Domingo, 1 de septiembre de 2002 | Hoy
SAN LUIS EMBALSES, CERROS Y QUEBRADAS
En las afueras de la ciudad de San Luis, los diques de Potrero de los Funes y Cruz de Piedra y la localidad de El Volcán se combinan para ofrecer lo mejor de sus paisajes a quienes buscan salidas de miniturismo por las sierras puntanas.
A pocos kilómetros
del centro mismo de la capital de la provincia de San Luis existe un circuito
de miniturismo que se convirtió en el paseo dominical más tradicional
de los puntanos y un paso obligado también para cada persona que llega
a visitar la provincia. Es como un gran círculo que rodea montañas
y pasa por los dos embalses de Potrero de los Funes y Cruz de Piedra. Este paseo
permite combinar itinerarios serranos, avistajes de aves, deportes náuticos
y zambullidas en los dos embalses de la zona, además de descubrir monumentos
y sitios de interés cultural y poder aprovechar la excelente infraestructura
hotelera y gastronómica que hay a lo largo de sus 50 kilómetros.
El circuito empieza ya en la salida de San Luis, por la RP 20, que se dirige
hacia las sierras. La ruta pasa entre parrillas, discotecas, centros deportivos,
puestos de venta de productos regionales y carnadas para la pesca. La primera
parada se puede hacer a unos 10 kilómetros, para visitar la Casa de las
Piedras, donde hay una interesante exposición permanente, junto a un
negocio de venta de recuerdos de la región. Poco más adelante
está la rotonda sobre la cual finalizará el recorrido, una vez
concluido este circuito en forma de círculo entre las sierras. Tomando
el camino hacia la izquierda, se va hacia Las Chacras y el Potrero de los Funes
y hacia la derecha se va hacia Cruz de Piedra y El Volcán.
Heroísmo
puntano Las Chacras es apenas un pueblito, al pie de las sierras,
pero merece una parada para visitar el Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia,
a pocas cuadras del centro. El monumento fue construido en el descampado donde
se entrenaron los tres escuadrones de granaderos puntanos que el general San
Martín reclutó en la región. Este inmenso monumento no
puede dejar de contrastar, por su grandilocuencia, con la austeridad de las
sierras que le sirven de telón. Entre todas las alas que forman este
complejo monumento, hay una plaza, un anfiteatro y una construcción que
alberga una pirámide de vidrios bajo los cuales se depositaron los restos
de tres de los granaderos puntanos que murieron en la batalla de San Lorenzo.
Pasado Las Chacras, la ruta sigue y se interna por la quebrada de los Cóndores,
un desfiladero angosto entre las sierras que permite entrar al valle de Potrero
de los Funes. Su nombre le viene de una de las primeras familias instaladas
en este territorio. La entrada es imponente: la quebrada se abre para permitir
el despliegue del camino, y a ambos lados las paredes de roca viva invitan a
escalar las paredes escarpadas.
El dique de Potrero de los Funes fue el primero que se construyó en la
provincia y hoy es, sin duda, el lugar preferido de los puntanos para sus fines
de semana. No hay que olvidar que tiene un clima ideal, con temperaturas promedio
de 12 grados en invierno, y de unos 22 en verano. Por otra parte, el camino
que circunvala el lago artificial –situado a unos 1000 metros de altura
sobre el nivel del mar– está bordeado de buenas infraestructuras.
Para todos los gustos y todos los presupuestos, como se dice en los folletos.
Hay un terreno de camping, restaurantes en la Villa Potrero de los Funes, que
está en la cola del lago, y hasta un hotel internacional de lujo (cuatro
estrellas). En realidad, por su arquitectura blanca, parece más bien
un hotel de la Costa del Sol o de la costa de las Baleares. En todo caso, hace
pocos años fue la sede de la XI Cumbre de Presidentes del Mercosur, que
le dio un toque internacional al complejo. Además de poder pasar la noche
allí, ofrece la posibilidad de alquilar embarcaciones, mountain-bikes,
caballos, y propone muchas actividades más. Hasta tiene un casino para
quienes quieran conciliar la pureza de las sierras y del lago con el vicio del
juego.
Más aguas en las sierras Se puede dar la vuelta completa al lago, o bien dejar sus costas una vez pasado el yacht club para ir hacia la localidad de El Volcán. Es una zona de quintas al borde de un río que serpentea entre los pliegues de las sierras. El Volcán está muy desarrolladoturísticamente, y cuenta con muchos establecimientos donde comer y pasar el día. También hay un hotel y un terreno para acampar. Ahí se encuentra el balneario de La Hoya, que está entre los más populares de la provincia. Por su escenario natural vale realmente la pena conocerlo. El balneario se formó a partir de piletas naturales cavadas por el agua en las rocas, y entre los relieves por los cuales se abre camino el río hay varios saltos de agua. Luego de conocer El Volcán, que tiene –como la Villa Potrero de los Funes– un trazado acorde con los relieves y no restringe el protagonismo de la naturaleza con sus construcciones, se retoma la ruta del circuito, hasta el segundo embalse de la región, el de Cruz de Piedra. Los dos embalses fueron construidos para alimentar de agua potable la ciudad de San Luis. En Cruz de Piedra también hay un pequeño centro náutico y un club de pesca. En los alrededores se puede visitar un campo de golf, que viene a completar las muchas ofertas de esta microrregión turística en las puertas mismas de la ciudad de San Luis. Una región y un circuito que ofrecen buenos hoteles, lindos paisajes y escenarios naturales para quien busca desde verdadero descanso hasta para quien prefiere el deporte de aventura, todos tendrán una posibilidad turística a medida.
El otro microclima Junto con el Potrero de los Funes y la sierra de las Quijadas (más alejadas como para intentar unirlas en un circuito de miniturismo), el lugar más conocido de San Luis puertas afuera de la provincia es la Villa de Merlo, situada en el límite con Córdoba, a 196 kilómetros de la capital provincial. A través de cuatro circuitos turísticos, que abarcan un radio de unos 200 kilómetros, se puede recorrer las cercanías y visitar estancias puntanas, adentrarse en antiguas minas, y disfrutar de la pesca. No hay que decir que Merlo y microclima son sinónimos: pero no se trata de un mito, sino de una realidad que cada día se renueva con jornadas de sol y noches frescas, ideales para un descanso muy alejado de cualquier tipo de estrés. La Villa está recostada sobre las sierras de los Comechingones, una barrera natural que frena las corrientes de aire húmedo procedentes del Atlántico: junto con estas paredes de piedra quedarán también los elementos contaminantes, permitiendo así disfrutar con más pureza una atmósfera revitalizante rica en ozono. En toda la zona de los alrededores se puede pasear para disfrutar del paisaje serrano, los arroyos que cruzan toda la región, practicar la pesca deportiva, adentrarse en el Parque Recreativo y visitar uno de los símbolos de la localidad: el antiquísimo Algarrobo Abuelo, un árbol viejísimo que constituye una verdadera curiosidad de la botánica... y de la historia.
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