Viernes, 4 de diciembre de 2015 | Hoy
FAMILIA ANIMAL
Por Sebastián Freire
Con Cachirulo (gatito a rayas) nos encontramos en la selva de cemento un 6 de enero como si los reyes magos hubieran dejado el paquetito. Estábamos listas para salir de vacaciones. El Cachi llegó a la casa en brazos de Luli y la escena fue irresistible. Esos ojos, su pelito, nos besamos sin parar y dejamos al gato en una caja.... Amor a primera vista. Ya pasaron casi dos años y es un gato rebelde, sufre mucho bullying cuando sale por los techos de La Boca porque es suavecito, muyyyy suavecito! Vuelve siempre todo rajado. Con Manchita (perrite pelicorte) nos encontramos el día de la conciencia negra, 20 de noviembre, cuando se estaba queriendo suicidar arrojándose bajo un viejo Renault que pasaba por calle Irala. Nosotras caminábamos por ahí lesbianizando La Boca bajo una lluvia, chapando en medio de un paisaje bucólico de cielo gris y calles desoladas por el feriado. La Mancha se arrastraba a su triste final cuando Luli se arrojó a la calle para rescatarlo... Es tan dulce que te abraza y te mete lengua cada vez que puede. Busca cariño y mimos. Sin dudas de todxs lxs que integramos esta familia, es quien más disfruta de usar ropitas y collares. Con Avalancha fue distinto. La deseábamos, queríamos sumar una perra (más) a nuestras vidas. La esperamos durante meses y finalmente nos llamaron del jardín de infantes Alpargatitas, en Barracas, que había llegado y nos la dieron envuelta en unas sabanitas preciosas. Es loca y contestataria, le gusta chupar y lamer. Cuando llegó Manchita (con sarna y depresión), ella fue su enfermera y compañera y la adoptó como su propia mascota. Coquito (el gato amarillo) y Arturo (el gato peludo) son de matrimonios anteriores. Cuando nos mudamos juntas no nos importó nada y juntamos a dos gatos machos, adultos y castrados... ¡en una misma casa! ERROR. Durante las primeras semanas hubo ataques y volaban pelos por todos lados. Entre alaridos y maullidos nos despertábamos en la madrugada... nuestra estrategia fue llenarle la casa de animales para que la disputa desaparezca. Hoy somos 3 gatxs, 2 perrxs y 2 lesbianas. Todo se resuelve en asamblea, pese a que nosotras intentamos que el peronismo reine en el hogar, nos siguen tratando como una minoría y se imponen con ladridos, aullidos y maullidos sumado a las toneladas de caca que juntamos permanentemente.
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