Dom 06.07.2008
turismo

RIO NEGRO > AL PIE DEL CERRO PILTRIQUITRóN

El Bolsón en invierno

Lo primero que uno imagina cuando escucha la palabra “Bolsón” es un lugar especial, privilegiado por la naturaleza, con hippies y artesanos deambulando. Pero, ¿qué ocurre en invierno en este lugar mágico y natural?

› Por Mariana Lafont

El Bolsón más popular es aquel colorido destino veraniego y meca de jóvenes mochileros que también se destaca por su producción de lúpulo, cerveza artesanal y fruta fina para dulces y licores. En los alrededores se esparcen chacras de producción orgánica que abren sus puertas a los visitantes. Además, muchos de esos productores suelen ir a la famosa feria regional a ofrecer frutas y verduras recién sacadas de la huerta. Pero también existe un Bolsón que baja el ritmo y se prepara para “pasar el invierno” y tener un merecido descanso luego de la intensa actividad estival. Para algunos, sólo es el inicio del frío, para otros es el fin de una fase y el nacimiento de otra. Por eso las culturas ligadas a la tierra –como la mapuche– festejan el Año Nuevo en esta estación. Cada 24 de junio se celebra el We xipantu, se elevan ruegos a Antu (el sol, fuente de vida y sabiduría) y se agradece la fecundidad de la tierra.

ABRAZO DE MONTAÑAS El Bolsón se ubica en un valle delimitado por la Cordillera de los Andes y el imponente Cerro Piltriquitrón (2260 msnm) y está serpenteado por los ríos Azul y Quemquemtreu. El valle de origen glaciario va más allá del límite sur de la provincia de Río Negro y cruza el imaginario Paralelo 42 que indica el comienzo de la vecina Chubut. Límites más aparentes que reales, ya que, en la práctica, El Bolsón forma parte de la Comarca Andina del Paralelo 42 que alberga a Lago Puelo, El Hoyo y Epuyen. Sus orígenes se remontan a una típica aldea de montaña con hermosos bosques –de lenga, ciprés, coihue y radal–, ríos cristalinos, lagos azules y praderas rodeadas de cumbres con nieves eternas. Cada estación está cromáticamente marcada: veranos verdes, otoños dorados, inviernos ocres y primaveras rosadas.

PARQUE DE NIEVE La nieve se disfruta a pleno a sólo 25 km del centro, en la estación de esquí del Cerro Perito Moreno. Este pintoresco parque de nieve posee pistas ubicadas en medio de bosques de lenga y ñire y, si bien no cuenta con la infraestructura de un centro invernal grande, la experiencia puede ser muy buena y a precios más bajos. Debido a que tres de los medios de elevación son de arrastre, la actividad depende de la cantidad de nieve en la base aunque para el próximo año esperan tener instalada la primera aerosilla.

Uno de los lugares más bonitos del cerro es el inmenso plateau al que únicamente se llega caminando desde el último medio de elevación (el T–bar). Luego de dos horas de marcha se atraviesa un túnel de lenga achaparrada y al salir el paisaje cambia abruptamente. Delante aparece una inmensa plataforma de 500 hectáreas de blanca inmensidad y al fondo se divisan la cumbre y dos glaciares eternos. Además de esquí alpino, de fondo, fuera de pista y snowboard, este centro es ideal para que las familias se diviertan deslizándose en trineos en la base del cerro. Además, el refugio (que todo el pueblo ayudó a construir) es rústico y de madera y puede hospedar a 60 personas en cómodas y cálidas habitaciones. Es un lugar de encuentro donde la mayoría se conoce y se junta a tomar un chocolate caliente luego de una divertida tarde en la nieve.

DEL CAJ0N DEL AZUL AL BOSQUE TALLADO Para los que prefieren vivir la montaña de otra manera, en invierno sólo se pueden visitar dos de los muchos refugios que hay en la zona. El clásico Cajón del Azul que demanda unas cuatro horas de caminata partiendo de la zona de Mallín Ahogado. Su refugiero, Atilio, vive allí permanentemente y en esta época del año es más fácil charlar con él ya que su casa no está tan concurrida como en verano. El camino puede estar nevado pero no requiere equipo especial y casi llegando al refugio se pueden ver espectaculares pozones de agua color turquesa.

El otro refugio es el del Piltriquitrón pasando antes por el Bosque Tallado. Este “museo al aire libre” se encuentra a 1400 msnm en un bosque de lengas. A raíz de un incendio en los ‘70 el bosque quedó semidestruido y un escultor local pensó en embellecerlo tallando esculturas en los troncos dañados. Se hicieron varios encuentros (el último fue en diciembre pasado) y el resultado son más de 30 obras talladas en medio de la naturaleza. Del Bosque Tallado al refugio resta media hora de caminata para llegar a una de las mejores vistas del valle, en especial de noche con El Bolsón iluminado. Si el clima lo permite se puede llegar a la cumbre en dos horas y media.

PIONEROS, NATIVOS, HIPPIES Y VENIDOS El crisol de gente que habita El Bolsón es el resultado de sucesivas y diferentes oleadas migratorias. El valle fue explorado por primera vez en 1620 por buscadores de la mítica Ciudad de los Césares y los tehuelches lo transitaron hasta fines del siglo XIX. Luego de la expulsión del cacique Foyel se radicaron arrieros y agricultores chilenos que cruzaban la cordillera buscando buenas pasturas. Además de ganado trajeron plantas exóticas, su estilo de construcción, sus mitos y sus leyendas. Los argentinos –en general de Buenos Aires– sólo aparecieron cuando el Estado nacional instaló organismos públicos de seguridad, educación y salud.

Hoy en día la comunidad es singular y está formada por artesanos, productores, artistas, campesinos y prestadores de servicios de todos lados. A pesar de las diferencias todos comparten la idea de vivir en contacto con la naturaleza. Según Juan Domingo Matamala (un polifacético nyc (nacido y criado) que trabaja y escribe rescatando la memoria de la localidad) “pocos lugares podrán tener (sin convertirse en ciudades monstruosas) una sociedad tan ecléctica, polifacética, solitaria en su convivencia, solidaria y crítica a la vez”. Y agrega, “El Bolsón es un país dentro de otro” y en cierta medida lo fue con su fallida “República Independiente de El Bolsón” en la década de 1910. El límite con Chile recién había sido fijado en 1902 favoreciendo a Argentina pero los habitantes aún no tenían una identidad definida y los actos de vandalismo eran moneda corriente. Hartos de la sensación de desamparo en que vivían, una noche surgió entre los pobladores la idea de independizarse. Se dice que el presidente de la “República de El Bolsón” fue Otto Tip, un alemán venido de Chile que introdujo el lúpulo y fabricaba cerveza. Cuentan que cuando la espumante bebida estaba lista Otto Tip izaba una bandera blanca avisando a la población que podía ir a beber y la fiesta duraba días. Pero el flamante país sólo duró unos meses y se disolvió antes de la llegada del ejército que envió el gobierno nacional.

Finalmente el pueblo se organizó a partir de 1930 y tomó gran impulso en 1937 de la mano del gobernador del entonces Territorio Nacional de Río Negro, Adalberto T. Pagano, quien adoraba el lugar. Durante su gestión se construyeron las obras públicas más importantes y el elegante hotel Piltriquitrón donde actualmente funcionan dos restaurantes.

A fines de los ’60 una filosofía totalmente nueva arribó a la comarca y, por destino o azar, El Bolsón se convirtió en una suerte de “Tierra Prometida” a la que llegaban los denominados hippies. El primer grupo arribó en 1969 y pertenecía al staff de Hair. El elenco de esta exitosa ópera rock sobre el hippismo quería llevar a la práctica lo que representaba en el escenario. Su padrino fue un artista y escritor local, Oscar Catania. Primero fueron tres, después quince, luego veinte jóvenes hasta formar, según Catania, “la famosa primera comunidad hippie de El Bolsón”. Si bien vivieron en comunidad y se dedicaron al trabajo artesanal, muchos pertenecían a familias adineradas que pretendían pasar un buen rato sin hacer demasiado esfuerzo y con la ayuda de algún giro postal de Buenos Aires.

Pero más allá de esas historias, lo cierto es que este lugar tiene un encanto que, como un imán, atrae fuertemente a la gente. Y quizá, visto por los ojos de un nyc como Matamala, “el sol, las montañas, el aire puro, la feria, la gente y sus historias se instalan en el inconsciente colectivo y todo marcha como un sueño perfectamente encarrilado”.

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