Vie 12.09.2014
soy

LAS LESBIANAS MÁS LINDAS DEL MUNDO

“Me gusta leer, tengo un hobby, estoy estudiando y amo a mi familia.” El discurso básico de las Miss bellezas se completa hoy con “¡ah! y soy lesbiana”. ¿Cambió algo o todo lo contrario? La normalización y la inclusión como dos puntos de la misma pasarela.

› Por Magdalena de Santo

Vestidos largos, brillantes, de una sola manga, cuelgan de las perchas de un armario que se supone universal. Es que hace unos días, la nueva Miss España, Yurena Rodríguez, se declarnó lesbiana justo antes de ir a competir por el titulo de Miss Universo. Y en una suerte de contagio endémico, Miss Irlanda, Maria Walsh –cualquier similitud con nuestra prócer lésbica nacional es pura coincidencia–, le siguió con la cadencia de sus pasos y se afirmó públicamente en su normalidad lésbica. “Ser lesbiana es ser algo normal”, dijo la irlandesa. Con estas dos salidas del closet simultáneas de Miss bellezas universales –de este universo tan chiquito y occidental– dan ganas de pensar, otra vez, los tráficos y contrabandeos de la lógica de la inclusión.

Reconozco las sinuosas trayectorias de lucha y aun la necesidad de visibilización, sobre todo en los pueblos y en las zonas menos metropolitanos. Pero ubiquémonos en el centro, y miremos desde los privilegios (Sandra Mihanovich ya tiene su programa en TN). ¿Qué espíritu colectivo de contagio puede engendrar que chicas lindas salgan del armario? La snobización de la identidad sexual, en este caso, tiene el tufo de canchereada cool progresista de los creadores del universo de señoritas bellas. Algunx podrá argumentar algo acerca de la plusvalía simbólica que generan estas presencias, de la necesidad de referentes, de las alianzas que se tejen en la comunidad lgbt, de la construcción social lenta y paulatina que está incorporando el deseo entre minas. Pero las identidades no son sólo son sexuales y la opresión hoy se juega, sobre todo, en el universo de las imágenes y la representación. Sabemos que son tortas porque primero son Miss Universo, ésa es su consagración y su éxito. Eso es lo que nos llega. En la misma línea, pienso que las narrativas del coming out en la voz de personas felices y sin fisuras prometen más bien la re-producción de una única imagen de la subjetividad lésbica: estereotípicamente linda.

Desde ya que este contagio de perchas habla de un mundo receptivo, sí, pero también de la cooptación mercantil, de la vida espectacular, genial, súper fascinante y divertida de las lesbianas. Copado. No hay nada que temer: entre lesbianas, un “yo” hermoso y normal recorre la pasarela sin vergüenza, ni dolores. En las escalinatas de Milán, con unos terribles tacazos y una faja cruzando la panza dura de abominables abdominales, se oyen los ecos de una norma harto reconocida: “Podés ser linda, flaca, exitosa y además lesbiana”. Así, mujeres cisexuales hermosamente esculpidas por los cánones, iconos del éxito y la buena vida, figuran como la imagen femenina sin nada que esconder. Ni heroica ni temeraria esta confesión duplicada. Se encuentra sobre las bases de una larga, muy larga, alfombrita roja. Y que se porta con coronita.

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