Vie 31.07.2015
soy

La isla de las fantasías

En Dólares de arena, los directores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas exploran las relaciones de amor y conveniencias entre una joven dominicana y una madura y europea interpretada por Geraldine Chaplin quien tras una vida frente a las cámaras, encarna su primer papel lésbico.

› Por Alejando Dramis

Lejos de su Francia natal y de su familia, en busca de nuevos amores y aventuras en tierras caribeñas, Anne, una mujer retirada, se encuentra perdidamente enamorada de Noelí, una acompañante local que entabla con ella desde hace tres años una relación compleja y misteriosa, construida sobre una frágil y ambigua dialéctica que oscila entre los deseos y los negocios, los sentimientos mutuos y el dinero, proyecciones a futuro y un presente efímero y desconcertante. Localizada en un pueblo paradisíaco de República Dominicana, el vínculo entre ambas se convierte en un triángulo complejo por la omnipresencia del novio de Noelí, asociado a ella en la necesaria búsqueda de dinero, en una región en la que sobrevivir parece ser el leit motiv de sus habitantes. Profundamente poética, destructora de lugares comunes, minimalista y magistralmente protagonizada por Geraldine Chaplin, Dólares de arena retrata a rienda suelta los deseos de una mujer madura y la aceptación optimista del paso del tiempo, de los cambios corporales y, sobre todo, de la sexualidad y el erotismo de quien decide aumentar y rejuvenecer su curiosidad por el amor, las relaciones afectivas y carnales con el transcurso de los años. En una zona repleta de extranjeros adinerados y de jóvenes en busca de medios de subsistencia, en la cual se construyen a diario novedosas formas de relacionarse que escapan a cualquier etiqueta posible, el cine dominicano supo encontrar un escenario en el cual las experiencias locales se convierten en un valioso material de trabajo, porque tal como lo cuentan sus directores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas en diálogo exclusivo con SOY, en la isla “hay muchas historias para contar, pero aún muy pocas películas que lo hagan”.

El film se basa en la novela homónima de Jean-Noël Pancrazi, quien narra su enamoramiento con un chico más joven en la misma región. ¿Cómo decidieron transformar la historia original en una relación entre mujeres?

Laura: –En la zona en la que transcurre la película hay una comunidad bastante particular de extranjeros, que llegan primero como turistas y luego se quedan a vivir, y nos interesaba explorar por ahí. Dimos con la novela de Pancrazi, que había sido turista, se había enamorado y escribió una novela autobiográfica. Al principio hicimos una adaptación muy literal del guión, en el cual él se enamora de un chico dominicano y el chico no se sabe realmente si está enamorado.

Israel: –Por entonces no sentíamos el guión como algo propio y en todo el proceso de adaptación del libro siempre había algo que no nos terminaba de cuajar. Convocamos a Geraldine Chaplin para el papel del personaje de una mujer italiana, que en la novela le da celos al protagonista porque coquetea con el chico, hasta que en un momento nos dijimos: “Tenemos a Geraldine, que está aquí y está muy entusiasmada, y tenemos un guión que todavía no lo sentimos tan nuestro, vamos a pensar en Geraldine como una posibilidad para el rol principal”. Entonces cambiamos a mujeres para los roles principales y ahí empezó a cuajar.

A partir de ese cambio de género, ¿cómo trabajaron la relación entre ellas ya sin contar con el soporte de la novela?

L: –Era de cierta manera diferente que la relación hombre-hombre, pero había algo que manteníamos, que era ese mundo difuso entre saber si realmente hay amor o no, si esa persona está con ella por cariño, o afecto, o por compañía simplemente. Ves la película y realmente te cuestionas si ellas tienen relaciones sexuales, porque hay una búsqueda de otra cosa, de una persona muy solitaria que necesita de afecto y compañía, y eso no cambió tanto. Siempre tuvimos muy claro que queríamos retratar la relación con cierto pudor, no provocar.

¿Por qué con “cierto pudor”?

I: –No nos hacía falta tener una escena de sexo explícito. La película no va de relaciones sexuales, sino más bien de relaciones humanas. Creo que era más importante eso, queríamos explorar otras cosas. Hubo algo también con respecto al cambio de género, porque cuando hablábamos de una película entre este hombre que va con esa relación del mototaxi en Dominicana, inmediatamente nos decían “esta va a ser una película gay” y ya. Se encasillaba, se catalogaba y listo: cine gay, perfecto. Y al momento de cambiarle el género la parte gaylésbica pasaba a un plano menos prioritario, y la prioridad ahora eran las relaciones, y también la relación particular entre ellas, que tiene una sensación maternal, algo que no sucedía con la relación entre hombres, que era más dura.

¿Cómo se construyen las relaciones entre lxs jóvenes locales y lxs extranjerxs en la isla?

I: –Mucha gente nos decía que ésta es también una película sobre turismo sexual y prostitución, y nuestra idea era precisamente profundizar sobre eso para ver que no se pueden catalogar a estas relaciones así, porque hay relaciones de todo tipo. Están las de prostitución, yo te pago y pasamos la noche y listo, hasta otros casos bastante comunes que son: yo llego, sabemos que somos muy diferentes, tratamos de llevar adelante una relación y al final pasan los años y sientes. Y hay relación y hay amor. Decir que porque puede haber dinero de por medio todas esas relaciones son “turismo sexual” es muy fuerte. La película busca ver las cosas de maneras más complejas.

L: –También nos llamó la atención ver cómo, a diferencia de la ciudad en donde se puede juzgar esa relación gay y a esa chica, en el pueblo ocurre lo contrario. Porque saben que ella lo está haciendo para salir adelante, porque hace lo que tiene que hacer y ya. Y de cierta manera estar con una señora era mucho más suave que estar con un señor, y de hecho ella tiene bastante poder en la relación.

Además, Noelí no se ve a sí misma como ejerciendo la prostitución en ningún momento.

I: –Ella para nada piensa que se está prostituyendo. Piensa que se está constituyendo una relación y sí, por una lado está el abuso de “yo te pido dinero”, pero del otro lado está también el abuso o la utilización de la compañía. Uno se da cuenta de que la gente le da mucho valor al dinero, y los espectadores dicen “que no, que Noelí le robó dinero y tal”, pero también son muy cuestionables los deseos de la señora al pretender llevársela a ella a Francia simplemente por un capricho. De los dos lados es muy cuestionable todo. Esta es totalmente otra visión de cómo relacionarse, y eso te implica pertenecer, y al mismo tiempo no perteneces.

Hay muchos primeros planos sobre el cuerpo y la piel de Geraldine, de su rostro sin maquillaje ni arreglos. ¿Cómo fue trabajar ese retrato corporal de la feminidad y la madurez desde una óptica tan realista?

L: –Se dio de forma muy natural, como que ella no es mucho de maquillarse. Y nosotros tampoco trabajamos con maquilladores, tenemos un equipo muy reducido, y le preguntamos si hacía falta que hubiera una maquilladora, y respondió que “no, por mí no”. Y sabíamos que no iba a haber problema con eso.

I: –Ella disfruta de su edad, de sus arrugas y precisamente eso nos ha servido para construir el personaje, como alguien que está viviendo su vejez de una manera intensa, con gozo. Hay deseo, hay un placer en estar rodeado con juventud. Es muy tonto o muy inocente creer que después de cierta edad se acabaron los deseos.

Leí que Geraldine consideraba “un regalo” hacer su primer papel como lesbiana.

L: –A ella le preguntaban si hacer este papel era difícil, y respondía que cualquier papel era difícil. Estoy actuando, vivo de esto, hago esto y me sale. Se sentía muy a gusto. Ella es una persona muy simple, muy generosa. Y con la actriz que interpreta a Noelí también, siempre mantuvo una relación igual, delante y detrás de cámara. Se cuidaban una a la otra, eran muy afectivas y en cada día de rodaje que pasaba Geraldine estaba más nuevecita.

I: –Geraldine decía que ella aparece en películas manejando un coche, pero que en realidad no sabe manejar y tiene que hacerlo (risas). Ella está muy contenta y su participación fue un regalo para nosotros. Se puso a disposición de la película y lo disfrutó. Y ésa fue la magia.

¿Cómo es la situación actual en República Dominicana con respecto a los temas que tocan en el film?

L: –Los pueblos turísticos como en el que transcurre la película son lugares nuevos, creados. No hay familia, no hay tradición, va gente de todas partes y se junta ahí. Son lugares un poco sin reglas. Con reglas como de sobrevivencia.

I: –Dominicana en el campo es difícil, no hay muchas maneras de conseguir educación, trabajo. Y si tú consigues a un extranjero que te está pagando la vida y eso es lo que hay o te mueres de hambre, adelante. Mientras que en la ciudad sí es más cuestionable, y sí hay una lucha como en otros países de Latinoamérica por los derechos gays, hay otra postura. El film intenta poner temas sobre la mesa y que se hable sin catalogarse todo en un solo sitio, abrir desde una temática. Podemos estar hablando de una relación lésbica o de una relación gay, pero no estamos hablando solamente de eso.

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