PRIMER AMOR
› Por Luis De Grazia
Sacudí mi universo cuando, con la honestidad por años contenida, imaginé mi vida en unos cuantos años más. Quizás casado con la homofobia y perdido en agonía en algún túnel del deseo negado.
El bullying no me fue ajeno. En el barrio era el puto al que había que enderezarle el pasito torcido. En la escuela, el maricón que prefería la amistad de las nenas; y siempre fue más fácil y más satisfactorio. No me hallaba en los juegos performativos de la masculinidad, ni estaba a la altura del ojo policía de mis supuestos pares.
Las voces del afuera me eran tan atroces como las propias convencidas del error, y así me fui obligando a imitar la mampostería, por supervivencia. Pero en algún punto, el miedo es como aquel matoncito, te convence de su supremacía hasta que le das la espalda y su poder se esfuma junto a la impotencia.
Las puertas del closet abrieron el mundo a las posibilidades. Hubo luz, una luz que no ciega. Conocí gente nueva, amigxs, amantes, ejemplos, y en el momento exacto al amor de mi vida, Martino. De la mano recorrimos pendencieros las veredas que antes parecían inhóspitas a nuestra mariconería. Juntos caminamos las calles de nuestra primera Marcha del Orgullo, inflamando la llama de nuestra rebeldía adolescente, que nos demandaba seguir queriendo cambiar al mundo, tenerla siempre por aliada.
Poco después, el 12 de diciembre de 2002, nos colamos en la Legislatura, donde nos cruzamos por primera vez con nuestrxs compañerxs de la CHA. Con ellxs festejamos que los votos de la discriminación no se impusieron contra la primera ley de Unión Civil de Latinoamérica.
Muy atrás la oscuridad del closet, quisimos abrir todas las puertas. Nuestra pasión quería debatir, denunciar, actuar. Junto a mis compañerxs le puse la cara y el cuerpo a la lucha. Desde 2004, con lxs amigxs del Grupo de Jóvenes de la CHA, lesbianas, gays y trans indagamos en la conciencia que presentimos conservada, jugamos políticamente con nuestra visibilidad y el espacio público. Apelamos a las lgtb con nuestro "Salí del closet", y necesariamente a nuestras familias, educadorxs y amigxs, porque en la valoración de la diversidad y la destrucción de las opresiones tenemos que participar todxs.
Las Madres ya lo previeron, la única lucha que se pierde es la que se abandona. Las leyes represivas, la privación de nuestros derechos, los crímenes de odio y el desprecio que se impone sobre nuestros cuerpos, géneros, sexualidades, bellezas y libertades, nos deben encontrar siempre con los puños en alto.
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