REDES
Marchello es masajista, estudiante de Derecho y teleadicto. Sus perfiles en las redes son el más delirante producto de ese combo.
› Por Franco Torchia
Desde su cuenta oficial, @SoyTuMacho, Marchello Massage tuiteó: “Me calienta Sebastián Tempone de #Infama”. El emisor –en Facebook, Instagram, Vine o Twitter indistintamente– tiene 36, mide 1,70 m, acusa 70 kg, es masajista tántrico y, sobre todo, peludo y teleadicto. Nació en Ramos Mejía, atiende en Recoleta y está por recibirse de abogado. En sus propiedades digitales, va del uso de los aceites esenciales a las declaraciones de calentura extrema pantalla chica mediante, y hace abuso de un cuarteto terminológico tan folklórico como absurdo: a cada rato se afirma como “chongo” o “chongazo”; minuto a minuto, Marchello se autoproclama “macho” o “machazo”. “No sé si lo soy, pero me gusta transmitir masculinidad”, dice en peligrosa clave. En una sucesión compulsiva de anécdotas sexuales, fotos de platos servidos al mejor estilo cocina internacional de hotel 4 estrellas en fase papa noisette, fogonazos de ternura insólita con el héroe oculto rodeado de sobrinitos y videos que prologan masturbaciones a todo volumen con Telefe de fondo, el caso es emblema de un género web en pleno desarrollo: la crítica televisiva a pecho abierto y suspensor puesto. “Me gusta el participante de #EscapePerfecto. No soy tan exigente”, afirma, e instaura una ceremonia en la que una audiencia de 10 mil seguidores adhiere o discute, y termina integrada siempre a otra empresa: elogiar a la voz cantante, exigirle otros ángulos de sus selfies de piernas enmalezadas, celebrar sus fotos “en cuatro” arriba de la camilla con luz ocre y deliberar sobre el grado de depilación al que debe someter sus selvas. “En las redes estoy aproximadamente desde 2010. Las uso con un fin comercial, para promocionar mis masajes. Me permite una exposición pública que un perfil más personal o familiar capaz no”, piensa “el chongazo”. “Por la noche, en general, es el momento donde me relajo y miro más tele. Como en Twitter, uno está liberado y en cierto modo puede poner lo que quiera, me gusta opinar de lo que veo.” De este modo, en la galaxia Marchello hay espacio para el humor de antaño. “Muchos me preguntan: ‘Marce, ¿cómo hacés para ser activo 100%?’. ‘Fácil, me emborracho y no recuerdo si pierdo el invicto’ (el grado menos dos de la expresión de deseo).” “Sí, Agustín, ¡llenámelo de leche! ¡Uy, cómo estoy! #EscapePerfecto”, y la investigación desesperada ante la falta de información suficiente. “Acá, la comunidad gay quiere saber si vos, @hernanlirio, sos gay o no... porque hay rumores, pero quiero ir a las fuentes”, le pregunta de madrugada al presentador de C5N, que horas más tarde tendrá la deferencia de responderle que a él le gustan las chicas, pero tiene muchos amigos gays. En esos casos, Marchello retuitea. Al día siguiente, su tuit “¡Qué lindo es Pablo Camaití (ex CQC)!”, logra tres favoritos y un retuit. Con ideas nacionales y populares, el masajista naturista no amaga, si de intervenir sobre inseguridad se trata: ante el testimonio de robo a un rollermaníaco en un móvil en vivo, dirá: “Le robaron en el departamento. Vive en Palermo y con un amigo..., o sea, es ¡supergay!”. “Como a todos, calculo, me gustan masculinos”, confiesa en otra escalada violenta ante la propuesta de Top 3 de “chomas” de la TV. Los elegidos son: puesto número 1: “Marco Antonio Caponi, esa mezcla de chico de barrio sexy que no llega al baby face”. Puesto número 2: “Luis Novaresio, un look más maduro que me seduce por su inteligencia. Me da sensación protectora y paternalista”. Puesto número 3: “Luciano Castro, la imagen del chongo argentino, morochón grandote con unas tetillas muy sexies”. Radiolandia en Internet e Indiscreciones de verano, sí, pero que quede claro que galanes eran los de antes.
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