Dom 06.05.2007
turismo

FRANCIA > ELECCIONES Y TURISMO

Destinos de presidente

Varias ciudades francesas saltaron a los mapas turísticos gracias a las personalidades políticas que nacieron o fijaron residencia en ellas. Mientras está por decidirse el próximo presidente de Francia –hoy se define el ballottage entre Ségolène Royal y Nicolás Sarkozy–, aún son muy visitados el pueblo donde vivía Charles De Gaulle, la ciudad de François Mitterrand y la región de Valéry Giscard d’Estaing.

El gran duelo de hoy en Francia es Sarko-Ségo, pero en entretelones se juega también una pequeña batalla sin duda mucho más desigual: es que, si las ciudades natales de los presidentes de Francia están destinadas a convertirse con el tiempo en lugares de peregrinación turística, París –donde nació Sarkozy– y Melle –el pueblo del sudoeste donde nació Royal– están separados por un abismo. París no necesita de ningún presidente para ser una de las capitales más visitadas del mundo: se basta a sí misma gracias a su brillante historia. Melle es distinto, claro: apenas una localidad famosa por el queso de cabra y, como casi todo pueblo francés, por su antigua iglesia, podría conocer un destino más luminoso si saltara a las primeras planas de la mano de Royal. Pero mientras esto está por verse, hay en Francia otros lugares vinculados a la historia política que lograron hacerse un espacio en el interés de los turistas.

COLOMBEY-LES-DEUX-EGLISES Los nostálgicos de los tiempos de “grandeur” visitan en Francia el pueblo de Colombey-les-deux-Eglises, a unos 250 kilómetros de París, que salió del anonimato el día que lo eligió como residencia el general Charles De Gaulle. Igual que hace décadas, Colombey –situado en la región de Champagne-Ardenne– tiene pocos cientos de habitantes y un clima tranquilo, el mismo que atrajo a De Gaulle cuando, en los años ‘30, compró una antigua brasserie del siglo XIX que bautizó La Boisserie y la transformó en su residencia. Colombey (derivado del latín columbarium, palomar) se distinguía de otros pueblos vecinos gracias a las dos iglesias que figuran en su nombre: el antiguo priorato de San Juan Bautista, del siglo XII, y la capilla de la Virgen y San Nicolás, del siglo XVI. El priorato no existe desde los tiempos de la Revolución, pero la iglesia sigue en funcionamiento, y los memoriosos aún recuerdan que De Gaulle y su familia se sentaban, durante la misa, en el séptimo banco a la derecha.

Durante el período de presidencia de De Gaulle, La Boisserie recibió a numerosos personajes notables, aunque el general prefería elegirla como lugar de descanso: los alrededores campestres y la vida rural que discurre sin sobresaltos invitan justamente a la pausa, sea para recordar el pasado, sea para disfrutar de las bondades de la mesa local. No se puede sino coincidir con las palabras de De Gaulle, en sus Memorias de guerra: “Vastos, rústicos y tristes horizontes: bosques, prados, cultivos y montes melancólicos, relieve de antiguas montañas muy gastadas y resignadas; pueblos tranquilos y poco afortunados a los que nada, desde hace milenios, les ha cambiado el alma”.

La casa de Colombey todavía pertenece a la familia De Gaulle, cuyos miembros fallecidos –el general, su esposa Yvonne y su hija Anne– reposan en el cementerio local. Durante la visita, hay que conocer también el Memorial Charles De Gaulle, formado por una monumental Cruz de Lorena construida en granito sobre la colina más alta del pueblo. La cruz de más de 43 metros de altura, que se distingue por su doble barra transversal, fue adoptada por las fuerzas de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial como emblema para oponer a la esvástica alemana: por lo tanto, muy vinculada a la figura de De Gaulle, la adoptaron también como símbolo la mayoría de los movimientos neogaullistas, hasta el RPR de Jacques Chirac (pero no su heredero, el UMP del neogaullista Nicolas Sarkozy, que hoy podría convertirse en nuevo presidente de Francia). El monumento fue inaugurado el 18 de junio de 1972, tras la muerte de De Gaulle, en el 32o aniversario del famoso “Llamado a la resistencia” que el general lanzó desde los micrófonos de la BBC en plena Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, se puede visitar la estatua de Notre Dame des Otages (Nuestra Señora de los Rehenes), un monumento que recuerda un episodio de la ocupación alemana, en 1944, cuando un grupo de pobladores fue secuestrado por los invasores nazis. Todos los años en agosto una procesión recuerda el episodio y la inauguración de la estatua, realizada en 1946 en presencia de Charles De Gaulle y su familia.

JARNAC, EL FEUDO DE MITTERRAND Mucho antes de que Mitterrand llegara a la escena política francesa, la localidad de Jarnac –cerca de Angoulême, en el sudoeste de Francia, en el corazón de la región productora del cognac– ya tenía un lugar en la lengua francesa. Existe desde tiempos antiguos la expresión “coup de Jarnac” (golpe de Jarnac), que designa a los golpes violentos e imprevistos, como algunas estocadas traicioneras de la esgrima. Los orígenes de la expresión se remontan al siglo XVI, cuando Guy de Chabot, séptimo barón de Jarnac, hirió con un golpe de revés de su espada a su adversario François de Vivonne, a quien lo enfrentaban habladurías de corte y asuntos de mujeres. El barón ganó el duelo, y su despechado rival murió esa misma noche.

Sin embargo, hoy Jarnac es motivo de visita por otras razones, y entre ellas no es menor el haber sido cuna de François Mitterrand, dos veces presidente de Francia (1981-1988 y 1988-1995). Algo parece tener la región de Poitou-Charentes que impulsa la actividad política: Ségolène Royal, la candidata socialista, es la actual presidenta de la región, y sucesora del ex premier Jean-Pierre Raffarin, que ocupó el mismo cargo (también Clémenceau era de la zona).

Jarnac es la heredera de un viejo poblado galorromano donde las sucesivas invasiones obligaron a construir una cinta de murallas de las que quedan sólo algunos vestigios. Su encanto está dado por el discurrir del río Charente, los barrios antiguos, las granjas y los viñedos, sembrados en un paisaje de colinas. Los viñedos de Jarnac producen el cognac auténtico, con denominación de origen controlada, pero también un exquisito licor local, el “pineau des Charentes”, que se realiza con las uvas desechadas para la producción del cognac.

En la ciudad se visita la casa natal de Mitterrand, abierta al público en enero del año pasado, cuando se cumplieron diez años de la muerte del ex presidente francés. La casa, que se levanta donde estaba antiguamente el último templo protestante autorizado antes de la revocación del Edicto de Nantes, había sido comprada por un antepasado de Mitterrand en 1850. Allí nació el futuro presidente, el 26 de octubre de 1916, y allí pasaría toda su infancia. Actualmente es posible recorrerla en visitas guiadas. En sus habitaciones se exhibe una muestra de fotos y documentos inéditos organizada por el Instituto François Mitterrand. La memoria del ex presidente se conserva también en el centro cultural Espace François Mitterrand, donde es posible conseguir algunos recuerdos de su figura (como su célebre bufanda roja) y en el cementerio de Grand Maisons, donde se encuentra su tumba.

“EL GISCARDOSCOPE” Para concluir este itinerario turístico-presidencial francés hay que viajar hasta una interesante región de Francia, Auvergne, y el departamento de Puy-de-Dôme. Aquí se desarrolló la carrera política de Valéry Giscard d’Estaing, presidente de Francia entre 1974 y 1981, quien fue durante varios años diputado por la región y alcalde de una de sus ciudades, Chamalières. Hoy día es un conocido centro termal, donde prospera el turismo de salud, al borde de la cadena de volcanes extinguidos de la región cuyo pico más alto es precisamente el Puy-de-Dôme. Cuando los aristócratas europeos pusieron de moda el termalismo, entre 1870 y principios del siglo XX, las testas coronadas supieron pasearse por la región, que hoy atrae sobre todo para visitar el parque temático Vulcania. La creación del parque fue ampliamente impulsada por Giscard d’Estaing (y por eso se lo suele llamar “Giscardoscope”, parafraseando al “Futuroscope” de Poitiers, un parque temático dedicado a las tecnologías del futuro, también promovido por políticos de la región).

Vulcania, situado a sólo 15 kilómetros de Clermont-Ferrand, es un gran conjunto científico-temático al aire libre, que gira en torno a un cono monumental destinado a recordar la silueta de los volcanes extinguidos de Auvergne. El parque permite descubrir los secretos de los volcanes y las erupciones, y en los últimos tiempos fue incorporando más juegos, efectos especiales y efectos cinematográficos. Vale la pena conocerlo durante una visita por la región, y sobre todo hay que darse tiempo para recorrer los magníficos caminos al borde de la cadena de volcanes, que deparan vistas insólitas y espectaculares. Al amanecer y al atardecer, la luz engañosa permite imaginar que la tierra retrocede millones de años, y que las montañas de fuego dormidas podrían volver a despertarse. Toda una experiencia, en una Francia que a pesar de estar en el corazón de Europa sigue conservando rincones de belleza intacta y salvaje.

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