CINE
La nueva película de Ang Lee encuentra el factor gay en el ya mítico evento de Woodstock
› Por Diego Trerotola
Si toda una vida se puede justificar por estar en el lugar y el momento correcto al menos alguna vez, y así ser artífice o testigo de un hecho histórico, en 1969 Elliot Tiber tuvo la suerte de garantizarse una doble vida. Incluso, hablar de "sentido de la ubicuidad" para referirse a la biografía de Tiber parece ser poco: no sólo estuvo la noche el 28 de junio en la primera línea de combate cuando en el neoyorquino bar Stonewall se desencadenó la resistencia a la razzia policial que fundó el movimiento glbt, sino que unas semanas después también haría posible que el festival de Woodstock tuviese lugar, literalmente hablando, porque consiguió el espacio para que se realizara el concierto, donde 500.000 personas crearían un pequeño mito expansivo de los felices finales sesenta. Esta semana se cumple el aniversario cuarenta de ese legendario concierto del verano hippie, y el próximo 26 de agosto se estrenará en Estados Unidos (en Argentina está anunciada recién para diciembre) la película de Ang Lee basada en Taking Woodstock, el libro autobiográfico donde Tiber relata la historia del “gay que hizo posible Woodstock”. Otro mito más dentro del stock de mitos, y ya van… Porque hay quienes ponen el testimonio de Tiber entre comillas, no tanto por la duda sobre su presencia efectiva en esos eventos, sino por el grado de fabulación sobre la importancia de su figura según la describe en los dos libros biográficos que publicó hasta ahora. Lo cierto es que el cineasta Ang Lee trató de seguir explorando la veta que impulsó con su Secreto en la montaña, para tratar de iluminar los iconos de la cultura estadounidense desde una homofilia frontal. Antes el cowboy, ahora el hippie, siempre el joven que enfrenta la supervivencia en un pueblo donde la tensión de la visibilidad gay es asfixiante: asiduo de Truman Capote, Robert Mapplethorpe y Warhol, la vida neoyorquina de Tiber estaba signada por una libertad sexual que en su pueblo, y frente a su familia, no podía ejercer. Pero a diferencia de la ficción melodramática de Secreto en la montaña, con Taking Woodstock el director taiwanés retrata la penosa vivencia del closet desde la comedia testimonial, con música sesentosa de fondo y con una serie de personajes al borde del camp, como el ex marino travestido interpretado por Liev Schrieber. Igual no hace falta mucho lustre para hacer brillar el lado gay de Woodstock, entre tanta androginia melenuda, tanta bijou unisex, tanta florida cultura lisérgica.
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