En el inventario de los outing históricos, hay uno fundacional, desplegado en 1895, cuando el padre de Lord Douglas pide la condena de Oscar Wilde, bajo la acusación de “amoralidad”. Wilde, amante de Lord Douglas, quedó así expuesto al escarnio de la sociedad victoriana y a su propio ocaso.

Alemania fue pródiga en escándalos, y el affaire Harden-Eulenberg fue el primer gran outing serial del siglo XX. Periodistas opuestos al Kaiser Guillermo acusaron de “pederastia griega” a su círculo íntimo, muchos de ellos diplomáticos y militares prominentes.

Los ecos del jolgorio prusiano resonaron en el Ejército Argentino, dentro del cual hubo en el siglo pasado dos grandes episodios: el primero, la acusación del capitán Arturo Masedo al mayor Comas, que lo asesinó en 1906. Los medios de la época temieron por una crisis de jerarquía en la institución armada. Pero la más estridente salida masiva del closet, y por la fuerza, se dio en 1942 con el escándalo de cadetes del Colegio Militar, fotografiados desnudos y con las gorras puestas en fiestas de gays. Se cree que en la proclama de los golpistas de 1943 se aludió elípticamente al caso cuando se subrayó la corrupción en que habían caído las Fuerzas Armadas.

Más cerca en el tiempo, hay que acordarse de Rock Hudson, el histórico galán de Hollywood, que en 1985 muere de sida y cuya homosexualidad recién descubierta recorre la prensa de todo el mundo.

En el universo del fútbol, los rumores se compran como obras de arte. Pero sólo Justin Fashanu salió del closet en 1990, a raíz de lo cual sufrió la persecución mediática, y se suicidó el 2 de mayo de 1998. El recuerdo de su historia y su muerte dio origen al día internacional contra la homofobia en el fútbol.

Para la Iglesia, otro de los grandes consorcios masculinistas, padecer el outing es ya una rutina. En la Argentina, dos nombres notables aportan al elenco: el arzobispo Storni, de Santa Fe, y el cura que entendía a su modo la felicidad de los niños, Julio César Grassi.