FAMILIA ANIMAL
› Por Sebastián Freire
Pablo: Somos una familia animal ensamblada. Cuando comenzamos a vivir juntos Andrea tenía a Clea, una gatita tricolor de trece años que ya falleció, y me sumé yo, con Matilda, mi gata siamesa de casi once años. Matilda está conmigo desde mis 19 años, es hija de la gata de una ex compañera de la primaria, quien al ver mi enamoramiento por su gata me ofreció una cría en cuanto supo que estaba embarazada. Desde que los vi en una película de Disney, me encantan los siameses. A Matilda la esperé hasta que nació como si hubiese alquilado un vientre, crecí rodeado de gatos, me fascinan desde siempre, pero con ella es especial. Tenemos una conexión increíble, humanizándola, una relación de padre e hija, la adoro.
Andrea: Estaba deseando tener una nueva relación con un gato después de un tiempo de la partida de mi primera gata. Fue entonces que adoptamos a Ambar, que la creíamos cachorrita pero resultó estar embarazada y nos dio una camada de cinco vaquitas todas blancas con manchas negras. Toribio y Homero fueron los primeros que elegimos cuando empezaron a aparecer sus personalidades. Los hermanos macana, dulces y mimosos, siempre juntos en sus tropelías. Siempre me fascinaron los gatos, con mi primera gata aprendí que la relación con un gato es de igual a igual, están con vos con suma libertad, te curan, te enseñan, te conectan con la placidez. La experiencia de asistir a su nacimiento, el parto, cortarle los cordones, rescatar a uno de la placenta y salvarlo de ahogarse, el verlos crecer y jugar fue una experiencia maravillosa. Ambar los crió con sumo cuidado y cuando estuvieron maduros nos dejó de la misma manera que vino: por los techos. Mi taller de arte extrañaba ese deambular entre las piernas que limpia todas las energías.
Pablo: “Las vaquitas”, como llamábamos a la camada por las manchitas de Toribio (que fue el primero en salir) nacieron un día antes del estreno de Rosa Chicle 2.0. Menos mal, porque hubiera sido una catástrofe, ya que tuvimos que asistir bastante. Vi crecer muchos gatos, pero nunca había pasado por la experiencia de criar y ver crecer dos hermanos. Toribio es súper calmo y bastante amarrete para los franeleos, y Homerito es el gato más dulce que conocí, a diferencia de Matilda, que es re selectiva y arisca, él es mimoso y alegre. Es como tener un budita feliz gatuno en casa.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux