El final de los ‘90 y del ciclo neoliberal no fue fácil para el movimiento gltb. Las lesbianas, que habíamos tenido La Casa de las Lunas y la sede de Lesbianas a la Vista como lugares de encuentro y de debates políticos, de cultura lésbica y de erótica, perdimos esos y otros espacios. Las lesbianas estaban más dispuestas a pagar la entrada de un boliche que a comprometerse en el sostenimiento de espacios comunitarios. Fue parte de la impronta cultural del menemismo. La propaganda del consumo contribuyó a que las personas gltb ganaran más como segmento específico de mercado que como sujetos de derecho o como movimiento político. Fueron años de resistencia desde el movimiento, usando estrategias distintas: las organizaciones más institucionales optaron por una menor confrontación mientras que otro sector más radicalizado hizo denuncias más fuertes de las políticas neoliberales, de las represiones que las sostuvieron y de la mercantilización de las identidades gltb.

La Convocatoria Glttb, Lesbianas en Lucha, Acción Política Glttb, Re.Sa.Ca., Carne Clasista, Alitt, el Area Queer, Futuro Transgenérico, el MAL, Izquierda Glttb (coalición que incluyó a muchos de estos grupos y a activistas suelt@s) fueron los grupos de Buenos Aires y conurbano más involucrados en la corriente radicalizada. Fuimos parte fundamental de la extensión de las alianzas entre el movimiento gltb y otros sectores sociales a un ritmo muy acelerado. Participamos visiblemente de los cacerolazos contra Duhalde, de las protestas contra la corruptísima Corte Suprema, de asambleas barriales, de coaliciones, de actividades en fábricas recuperadas, de marchas piqueteras, estuvimos –junto a otras organizaciones gltb más institucionales– presentes en las marchas contra la ocupación de Irak. El reclamo de justicia por nuestros compañeros Darío y Maxi fue inclaudicable. Nos convocaron a hablar y ser parte de la Asamblea Nacional de Trabajadores, una instancia resolutiva sostenida por el entonces poderoso Bloque Piquetero Nacional. Cuando en la plenaria de cierre miles de trabajador@s ocupad@s y desocupad@s aplaudían a rabiar las demandas y declaraciones gltb, algun@s de l@s activistas más curtid@s nos emocionamos con nudo en la garganta y todo.

Nos invitaban a dialogar, a contar nuestras realidades y demandas en todos los espacios populares, y aparecían notas nuestras, entrevistas, solidaridades en todas las publicaciones que florecieron al calor del proceso del 2001: boletines sindicales, estudiantiles, de asambleas, prensas partidarias, publicaciones nuevas, fanzines, Indymedia.

Nosotr@s hablábamos de la vinculación entre capitalismo y patriarcado, rechazábamos y resistíamos ser convertid@s en mercancías y en consumidor@es. Fue ése el período de apertura más masiva de los partidos de izquierda a nuestros planteos y de una mayor disposición a trabajar conjuntamente, motorizada principalmente por las compañeras que dentro de esas estructuras ya venían trabajando en género.

No estábamos aislad@s de otros sectores anticapitalistas a nivel regional: las organizaciones y activistas gltb tuvimos un papel comprometido y visible, en Argentina y en Latinoamérica, en la lucha y el triunfo contra el ALCA y en el Foro Social Mundial.

El del 2001 fue un proceso de movilización profunda del pueblo que involucró también al movimiento gltb: grupos y activistas participaron de las revueltas populares y de las nuevas formas de organización. Much@s jóvenes gltb empezaron a activar en esos años.

El 19 y 20 propiamente dichos, la fecha clave que provocó la caída del vergonzoso gobierno de De la Rúa, no vieron nuestra presencia organizada porque nadie la tuvo: la indignación que causó el estado de sitio nos impulsó a la calle en un encuentro espontáneo con l@s vecin@s en cada barrio. Pero ya en la calle, en la Plaza de Mayo, la visibilidad gltb estuvo presente: travestis caceroleando, parejas de gays y de lesbianas besándose al escuchar la renuncia de Cavallo. Luego, tod@s corrimos bajo los gases del gobierno en retirada.