Ilustra para niñxs, convierte mitos y leyendas mexicanas a una versión marica, extraña y libre. En Internet se la encuentra con más de media docena de nombres y un montón de combinaciones entre sí. En todos aparece fijo el de “Medusczka”.
› Por Alejandro Dramis
“Comenzaré diciendo las cosas que de ninguna manera soy, pero que las personas con sus lecturas asumen que sí: no soy hombre, no soy heterosexual, no soy gay, no soy homosexual, no soy queer o cuir. Tampoco soy artista visual o me dedico a la performance. Lo que soy es una Trans-Marica-Feminista dedicada a la ilustración como herramienta para descifrar, desmontar y evidenciar los obscenos y grotescos cimientos de un sistema. Devine Trans-Marica y me construí Medusczka”.
Medusczka Gorgona Transfeminista Antipatriarca Starduzt o Lic. Medusczka Transfeminista Vertebrae, son algunos de los nombres con los que se lx conoce en la red, ámbito en el que mayormente exhibe sus ilustraciones. Me nombro “Medusczka” a partir de mi obsesión por ese ser marino a simple vista asexuado, la medusa.Hace años Medusczka subvierte el imaginario popular mexicano a través de sus obras de temática marica. Ilustra leyendas y relatos de las tradiciones orales aborígenes y participar en festivales por los derechos de las mujeres en México, por la diversidad sexual y en campañas de afiches para la prevención del VIH. En 2014 publicó una de sus ilustraciones más populares, “El Santo niño marica”, en el libro Such is Life in Banana Republic, un e-book visual y aforístico que reúne a más de veinte artistas visuales y escritorxs disidentes mexicanxs de la última década. Medusczka se propone romper con el clisé de las ilustraciones infantiles tradicionales mientras pone en jaque el ser “hombre” y el ser “mujer”.
“Van a ver que en mis ilustraciones se ha vuelto recurrente el traje de charro, como símbolo de ese macho rancio tan arraigado en la colectividad mexicana. Al pintarlo de rosa marica subvierto sus efectos tóxicos.
El niño santo partió de un texto de Beatriz Preciado que se llama “¿Quién defiende al niño queer?”. La hice cerca de un 2 de febrero, una fecha que se celebra como el “Día de la Candelaria” para los católicos. En México existe la tradición de que en esa fecha se visten a figuras hechas con yeso del “Niño Dios”, y los visten de muchas maneras. Entonces tomé esa idea, pero para travestir al niño con un vestido y representar en él a esas infancias silenciadas del heteropatriarcado.
Cuando comencé a trabajar en los libros de texto gratuitos para comunidades indígenas, lo hice porque encontré un vínculo. Tanto yo como ellas pertenecemos a minorías históricamente marginadas. Claro que no es lo mismo ser una persona disidente sexual en la ciudad que serlo en el campo; hay intersecciones que todavía deben hacerse visibles en México. Y en este sentido, me parece que en este país quedan todavía muy invisibles las personas que aparte de ser indígenas, son transgénero, homosexuales, lesbianas o que viven con VIH.
En México el machismo en su cara más descarnada se expresa en el creciente número de feminicidios que ocurren a diario. De acuerdo con datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, son asesinadas 6 mujeres al día y la gran mayoría de esos crímenes quedan impunes, al macho Estado Mexicano no le interesa investigarlos y se vuelve cómplice de estos asesinatos. Creo que sería muy pretencioso de parte de quien hace arte pensar que lograría cambiar esta situación solo con eso. En mi caso, con la ilustración, creo que tiene aún más difusión y proximidad con mucha más gente de la que podría tener una pintura en un museo, y me gusta aprovechar esas propiedades lúdicas de la ilustración para transmitir ideas y mensajes en ese sentido.
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