TEATRO
Volvió Negra, de Dennis Smith, un entrañable musical familiar tan oscuro como su título.
› Por Alejandro Dramis
Enfundado en un atuendo deportivo de punta en blanco y bolsito sport en composé, Dennis espera impaciente al piloto de una avioneta que se dedica al esparcimiento aéreo de las cenizas de seres queridos. El presente transcurre en la brillosa Miami Beach, “donde todo es fantástico menos esta oficina”, aunque el relato sobre el pasado tiene lugar en la opaca Buenos Aires de los 2000 y algo, entre fríos caserones familiares y deprimentes clínicas del PAMI, en el conurbano bonaerense. La Negra falleció, y las promesas post-mortem en modalidad de disculpas encarnan un relato que se registra en un casete que graba las palabras de su protagonista, mezclándose con antiguos hits musicales reversionados que completan el drama de la pérdida familiar y el peso de la responsabilidad sobre el destino de los más cercanos.
En plan intimista, confesional y en directa complicidad con lxs espectadorxs, el Sr. Smith despliega un sinfín de pequeñas anécdotas, tan personales y minimalistas como cargadas de significados universales: el temor a la propia muerte en el reflejo del ojo ajeno o las contradicciones de la nostalgia por aquello que no se quiere volver a vivir. Será por eso que el tono que reina en Negra es diverso, tragicómico y viaja acompañado de movimientos corporales gimnásticos-queer, al mejor estilo Jane Fonda pero embriagados de Flores de Bach, que intentan alivianar todo lo doloroso y lo temible de esas confesiones personales una vez que se decide sacar-todo-afuera. Será por eso también la obsesión de Dennis por grabarlo todo en un casete con una antigua grabadora de la infancia, para atesorar así esa espontaneidad emocional en un recipiente ajeno y, a su vez, vaciar un poco –aunque sea ficcionalmente– esa cabeza repleta de recuerdos y mandatos.
Entre las muchas reflexiones que dispara la obra, una se destaca por encima del resto: la curiosidad por comprender la naturaleza particular de los vínculos que suelen darse entre hijos y nietos homosexuales y sus respectivas madres y abuelas; por entender la vocación y la sensibilidad en los lazos tejidos junto a esas educadoras, con todo lo bueno y todo lo malo, desde lo más temprano de la infancia hasta su desaparición física y posterior pasaje a la eternidad.
Domingos a las 21 en el ElKafka Espacio Teatral, Lambaré 866
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