esa diversidad terminó el mal día en que el hito Cromañón partió la década en dos y las reglas municipales comenzaron a impedir bailar en cualquier sitio que no fuera una disco. Colorín colorado, ésta es la razón por la que Brandon se estacionó durante 6 años consecutivos en Niceto Club y, como no hay mal que por bien no venga, también es la razón por la cual existe la casita de la calle Drago al 200, que ya cumplió más de ocho años, y en la que el arte, rezagado de las fiestas top del ambiente gltb porteño, es casi la principal actividad. De todos modos, cuenta Jorgelina, en la próxima party habrá una intervención de arte en vivo porque Brandon no se resigna a quedarse en el molde así nomás. Lo suyo es –quién podría dudarlo– el movimiento. “Somos el junco que se dobla, porque la flexibilidad es la base. Toda la mierda que sucede y nosotras resistimos. No va la vida sin daños. La única manera es resistir.” “Las fiestas son cada tanto, las hacemos cuando hay algo que festejar –explica Jorgelina–. Es nuestro lugar de encuentro. Nosotras no vamos a abandonar la pista nunca. Y como dice Marta Dillon, ¡hasta la fiesta siempre!”
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