Viernes, 23 de mayo de 2008 | Hoy
PRIMER AMOR
Por Fiamma
Yo tenía 12 años. Había comenzado el Liceo. No me gustaban los varones ni las mujeres. Estaba “en otra cosa”. Hasta que la conocí a ella, profesora de geografía. Ni siquiera era mi profesora. Se llamaba Celina, debía tener algo más de treinta años y era, según mi confiable definición, la mujer más hermosa del mundo. Imposible de describir. La amé a lo largo de toda la secundaria. Sólo fui su alumna por quince deliciosos días, cuando ella cubrió el oportunísimo accidente que tuvo la que era mi profesora. En dos semanas me volví una experta que señalaba el mar de Mármara o el estrecho de Oshkosh a ojos cerrados. Ella poseía ese conocimiento. Si yo lo compartía, también tenía algo de ella…
Averigüé su dirección y pasé casualmente por la puerta de su casa cada sábado. Conocía sus horarios en el Liceo y la cruzaba casual y permanentemente por los pasillos. Como premio a mi tesón, recibía su sonrisa. No podía ni pensar en hablarle, era perfecta: exacta y distante como un astro. Y eso me venía bien.
Por esa misma época comenzaron los comentarios de que ella era “rara”, “torta”. ¡Lesbiana! Y novia de un tortón patrio que daba clases de matemática.
Cuando terminé 5to año, le llevé mi amor, mi sonrisa y mi último guardapolvo blanco para que me lo firmara, tal como era costumbre. Ella, para mi sorpresa, no me pregunta el nombre y pone la dedicatoria: “A Fiamma con todo mi cariño”. Años después, un domingo al abrir la revista del diario Clarín sentí que se me salía el corazón por la boca: Celina estaba allí. Sólo me extrañó verle el pelo un poco más largo. Al leer el epígrafe de la foto se abrió el horizonte. Catherine Deneuve. Y así orienté mi sexualidad casi al mismo tiempo que mi amor por el cine francés. Toda una utilitaria.
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