NOTA DE TAPA
Es uno de los destinos menos conocidos de la cordillera neuquina, rodeado de espectaculares paisajes y con precios más accesibles para el común de la Patagonia. Un paraíso para los amantes de la pesca y la vida al aire libre, desde donde se visitan Villa Pehuenia y el lago Quillén, en la cabecera norte del Parque Nacional Lanín.
› Por Julián Varsavsky
Aluminé es un típico pueblo cordillerano de la Patagonia, con la mayoría de sus calles todavía de tierra y una tranquilidad pueblerina que ya no se encuentra en otros lugares de la región. Por el contrario, en este pueblo del centro-oeste de Neuquén las actividades económicas principales son la ganadería ovina y bovina, la explotación forestal y en tercer lugar el turismo. Pero al mismo tiempo Aluminé tiene cabañas y hosterías muy confortables, y buenos restaurantes que ofrecen una equilibrada combinación entre naturaleza virgen y confort para el viajero, sin los precios a veces exorbitantes de la Patagonia más tradicional.
Ubicado entre la cordillera de los Andes y la margen oeste del río Aluminé, el pueblo sirve de cabecera para visitar el comienzo del Corredor de los Lagos, la cabecera norte del Parque Nacional Lanín y la localidad de Villa Pehuenia.
En los alrededores de Aluminé se realiza una excursión hacia el paraje Abra Ancha, uno de los más idílicos de la zona. Primero se toma un remise hasta Abra Ancha, a 8 kilómetros del pueblo. Y desde allí comienza un trekking sencillo de 40 minutos hasta una gran roca con petroglifos cincelados por aborígenes pehuenches hace unos 600 años. Durante el recorrido se atraviesan quebradas por donde bajan acequias desde las montañas hacia las casas desperdigadas en el paraje. Al frente de esas casas con chimenea siempre humeante está el corral con las ovejas, pasa un arroyo con alguna cascadita y se levantan hermosos pinares que suben por las ondulaciones de la montaña. Sobre el césped natural al estilo campo de golf que rodea las casas pastan tres o cuatro vacas que, naturalmente, son ordeñadas cada mañana antes del desayuno.
Los guías de la caminata, por su parte, tienen que “arrear” a los turistas que se quieren quedar a vivir en ese paraíso, muy crudo en el invierno. Los guías son jóvenes pobladores del paraje formados por la municipalidad, a quienes el viajero va a buscar directamente a su casa, previo aviso telefónico.
El trekking atraviesa un gran pinar donde hay una roca gigante en la que los pehuenches tallaron una serie de extrañas imágenes imposibles de descifrar por los arqueólogos. Y es probable que debajo de la roca haya una tumba indígena. El servicio de guía además de brindar información cuida que los viajeros no pretendan tallar ellos mismos la gran roca.
El río Aluminé es considerado por muchos deportistas como el mejor del país para practicar los vertiginosos deportes del rafting y el kayak. Ricardo Solano es un experimentado campeón de kayak que organiza bajadas de rafting para turistas durante todo el año. Antes de partir, el guía y conductor del gomón le entrega un remo a cada pasajero y explica las voces de mando: “alto”, “derecha”, “izquierda”, “adelante”...
Los preparativos llevan su tiempo: hay que colocarse un traje de neoprene, botas de goma, casco y un chaleco salvavidas. Y para mayor precaución una camioneta de rescate perseguirá todo el tiempo al gomón desde la carretera al borde del río.
Todo comienza en calma, con un suave traqueteo amortiguado por la goma inflable. Pero cuando todos han perdido el miedo y la cosa parece un juego de niños, se devela la trama. El “traicionero” guía dirige el gomón a toda velocidad hacia una roca apenas sumergida y al pasar por encima todos saltan en los asientos.
El Aluminé es un río ciclotímico, que por momentos explota de furia en concéntricos remolinos, y al instante se apacigua en felices remansos. ¿Qué pasa si la balsa se da vuelta? La posibilidad siempre existe, aunque en verdad depende de los viajeros. El guía suele preguntar de antemano, y si todos están de acuerdo seguramente ocurrirá el vuelco en un rápido llamado El Lavarropas. Pero el río no es profundo ni el caudal incontrolable, y la orilla está a pocos metros.
El sector llamado Abra Ancha donde se hace la excursión mide 8 kilómetros de largo y tiene un desnivel de 20 metros con quince rápidos escalonados de grado II. El precio por una bajada es de $ 45 por persona ($ 20 los menores). Más información. Tel.: 02942-4963224 www.interpatagonia.com/aluminerafting/156-95331
Aluminé está rodeado por un entramado de ríos y lagos que están entre los mejores ambientes del país para la pesca de truchas con mosca. En un radio de 60 kilómetros cuadrados hay diez lagos y ocho ríos de fama mundial, ideales para la práctica de la pesca con mosca. Hay tres áreas de pesca. Por un lado, está la cuenca del Quillén, que incluye el lago y el río del mismo nombre y el arroyo Malaco. También se puede pescar en la cuenca del Ruka Choroy, y por último la cuenca del Ñorkinco, integrada por el lago Ñorkinco y el río Pulmarí.
Al ser un pueblo todavía ajeno al turismo masivo, Aluminé es ideal para el pescador mosquero, que se caracteriza por buscar ambientes desolados con arroyos y ríos pequeños. Generalmente es un pescador con una alta conciencia ecológica –devuelve todas las piezas al agua–, que disfruta de pescar en medio de paisajes solitarios y de ensueño, en compañía de dos o tres amigos.
Los servicios de un guía conocedor de la zona son fundamentales para tener éxito en la pesca en Aluminé. Los guías son verdaderos estudiosos de la situación y están a la búsqueda constante de los mejores lugares. Miran la luna, calculan el viento y miden la temperatura del agua. Cuando las aguas están muy frías o muy calientes, la trucha está más quieta y cuesta mucho pescarla. El lugar natural donde se ubican las truchas es justo debajo de la corriente, detrás de una piedra o un tronco, para que la comida les llegue sola, sin tener que nadar en contra del curso de agua. En el río Aluminé también se practica la pesca embarcada con balsas inflables sin motor –como las de rafting–, especialmente adaptadas para la pesca. Esto permite un desplazamiento más cómodo y relajado, y si bien la cantidad de piezas que suelen picar es la misma que lo hace desde tierra, como contrapartida pueden surgir ejemplares de mayor tamaño.
Durante un buen día puede pescarse hasta un centenar de ejemplares de truchas (todas se deben devolver al agua sin excepción). Y en un mal día saldrán unas quince. El porte máximo de una trucha en la zona de Aluminé es de 6 kilogramos y el promedio es de un kilo (en Semana Santa del año 2006 se capturó un ejemplar de macho de trucha marrón de 5800 kilogramos en el lago Ruca Choroi). El precio de una excursión embarcada para dos personas oscila entre los 190 y los 260 dólares. Esto incluye el servicio de guía especializado, una balsa de doble proa y un asado con bebidas.
A 59 kilómetros de Aluminé, Villa Pehuenia es otra idílica aldea cordillerana a donde se llega por los hermosos paisajes de la Ruta Provincial 23 que va bordeando el río Aluminé, jalonado por centenares de araucarias. Lo singular de esta villa exclusivamente turística es que está alrededor del lago Aluminé, que a su vez está rodeado de montañas. Y en la parte baja de esas laderas están las casas y hosterías de Villa Pehuenia. Pero lo más llamativo de todo son las araucarias, que proliferan por doquier con su particular esbeltez.
Un valor muy especial de Villa Pehuenia es su tranquilidad. Aun en plena temporada de verano –con su nivel de alojamiento al ciento por ciento–, al recorrer las calles da la sensación de que el pueblo está semivacío.
Toda la zona de Villa Pehuenia ha sido en los últimos siglos una tierra de mapuches y de hecho allí está establecida la comunidad Puel –con 900 habitantes–, que tienen su correspondiente cacique elegido democráticamente y administran un parque de nieve en el cerro Batea Mahuida.
La excursión más deslumbrante que se realiza desde Villa Pehuenia es la que llega hasta la cumbre del Batea Mahuida, que en realidad es un volcán. Una alternativa es realizar este circuito en una cabalgata que también organizan integrantes de la comunidad Puel, o también contratar una excursión en camioneta 4x4. El paseo en camioneta parte desde el Paso del Arco y sube por las montañas a campo traviesa hasta la laguna Corazón, un extraño lugar con el espejo de agua rodeado por un círculo casi perfecto de esbeltas araucarias. Al ser poco profundas, las aguas son cálidas y permiten darse un baño refrescante.
Más adelante se atraviesan algunas pampitas de altura y se llega al asombroso lugar donde nace un arroyo. Se trata simplemente de una pequeña pared de pedregusco por donde se filtra el agua desde el corazón de la montaña. Todo el mundo se agacha de inmediato a juntar agua entre las manos para beber un líquido que es de pureza elemental. La siguiente parada es en un hito de acero en medio de la nada –en lo alto de un cerro–, que marca un límite inútil entre Argentina y Chile. La vegetación a esta altura ya no existe, y en el trayecto se suben y bajan lomadas por la montaña pelada hasta que aparece el increíble cráter del Batea Mahuida, que se ve desde lo alto de un precipicio descomunal con una laguna en el fondo.
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