FELICES REYNAS
En estas fiestas regale queer
La trama de Flix (Erake Ediciones), ganador del Premio Hans Christian Andersen, es sencilla: una pareja de gatos espera un gatito, pero para su sorpresa el recién nacido resulta ser un cachorro, Flix. Este crece en un vecindario felino y aprende a hablar los idiomas de ambas especies. Su padrino, el sabueso Doctor Albóndiga, le enseña a hablar en perro, “¡que pronunciaba con un ligero acento gatuno!”. La vida de Flix, narrada con guiños entorno al valor de la diferencia, se mueve entre el mundo de los gatos y el de los perros, surfeando enfrentamientos y buscando puntos de contacto entre ambos bandos, tarea que hasta lo lleva a fundar su propio partido, el GPU: Gatos y Perros Unidos. Cuando Tomi Ungerer dio a conocer Flix, en 1997, hacía 20 años que no escribía para chicos, sino que dedicaba su tiempo a la sátira política y erótica. Es poco lo que se conoce en estas tierras sobre este autor nacido en Estrasburgo, en 1931. Apenas se han traducido algunos de sus libros, menos se conoce su faceta como activista (contra la Guerra de Vietnam, el racismo y el especismos) y de caricaturista. Menos todavía, su infancia, que transcurrió durante la ocupación nazi. En esos años Tomi Ungerer -educado en el antiautoritarismo, con un padre fabricante de relojes astronómicos, extravagante inventor, y una madre escritora, amante de la música y cultivadora plantas medicinales- resistió la bajada de línea fascista resguardado detrás de las portadas de los libros de Jules Renard, Paul Verlaine y Jacques Prevert. Al final del año escolar el diagnóstico era unánime: el boletín decía “perverso y subversivo”. Después de pasar su juventud recorriendo continentes a dedo, se instaló en Estados Unidos, publicó su primer libro infantil, Los Melops se lanzan a volar, sus trabajos empezaron a aparecen de Esquire a The New York Times, y lo llegaron a calificar -con mucha mayor consideración que en su infancia- como uno de los ilustradores más influyentes del siglo XX. Ningún beso para mamá (1973), otro de sus pocos títulos que se consiguen en español, llegó procedido por el escándalo: le valió escraches de grupos conservadores, el Premio al Peor Libro publicado para niños de ese año y la prohibición (vigente hasta principios de 1990). ¿Qué del libro desató tal aquelarre? Mostraba a un niño haciendo lo segundo en el inodoro, madres pasadas de copas y padres apestando con sus cigarrillos.
Precio: 270 pesos. Distribuye en Argentina: Calibroscopio Ediciones (www.calibroscopio.com.ar)
Los muñecos de Maruyas están hechos con telas, botones y cintas recicladas, están pintados y bordados a mano, rellenos con vellón siliconado y pueden funcionar también como almohadas o muñecos de apego. La lógica serial no funciona para Maruyas: Patricia Satta y Maru Yanguas no hacen ningún muñeco igual a otro. Hay personajes de fantasía, animales y humanos. También los venden en combo filial: hay familias homoparentales, japonesas, pelirrojas, abuelos con nietos o con gatos, grupos de vikingos o monstruitos. Algunos combos vienen prearmados en una bolsa de tela pero también pueden agruparse a gusto, dando rienda suelta para imaginar o recrear el propio monstruo familiar.
Precios: desde 50 a 200 pesos. Pedidos por Facebook (Maruyas)
Christian Bruel es el fundador de Le sourire qui mord, una de las primeras editoriales en producir libros sin tabúes para niños. Es el autor de La historia de Julia, la niña que tenía sombra de niño, libro pionero en abordar el tema de las feminidades masculinas, 40 años atrás. Para Camila, la leona cachorra protagonista de La hora de los padres, sus papás son lo que son pero también podrían haber sido: una pareja de robots, una comunidad de roedores, matemáticos que dan clases por televisión, agentes secretos, dos leones que arreglan computadoras o una osa cross. Esta edición en español del libro publicado por primera vez en 1999, que conserva las ilustraciones originales, abre el juego para desarticular la parentela, sus aledaños y sus desvíos.
Precio: 155 pesos. Distribuye en Argentina: Calibroscopio Ediciones (www.calibroscopio.com.ar)
Uno, Otro, Todos, Nadie y Alguien, todas palabras anónimas, en este libro-álbum se escriben con mayúscula. Son los nombres de los personajes. Su autora es María Wernicke, ilustradora desde 1994. Algunas de sus pinturas se pueden ver en Candelaria y los monstruos (Griselda Gálmez) y Hans Grillo y otros cuentos (con texto de su padre Enrique Wernicke), y como autora integral sus trabajos fueron premiados por la Asociación de Literatura infantil y Juvenil de la Argentina más de seis veces. En Uno y Otro, cada cual está en la suya. Uno vive en un universo blanco sobre negro. Otro, viceversa. Aunque nunca se diga cuáles son –las palabras y las explicaciones están puestas sobre las páginas con cuentagotas– una serie de suposiciones los enfrenta. Uno y Otro viven en parajes paralelos, no se tocan, se delinean por contraste, pero Todos (el personaje colectivo, coro chismoso y avivador de la discordia entre Uno y Otro) sabe que ambos se encontrarán. La desastrosa primera cita es una profecía autocumplida. La segunda trastoca el orden de los mundos.
Precio: 115 pesos. Distribuye en Argentina: Calibroscopio Ediciones (www.calibroscopio.com.ar)
Siempre son más interesantes los juguetes que no son nada y pueden serlo todo. Ese es el caso de Ikitoi, un proyecto de juguetes pergeñado por diseñadores independientes, que concibe a los chicos como creadores antes que consumidores. Los Juguetes de Ikitoi se alejan de las propuestas mayoritarias de objetos neuróticamente divididos entre lo que es para niñas y lo que es para niños. No son juguetes estáticos, terminados, sino herramientas para que construyan figuras de gran tamaño. Con las piezas geométricas y los conectores, pueden armar sus propios espacios, nuevos mundos, para luego jugar dentro. Con el Kit Creatividad, por ejemplo, pueden construir un barco, un avión, una casa, un camión, un auto, un tren, un teatro de títeres, una cocina y hasta una nave espacial. Hace poco incorporaron una aplicación para smartphones, que permite llevar el juego a otro nivel, uniendo el mundo físico con el virtual.
Precios: entre 800 y 900 pesos. Pedidos a: ikitoi.com
Un universo del autor e ilustrador francés Benjamín Lacombe incluye hombres-perro, niños de pálida tez y ropa de épocas pasadas, a medio camino entre Allan Poe, Tim Burton, David LaChapelle o Diane Arbus, y temas como la infancia, la melancolía y la diferencia. En 2007, se convirtió en una joven celebridad del mundo editorial desde el lanzamiento del sello Walker Books y gracias a la nominación de la revista Time, que incluyó su libro Cereza Guinda dentro de los 10 mejores títulos infantiles publicados en ese año. Un chico de pelo largo –que cuenta la historia de Loris, un niño melenudo al que confunden a menudo con una chica– fue publicado en 2006, justo antes de su consagración. Una edición local acaba de salir a la luz gracias a Quipu.
Precio: 135 pesos. Editorial Quipu: www.quipu.com.ar
Se trata de una historia situada en la España rural. El protagonista es un toro, Ferdinando, a quien no le gusta embestir a hombres ni animales, y a nada ama más que a oler las flores. Un día a Ferdinando lo pica una avispa. Se enfurece y por su ira momentánea es confundido con un animal bravo. Se lo llevan a la plaza de los toros. Pero allí, no solo no se molesta en atacar al torero, sino que se dedica a olfatear las flores que lucían las presentes. Ferdinando, el toro (Editorial Lóguez) festeja las andanzas de un personaje acosado y extranjero. Fue seleccionado por la Internationale Jugend Bibliothek como uno de los diez libros clásicos a favor de la paz. Su autor, Munro Leaf, bien podría ser considerado el abuelo de toda una corriente de literatura infantil con abierta conciencia de la diversidad (por cierto, un abuelo bastante menos didáctico y declarativo que sus nietos): Ferdinando fue publicado por primera vez en 1936, apenas unas semanas antes del estallido de la Guerra Civil española. Fue considerado propaganda republicana, prohibido en ese país y quemado en la Alemania nazi. Se convirtió en un éxito internacional de todos modos, y fue traducido a más de sesenta idiomas y vendió millones de ejemplares en todo el mundo.
Desde hace más de diez años Cristian González diseña y construye muñecas y muñecos de porcelana fría articulados. Se encarga desde la idea hasta el vestuario, pasando por la escultura y la pintura. No hay moldes, cada pieza está hecha a mano. Tampoco hay moldes etarios: se las llevan niños y adultos por igual. Y mucho menos hay moldes de género. Hay personajes de terror, mórbidos, oscuros; por otro lado, los mitológicos; otros que parecen salidos de cuentos de hadas y finalmente los “tema libre”, totalmente inetiquetables. Hay algunos de apariencia masculina con marcas de haberse sacado los pechos, figuras femeninas con pene, figuras masculinas con barba y tacos a lo Conchita Wurst, elfos con cuernos y tetas, rastas peludos y maquillados. “Mis muñecos son lo opuesto a las muñecas comerciales. Pueden ser para chicos pero muestran realidades humanas variadísimas, realidades adultas. No infantilizan a su posible comprador, pero al mismo tiempo están repletas de imaginación. No tienen nada que ver con lo que se encuentra en una juguetería masiva”.
Precios: de 1000 a 1800 pesos. Pedidos por Facebook: Cristian González (Constantino)
Cris tiene cuatro años. Cuando crezca quisiera tener barba como su papá y tener un rancho con caballos y vacas. Sus padres hubieran esperado que, más que al rancho, le gustase jugar a la casita. Con pocas línea para el relato y apoyándose en bellísimas ilustraciones de acuarela, El rancho de Cris (Bellaterra) cuenta la vida cotidiana de un niño trans y la reacción de los demás frente a los primeros indicios de su identidad de género. Después de una ojeada al ras del libro de María Gutiérrez, ilustrado por Nazara Lázaro e Isaac Correa, se podría pensar que el destinatario son los niños y las niñas. Pero cuando se avanza a través de las páginas, el lector modelo parece ser adulto: aquellos que acompañan y/o se asustan con la niñez trans; padres, madres y docentes. Al final del libro aparece una “Guía para familias y educadores”, que bien podría llevar el subtítulo “Mi hijo es trans, ¿qué hago?”. Aunque es un libro del 2015, atrasa unos pasitos cuando se cuela el concepto de disforia de género a falta de otros no patologizantes. La guía para instrucción de los adultos, que aclara en lenguaje para nada técnico por ejemplo la diferencia entre identidad de género y orientación sexual, introduce conceptos como roles y performatividad y hasta recomienda libros y películas para profundizar en el tema.
Precio: 280 pesos. Se consigue en Librería de Mujeres (Pasaje Rivarola 133)
Una corona invertida. Ese es el logo muy chiquito escondido en un rincón de cada tapa de los libros de la colección Antiprincesas, editada por Sudestada y Chirimbote, escrita por Nadia Fink e ilustrada por Pitu Saá. Cada uno repasa la vida de una mujer latinoamericana que hizo historia. Por ahora son tres: Frida Kahlo, Violeta Parra y Juana Azurduy, aunque lxs responsables dicen tener en la mira a Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Lola Mora y Micaela Bastidas, prócer de la independencia peruana. Son historias sencillas, con destellos a contramano de los relatos oficiales entorno a esas figuras, a medio camino entre los datos chequeados y los mitos que las enaltecen. El dinamismo lúdico entre las caricaturas y los textos genera niveles de lectura. Hay destacados, chistes, dibujos, viñetas, fotos intervenidas, aclaraciones e intervenciones de personajes -animales u objetos animados- por fuera de la trama que evocan la insistencia del “¿y por qué?” infantil. Azurduy lee en las penumbras de un convento durante la infancia, guía a tropas de la independencia con el bombo a cuestas y pare en plena la batalla, rescata ella a su compañero de lucha (“¿Pero cómo? ¿No eran los caballeros los que rescataban a las princesas?”). Violeta Parra, cuando hay que elegir entre el marido y la guitarra, deja que ganen el nomadismo y a la música. Para Frida: trasnochadas junto a Tina Modotti, una niñez entre el dolor, la creatividad, el atrevimiento (por los que será celebrada y regañada en partes iguales), cultura originaria, yire entre fronteras y la muerte narrada desde el punto de vista de la cosmovisión azteca. Todos esos temas, y también, el poliamor y la polio son abordados en un lenguaje para chicos nada infantiles. Arte, barro, perlitas de género y el festejo de la irreverencia son el motor estas figuras nada principescas.
Precio: 80 pesos. Pedidos por Facebook (Chirimbote)
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