Domingo, 5 de octubre de 2008 | Hoy
CHUBUT > EN LA PENíNSULA DE LAS MARAVILLAS
Ballenas, lobos marinos, arena y viento. Puerto Madryn, en la provincia de Chubut, es la puerta a la increíble fauna marina. Desde allí, a unas dos horas de viaje en auto, se llega a Puerto Pirámides, donde lo único que hay que hacer es agudizar los sentidos y ser un observador privilegiado de un espectáculo irrepetible.
Por Mercedes López San Miguel
Luego de un largo camino de ripio (sin nada más que piedras y manojos de paja brava a los costados) que pasa por El Doradillo, está la Península de Valdés, a 200 kilómetros de Puerto Madryn. El viaje pedregoso conduce a hermosas playas vírgenes con acantilados y un océano de un azul intenso. Tan sólo poder observar los paisajes de arenas claras y el agua golpeando contra las rocas es un espectáculo para disfrutar.
La playa de Las Canteras, a unos 20 kilómetros de Madryn, cuenta con una de las mejores vistas abiertas de la zona: sobre el horizonte, entre las aguas tranquilas sobresalen unos chorritos de agua que indican que las ballenas están ahí y despiertas. Las ballenas no duermen más que 20 minutos porque tienen una respiración voluntaria y siempre una parte del cerebro debe mantenerse activa. Aparecen y desaparecen del agua con sus piruetas. Mueven las aletas como saludando. De repente, una mancha blanca como una línea peatonal se destaca sobre el negro: “La ballena está panza para arriba”, explica el guía.
El observatorio de Punta Flecha también permite apreciar una vista panorámica del lugar y descubrir sus sorpresas poniendo una moneda en el telescopio.
AVISTAJE MAR ADENTRO Arribar a Puerto Pirámides, en la Península de Valdés, es transportarse a otro tiempo. Un pequeño pueblito de pescadores tiene el mayor atractivo turístico: el avistaje de ballenas. La aventura se puede hacer si el viento lo permite y se puede optar entre una embarcación pequeña o un gomón (100 o 180 pesos respectivamente).
Cuando la embarcación se adentra en el mar se vuelve frágil, como un barquito de papel, y los saltos sobre el oleaje provocan cierta inquietud en el grupo de turistas a bordo: unas 30 personas que ven el espectáculo de pie y con salvavidas. De pronto el motor se detiene. Es cuando el sonido inconfundible de estos mamíferos –como una respiración áspera y profunda– pone a todos en estado de excitación y atención permanente. Algunas ballenas se acercan con su imponente tamaño y callosidades en la piel, como unas verrugas grandes y feas. La ballena franca mide unos 17 metros de largo (5 metros solo de cola). Tiene la particularidad de que ve con un ojo primero y después con el otro, como los pájaros. Ellas hacen avistaje de seres humanos.
Steve, el guía de la excursión, oriundo de Texas, asegura que los animales son inofensivos. Como si hubiera escuchado sus palabras, una ballena pasó en ese instante por debajo del barquito suscitando suspiros y gritos de emoción. El guía también informa que aunque la caza no está permitida, las ballenas son muy codiciadas. “Finlandia, Noruega y Japón cazan ballenas de forma clandestina. Una ballena adulta tiene un valor en el mercado de casi un millón de dólares (por el hueso, la carne, la grasa)”, afirma.
Durante el paseo, que dura una hora y media, el guía comenta que “las ballenas no siempre son receptivas. Cuando no quieren que las molestemos, nos vamos. Otra veces están tan curiosas que se apoyan en el barco”. Por suerte, esta vez así lo hicieron.
PUNTA LOMA Por el camino de ripio en dirección contraria a El Doradillo (hacia el sur) se accede a Punta Loma, donde hay una lobería, a unos 15 kilómetros del centro de Madryn. En el camino, playa Paraná es donde se practica buceo. Dicen los lugareños que el buceo al lado de las ballenas está prohibido, pero que la norma no se cumple es una verdad a toda voz. Hasta un locutor de un programa de radio le preguntó a una chica cómo había sido la experiencia de bucear con ballenas. “Impresionante”, dice la joven, y se queda sin palabras.
Si a causa de la marea alta se encuentra con la advertencia de que no vaya a Punta Loma porque no encontrará lobos, vaya lo mismo, sacará una preciosa postal. Y siempre habrá algún lobo marino rezagado que nada hasta un acantilado, donde golpean fuertemente las olas. En tierra firme descansan unos cormoranes de cuello negro, las aves típicas del lugar, como lo son también las garzas, las gaviotas y los flamencos. Y hablando de aves, vale la pena recordar que pronto la costa chubutense comienza a poblarse de pingüinos.
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