“La tinta es mi sangre”, reza como manifiesto el cartel de bienvenida al universo sensual, erótico y porno de Apollonia Saintclair, localizado en un blog de la red Tumblr. La misteriosa ilustradora y dibujante, de la que por propia decisión poco y nada se sabe sobre su persona o ubicación geográfica, hace del anonimato una herramienta estética y política, con el objetivo de dejar hablar libremente sus trazos para materializar con sus ilustraciones las más irrestrictas fantasías propias y ajenas en primerísimos y explícitos planos, siempre contra toda censura y autocensura.

“Dibujo por mi propio bien y para tu placer”, asegura en su cuenta de Twitter, y no deja espacio en donde sus chicas no puedan tener sexo, masturbarse o admirarse a sí mismas frente a espejos o vidrieras comerciales, camas, pisos, parques, bosques, canchas de tenis, estaciones de metro o inclusive en el espacio exterior ingrávido: cualquier locación constituye un potencial escenario para situaciones calientes y apasionadas, la mayoría de ellas en blanco y negro y con un marcado contraste que opera, quizás, como una provocadora metáfora sobre las fronteras que sus obras se proponen derribar, como una invitación a cambiar las normativas del goce domesticado por el desenfreno erótico o el binarismo de género por una calentura espontánea en el deseo de una otredad sin etiquetas ni cercos.

Apollonia trabaja entintando desde siempre, pero en 2011 intensificó sus carrera profesional, fuertemente influenciada no solo por lxs grandes dibujantes de comics eróticos, sino también por la literatura de autorxs como Sade, H. P. Lovecraft, Henry Miller o Anaïs Nin. Sus ilustraciones se apropian de lienzos, libros, tapas de discos, remeras, pañuelos o fundas de celulares: solo le basta encontrar una superficie apta para clavar su afilado plumín y trazar las líneas excitantes que le dan tinta y cuerpo a sus maravillosas creaciones.