A LA VISTA
Para imponer su propia voz y su propia agenda, jóvenes y adolescentes desde los 12 años que viven con vih se conectan a través de la web.
Años dice haberse pasado Mariana Iacono buscando un espacio en donde poder compartir con otros chicos y chicas de su misma edad su experiencia de vivir con vih. Y si bien hoy ella tiene 26 años y se resiste a pensarse como adolescente (más allá de que haya a quienes sí les cabe el sayo de la “adolescencia extendida”), lo cierto es que el tiempo que pasó sintiéndose sapo de otro pozo en grupos de personas con vih en los que siempre era la más chica, la alentó a crear un espacio diferente. Así nació la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos, una iniciativa que está dando sus primeros pasos y que Iacono, junto con su amigo Alejandro Pompei, lleva adelante con el objetivo no sólo de formar un ámbito de pertenencia para chicos y chicas seropositivxs de entre 12 y 30 años, sino también con el de darles mayor visibilidad y capacidad de organización a personas de una franja etaria que suelen sentirse relegadas.
“Lo que pasa, en general, es que cuando una organización que trabaja con la problemática del vih hace un proyecto para adolescentes, son adultos los que lo hacen. Y ese proyecto nace de lo que a ellos les parece que son las necesidades de los adolescentes”, opina Iacono, quien advierte que en materia de políticas públicas también es raro que el Estado convoque a adolescentes para que participen. “Queremos que nos tengan en cuenta a la hora de tomar decisiones, e impulsar la creación de nuevas y nuevos líderes. Llama la atención que en la Argentina, habiendo más de 130.000 infectados, seamos tan pocas las personas visibles.”
En un principio, la Red va a funcionar a través de Internet (el egroup es: redargentinadejovenespositi [email protected]) y Iacono espera que sirva para intercambiar información, pero también como un lugar que permita “hacer nuevos amigos, ponernos de novios, bancarnos en los bajones, contarnos experiencias”. Y para trabajar en una agenda focalizada en los más jóvenes, obviamente. “Yo soy trabajadora social y doy talleres sobre vih en colegios —cuenta Iacono—. Y lo que veo entre los adolescentes es que sigue existiendo el prejuicio de que quien tiene vih es o ha sido una persona promiscua. Por otro lado, lo que acrecienta la vulnerabilidad entre los jóvenes es el consumo de drogas y de alcohol, porque si vas a un boliche y tomás una pastilla de éxtasis es más probable que después te olvides de usar preservativo. Además, los jóvenes hoy ven que la enfermedad se cronificó, que la medicación te la da el Estado, o conocen a alguien que tiene vih y está bien, y eso hace que ya no tengan tanto temor a contagiarse. Por eso no creo que haya que hacer la distinción por orientación sexual, porque ya pasamos la etapa de los `grupos de riesgo’. Hoy el único grupo de riesgo son los pobres, que no tienen acceso ni a la salud ni a la educación ni a condiciones de vida dignas. De ahí que, más allá de esto, hoy todos estemos en riesgo de la misma manera.” l
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