¿Cómo ser gigante, amazónica y elegante? Educá tu cuerpo, amaestrá tus jamones, entrená tu espalda y reafirmá tus brazos. Si, todo eso. ¿Cómo? Amigándote con tus carnes, nada más simple. Parate frente al espejo y cuando superes la etapa de criticarte de pies a cabeza llega el momento del amor. Entendé tus proporciones y fijate cómo resaltar eso que te encanta. Siempre está ahí.

Es importante mantenerte en sintonía. No todo lo hace una galleta de arroz. Tomate un juguito de limón con agua en ayunas, bancate unos minutos y desayuná.

Salí, caminá, corré el bondi, usá la bici. Una rutinita de abdominales te deja diosa (lo importante no es tanta cantidad si no las repeticiones). Apoyate contra la mesada y hace brazos, tira la cartera al piso y agachate a buscarla, así unas diez veces y tenés unas regias sentadillas. Buscá la manera en la que tu entrenamiento sea parte de tu día.

Lo más importante, si vas a entrenar, es que seas coherente con tu cuerpo y no te olvides de ninguna parte, no hay nada más feo que un torso de Hulk y unas piernas de tero. Y si no, decidilo y volvete proporcionalmente única.

Una que es anfitriona tiene que estar siempre con el cuerpo alerta como los animalitos: para poder resolver atléticamente cualquier imprevisto que se presente y siempre resolver a lo grande. Porque quien decide pararse arriba de unos mega tacos es para ser buena anfitriona y recibir de maravillas a la gente que viene a verla, hacerla sentir en un mundo mágico donde pollera y bigote van de la mano a la hora de jugar. Cuando me dicen “Parker volvé al circo de donde saliste” me hacen feliz: el circo no es más que un mundo mágico y nada más bello que envolver de magia el mundo. Por eso te digo amigate con tu cuerpo y volvé tu fragilidad una habilidad. Un secreto de cartera: petaca, espejo, esmalte y frutas secas (te sacan la resaca como nada ni nadie).

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