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Por Julián Varsavsky

Fundada por Alejandro Magno en el año 332 a.C., a orillas del Mediterráneo y en el delta del Nilo, la ciudad de Alejandría fue el centro intelectual más importante del mundo occidental de esos tiempos. Su legendaria biblioteca –incendiada por orden del Califa Omar en el siglo VII– llegó a ser el “summun” de la cultura clásica, cuidadosamente acumulado a lo largo de muchos siglos. Antes de su destrucción, gran parte de sus libros habían sido copiados y distribuidos fuera de Egipto, lo cual evitó que desaparecieran de la historia del conocimiento los principales textos de la filosofía y del teatro griego. Hoy en día, esos mismos textos pueblan los estantes de la nueva Biblioteca de Alejandría, ahora en modernas ediciones que suplantan a los originales manuscritos, y que incluso están resguardadas en soportes digitales multimedia.
El proyecto de “revivir” la primera gran colección de libros del mundo antiguo surgió de la Declaración de Asuán, emitida por el gobierno egipcio, con el apoyo de la Unesco y presidentes y reyes de numerosos países, quienes aportaron a un fondo inicial de 65 millones de dólares.
En 1989 ya se había lanzado un concurso internacional para el diseño de la nueva biblioteca y los ganadores fueron los integrantes de un equipo noruego de arquitectos. El costo del ambicioso proyecto se estimó en 172 millones de dólares, sin contar el valor del terreno, que fue donado por el estado egipcio. La nueva Biblioteca de Alejandría se construyó frente al Mediterráneo, casi en el mismo lugar que ocupaba la anterior, donde se han encontrado recientemente restos de la civilización grecorromana. Es un edificio circular inclinado hacia el mar, que parece parcialmente sumergido en la piscina que lo circunda, y un pasadizo aéreo lo conecta con la vecina Universidad de Alejandría. En los muros exteriores de granito están cincelados los alfabetos del mundo. La panorámica desde lo alto de la biblioteca permite observar las torres almenadas de la fortaleza mameluca de Qait Bey, construida en el siglo XV sobre el emplazamiento original del legendario Faro de Alejandría, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
El edificio, de 13 pisos, alberga actualmente 4 millones de libros, 100.000 manuscritos, 50.000 papiros, 10.000 libros antiguos, 200.000 grabaciones musicales y 50.000 audiovisuales. Pero no solamente se trata de una biblioteca sino también de un centro cultural y educacional con museos históricos y científicos, centros de conferencias y congresos, departamentos de investigación, un planetario y un instituto de estudios caligráficos, empleando a un total de 578 personas.
Los servicios están disponibles para estudiantes e investigadores locales y del resto del mundo, ofreciendo una completa variedad de colecciones científicas enfocadas hacia la civilización egipcia antigua y medieval, pero abarcando también las disciplinas modernas. Algunas particularidades del novedoso proyecto son la Biblioteca Taha Hussein, especial para ciegos, otra para niños y una tercera para adolescentes. Además hay un salón de lectura de microfilms que permite acceder a manuscritos antiguos y documentos históricos.
Como todo proyecto del siglo XXI, la biblioteca tiene su versión virtual, y se la puede visitar por Internet en las direcciones www.bibalex.gov.eg y en www.unesco.org/webworld/alexandria_new
Pero quien la visite en persona encontrará un mostrador ubicado en la entrada donde se ofrece toda la información sobre los recorridos que se pueden realizar, además de los tours guiados que parten desde allí mismo. Acaso el lugar clave que deslumbra a todo visitante sea el salón principal de lectura, considerado el mayor de todas las bibliotecas del mundo.