Dom 24.02.2008
turismo

HOUSTON Y CABO CAÑAVERAL

Viaje a la Luna (con los pies en la Tierra)

Hace cuatro décadas, la NASA estaba poniendo a punto los últimos detalles de las misiones que llevaron al hombre a la Luna. Una visita a los sitios de la agencia espacial en Houston (Texas) y Cabo Cañaveral (Florida) para recordarlo.

› Por Graciela Cutuli

En el principio, era Houston. En verdad, el cuartel general de la agencia espacial norteamericana (NASA, sigla de National Aeronautics and Space Administration) está en Washington DC, pero, ¿quién no identifica la imagen de sus centros de control, donde ingenieros de caras primero preocupadas y luego felices festejan un lanzamiento, con la célebre sede de Texas a la que reportaban los astronautas de las misiones Apolo? Probablemente se debe a que Houston, así como Cabo Cañaveral en Florida, cuenta con respectivos centros de visitantes que contribuyen a la divulgación de las actividades espaciales norteamericanas, siempre vivas en la imaginación de millones de chicos que se sueñan futuros astronautas. Este año, la NASA –que fue establecida por el gobierno norteamericano el 29 de julio de 1958– llega a su 50º aniversario. Poco más de una década después de su fundación había puesto un hombre en la Luna: es cierto que el alunizaje y su televisación han sido revisados y discutidos hasta en el más mínimo detalle, pero por el momento es oficial: los astronautas alunizaron, Neil Armstrong dio “un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad”, y la agencia espacial norteamericana glorifica la épica de las misiones lunares en sus centros de Texas y Florida. Allá vamos entonces: ya que no a la Luna, por lo menos a la NASA.

El Apolo XI parece a punto de aterrizar otra vez, sobre la cabeza de los turistas. Fotos: Graciela Cutuli.

No hay problema, Houston

La sede de Texas es el Lyndon B. Johnson Space Center, y se encarga de las actividades con vuelos tripulados: por eso, aquí se entrenan los astronautas norteamericanos y extranjeros que participan en las misiones al espacio. En Houston se encuentra además el Mission Control Center, que coordina todos los vuelos espaciales con seres humanos, y la dirección de las misiones de los transbordadores. Numerosas exhibiciones permanentes, juegos, cines y exposiciones invitan a descubrir la gran aventura del hombre en el espacio, que fascina por igual a grandes y chicos. Para ellos precisamente fue creado el Kids Space Place, donde los más pequeños pueden sentir las sensaciones que viven los astronautas en el mundo exterior, con áreas temáticas y sectores donde se sientan virtualmente al mando de un transbordador, o de la estación espacial. En la Starship Gallery se asiste a la proyección de una película y se ven artefactos que trazan el progreso del programa espacial norteamericano: aquí se encuentra, por ejemplo, un modelo original de cohete Goddard, la verdadera cápsula Mercury Atlas “Faith 9”, la nave Gemini V piloteada por Pete Conrad y Gordon Cooper, un vehículo lunar, el módulo de comando del Apolo 17 y el Apollo-Soyuz Trainer. De vez en cuando aparecen en los pasillos astronautas y personajes –como la mascota del Space Center– para sacarse fotos con los chicos (¡y más todavía con los grandes!): al fin y al cabo, hay cierto espíritu Disney flotando en el ambiente, y los norteamericanos son maestros del entertainment incluso cuando se trata de la muy seria carrera espacial.

Por si no fuera suficiente, los visitantes pueden experimentar las sensaciones del espacio mediante una presentación humorística que revela las dificultades de las pequeñas tareas cotidianas ante la falta de gravedad: comer o bañarse puede ser todo un desafío cuando el interesado está embutido en una cápsula espacial. Un afortunado voluntario podrá probarlo, entre los visitantes, gracias a un importante equipo de especialistas que del otro lado del show recrean las sensaciones espaciales gracias a la más moderna tecnología informática. Por otra parte, más allá de las áreas especialmente pensadas para los turistas, el recorrido del centro espacial permite avistar “detrás de la escena” los verdaderos lugares de entrenamiento de los astronautas, y recibir información actualizada al minuto sobre los progresos de la exploración espacial. Por eso mismo es posible encontrarse con algunos lugares cerrados, en función de las necesidades de trabajo que haya cada día en los centros de control y laboratorios; pero incluso tras una puerta cerrada es posible adivinar en todo momento el fascinante mundo que late en el corazón de Houston.

Las explicaciones científicas despiertan la curiosidad de niños y adultos por igual.

La hora del lanzamiento

Desde Orlando, “capital de Disney”, una de las visitas más populares para descansar un día de la múltiple visión de orejas de ratón es el Kennedy Space Center que mantiene la NASA en Merritt Island, junto a Cabo Cañaveral (que durante un tiempo fue bautizado también con el nombre de Cabo Kennedy, hasta que se volvió a la denominación original ante la falta de entusiasmo de los habitantes por la modificación). Ideal para un recorrido en el día, permite conocer de primera mano las instalaciones dedicadas al lanzamiento y control de vehículos espaciales. Teniendo en cuenta que el calor del lugar puede ser agobiante, y que los distintos complejos requieren un buen tiempo de recorrida por sus dimensiones, lo mejor es salir temprano (de paso, se podrá ceder al canto de sirenas de los centros comerciales que jalonan el camino, como en todas las autopistas de Florida).

En verdad sólo una pequeña porción del área del Kennedy Space Center está desarrollada y es accesible; el resto tiene importantes sectores de conservación de la naturaleza (Mosquito Lagoon, Merritt Island National Wildlife Refuge y otros), todo un contraste si se recuerda el impresionante impacto ambiental de un lanzamiento. Hay que imaginarse también que, en tiempos en que la seguridad es el mandamiento número uno de Estados Unidos, los controles para entrar son estrictos, lo mismo que sucede en Houston; sin embargo, tal vez lo más sorprendente es la rapidez con que se realizan. En pocos minutos se puede estar a bordo del vehículo (felizmente bien refrigerado) que lleva a los turistas a recorrer las instalaciones del complejo, situadas a considerable distancia una de otra. En cada área es posible detenerse en el tiempo que cada uno quiera: basta luego con tomar el ómnibus siguiente (pasan cada 15 minutos) para seguir la recorrida.

Entelequias de la NASA apuntando al cielo. Fotos de Houston: NASA.

Así se visitan juegos como el nuevo Shuttle Launch Experience, un simulador que reproduce las sensaciones del lanzamiento de un transbordador; se puede conversar con verdaderos astronautas que disponen de un rato para contar sus experiencias a los visitantes; se pasa por el Memorial que homenajea a los 24 astronautas norteamericanos muertos en misiones espaciales fallidas; y se puede ingresar en la sala donde se revive segundo a segundo el lanzamiento del programa Apolo. Allí también se encuentra un verdadero cohete Saturn V, de impresionantes dimensiones: más allá de diversiones como sacarse una foto que simula flotar en el espacio, o comprarse recuerdos como la comida deshidratada que consumen los astronautas, tal vez sea éste uno de los más vívidos recuerdos de la visita, junto con el avistaje de la plataforma de lanzamiento de las naves espaciales. El complejo incluye un “jardín de cohetes”, con la exhibición de varios de ellos de distintas épocas y tamaños, además de algunas cápsulas espaciales, y un poco más lejos el Astronaut Hall of Fame, que también vale la pena visitar (y cierra una hora más tarde que el resto de las instalaciones). Aquí hay una colección con toda clase de curiosidades, incluyendo recuerdos personales de astronautas y auténticos trajes que han estado en el espacio: un buen final para esta pequeña exploración “de la Tierra a la Luna”, como la que imaginaban los escritores futuristas del siglo XIX, tal vez sin imaginar que algún día se haría realidad.

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