¿Qué efecto produce una acción antidiscriminatoria llevada a la práctica con estupidez indiscutible? El caso de la revista austríaca Vangardist, que sobre fines de abril presentó una edición creada junto con la filial suiza de la agencia publicitaria Saatchi & Saatchi, puede funcionar como ejemplo. El número, llamado “HIVHEROES”, fue impreso con tinta parcialmente compuesta por la sangre de tres donantes vih+ (sic). Toda idea de editorxs y creativxs, bienintencionada y mal llevada a cabo, de promover los debates sobre el estado actual de la enfermedad a nivel mundial y de pujar contra la estigmatización de lxs portadorxs, es extinguida por lo anticuado del enfoque. Y no les basta con ejecutar su campaña horriblemente: aclaran que esa tinta fue tratada para garantizar que nadie se contagie por hojear un ejemplar, cuando el HIV jamás podría ser transmitido de esa manera, dado que muere al entrar en contacto con el aire. Nada menor a un papelón. Uno preocupante.

Este domingo 17 se conmemora un nuevo Día Mundial de la Lucha contra la Homofobia, además de toda otra discriminación por identidad de género y preferencia sexual. Fue en esa misma fecha pero en 1990 que la OMS retiró a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Curiosamente, el sitio web del gobierno porteño incluye el día en su Calendario —y aporta el mismo dato que recién comentamos— pero hace agua al momento de detallar su significado y su importancia. Textual: “La homofobia es el odio irracional y exagerado hacia la homosexualidad”. Nos preguntamos, ¿existe un odio racional y moderado hacia la homosexualidad? ¿Un odio que de tan modesto podría ser tolerado? Continúa el texto del site: “Muchos psicólogos, terapeutas, psicoanalistas y especialistas sostienen que la homofobia es expresión del rechazo a la homosexualidad propia reprimida. De esta manera, una persona homófona (sic) es potencialmente un homosexual que no se siente a gusto con su propia homosexualidad”. Cada quien saque las conclusiones que pueda y prefiera.

Que este domingo, una vez más, se entienda muy claro que no estamos aquí para tolerar odios, ni de los titánicos ni de los modestos, ni de los meditados ni de los impulsivos. Exijamos la igualdad cotidiana y efectiva de la que no todxs gozan y la justicia que merecen quienes han sido víctimas de la violencia que todos estos odios, muchos de ellos silenciosos, producen día a día.