SANTA CRUZ > COMIENZA LA TEMPORADA ALTA EN EL CALAFATE
Un viaje al mundo de los glaciares en el placentero tiempo estival para disfrutar a pleno las maravillas de la naturaleza austral. Un trekking sobre la cambiante superficie de hielo del Perito Moreno. Excursiones en 4 x 4 por los alrededores de El Calafate y cabalgatas por el paisaje de la estepa patagónica.
› Por Julián Varsavsky
Con el avance de la primavera y la cercanía del verano, El Calafate entra en su temporada alta. Y si bien el flujo de viajeros ya no se detiene ni siquiera en los días más fríos del año -–cuando el glaciar se visita incluso con sus pasarelas cubiertas de nieve–, las ventajas de viajar con un mejor clima son sustanciales.
Existen varias alternativas de aproximación al famoso Perito Moreno. Desde tierra firme o navegando en una embarcación, uno se enfrenta a una masa radiante de hielo que esconde mucho más de lo que deja ver. El glaciar muestra apenas la primera línea de una sucesión de cúpulas de hielo rematadas en aguja que parecen reproducirse hasta el infinito. Y por eso muchos eligen un trekking como la mejor forma de abordar su belleza, caminando por su accidentada superficie y atravesándolo por sus entrañas.
Desde El Calafate se organizan dos trekking guiados sobre el Perito Moreno: uno sencillo de dos horas y otro más exigente de cuatro horas. En el primer tramo se llega hasta un lateral del glaciar. Pero el trekking tiene sus prolegómenos: primero hay que colocarse los arneses de seguridad y los grampones bajo el calzado, una serie de dientes de acero necesarios para caminar sobre el hielo. Después viene la explicación de las medidas de seguridad para evitar, por ejemplo, caerse dentro de una grieta, algo imposible si se siguen las instrucciones.
A CAMINAR Los grupos de hasta quince personas avanzan en fila india sobre el glaciar y los primeros pasos de “robot” son algo desconcertantes, porque se camina sobre una capa de tierra negra donde al clavar los grampones aparece debajo la corteza blanca del glaciar.
El aspecto más fascinante de la superficie glaciaria es su irregularidad. Cada metro cuadrado es distinto al otro y se levantan en ellos las más extrañas formaciones que uno se pueda imaginar. La sensación es la de atravesar un sinuoso laberinto con lomadas de hielo y filosos picos que a veces forman pirámides casi perfectas. Cada tanto se abren bajo los pies grietas de hasta 40 metros de profundidad, al fondo de las cuales corren caudalosos arroyos virginales del agua más pura que pueda existir, que van horadando la base del glaciar.
En los bordes del glaciar uno se puede meter en los aleros de hielo, bajo los que se camina unos pasos sin mayores peligros. Pero el lugar más asombroso de un glaciar son los efímeros túneles de hielo que cavan los pequeños cursos de agua. Estos aparecen y desaparecen de manera azarosa, así que encontrarlos supone el lujo de atravesar las entrañas del glaciar a través de esa especie de gélidos socavones de un metro y medio de alto.
El paisaje del glaciar va cambiando día a día por los efectos del sol, el viento, los cursos de agua y los rompimientos. Por ejemplo, una simple piedrita arrastrada por el glaciar puede formar en pocos días un agujero de hielo conocido con el nombre de criocono. Esto ocurre porque las piedras acumulan calor del sol y derriten la superficie que tienen debajo. Por eso se hunden poco a poco hasta formar hoyos de un metro o más de profundidad. Luego puede ocurrir que alguno de los cambiantes arroyitos que caracolean sobre los hielos pase justo por la abertura de un criocono y se forme una pequeña cascada que comience a derretir el fondo y las paredes del hoyo, agrandándolo. Y en pocas horas ese gran sumidero puede convertirse en una atronadora garganta que traga centenares de litros de agua por minuto, llegando hasta la base misma del glaciar.
En este viaje a la “Era del hielo” –o a los restos de la última glaciación–, aparecen también lagunitas celestes, seracs –especie de columnas solitarias de hielo que se desprendieron de la masa del glaciar– y conos de fusión, unas pirámides formadas cubiertas por polvo de hielo. Cada tanto la caminata se detiene para tomar algo caliente y comer una barrita de cereales. Y el guía sorprende a todos con la noticia de que hay vida en el glaciar. “Así es, señores –dice con una sonrisa–, y se trata de la andiperla wilinki, un minúsculo insecto del orden de los plecópteros que tiene seis patitas serruchadas como grampones y unas antenitas en la cola.” La andiperla –o perla de los Andes– fue descubierta en la década del cincuenta y hasta ahora se la considera el único insecto que habita los glaciares. Pero viven en esos hoyos azules y misteriosos que son los sumideros, donde se alimentan de microalgas. Están cubiertas por una especie de gel anticongelante que al contacto con el aire se podría secar ocasionándoles la muerte. Por eso casi nunca se dejan ver en la superficie.
EXCURSION EN 4X4 En los alrededores de El Calafate se realiza una excursión en camionetas 4x4 que cada vez gana más adeptos. Y vale la pena hacerlo porque si uno viaja hasta el fin del continente solamente para conocer el glaciar se llevará una mirada muy parcial de la riqueza de los paisajes del sur.
La excursión llamada Balcón de El Calafate atraviesa las tierras de la estancia Williche y La Anita, que se hizo célebre por ser el epicentro de los fusilamientos de la Patagonia Rebelde.
Desde la ladera de la montaña se ven las aguas prístinas y celestes del lago Argentino, rodeado de montañas. Y en el centro del lago, el fulgor de diamante de algunos témpanos solitarios a la deriva que parecen galeones abandonado a punto de encallar.
Tras la ventanilla de la camioneta se observan los pastos ralos del coirón y arbustos achaparrados como el calafate, que los indios utilizaban como protección contra los vientos fríos. Casi sobre el final de la excursión, los vehículos se detienen para observar uno de los fenómenos geológicos más curiosos de toda la Patagonia. Se trata de unas rocas casi esféricas llamadas concreciones surgidas del fondo del mar, que existen en muy pocos lugares del mundo. Su origen es tan arcaico que se remonta a los tiempos inconcebibles en que la superficie de la cordillera –que todavía no se había elevado– era el fondo del mar. En esas profundidades subacuáticas se generaban campos magnéticos que atraían partículas de óxido de hierro que se agrupaban formando esferas moldeadas por las corrientes de agua. Pero cuando la placa de Nazca se acercó en cámara lenta por debajo del Pacífico –hasta chocar con el continente americano–, la cordillera comenzó a levantarse y los sedimentos submarinos pasaron a ser las rocosas laderas de los cerros. La erosión de la lluvia y el viento durante muchos millones de años fueron dejando al descubierto esas rocas ferrosas atrapadas en los sedimentos.
Ahora las concreciones se ven a simple vista, con media esfera saliendo de una roca más grande, rodeadas por un círculo que les da forma de sombrero. Y cuando la erosión termine su paciente trabajo, llegará el día único y acaso prefijado en que la esfera se desprenderá por fin y caerá con un golpe seco en la superficie de la tierra (hay varias que ya han caído y parecen grandes balas de cañón). Queda para los arcanos de la imaginación pensar qué lejano destino le depara el tiempo infinito a esta roca recién parida y largada a rodar.
CABALGATA POR LA ESTEPA Una de las alternativas para conocer los alrededores de El Calafate y su paisaje estepario es una cabalgata en la Estancia Río Mitre, a 35 kilómetros del glaciar Perito Moreno, en la zona del Brazo Rico del lago Argentino. Se llega en vehículo pasando junto a la estancia Chorrillo Malo, entre enormes bloques de piedra trasladados por los glaciares a lo largo del tiempo que quedaron en medio de la nada. Al avanzar por la ruta provincial 15 –el antiguo camino al glaciar Perito Moreno– se pasa también junto a las 60.000 hectáreas de la estancia Anita, donde un monumento a la vera de la ruta homenajea a los mártires de la Patagonia Rebelde. Y a la derecha del camino brilla en todo su esplendor el azulado lago Argentino.
Al mirar hacia lo alto se ven las cimas de las montañas, algunas con pico y otras sin. La explicación, según el guía, es que sólo tienen pico aquellas que superan los 1000 metros de altura. Las más bajas, en cambio, lo perdieron durante las glaciaciones porque la masa de hielo que les pasó por encima se los limó.
De a poco el camino se interna en un bosque de ñires con troncos retorcidos y un cartel indica que se está ingresando en la Seccional Lago Roca del Parque Nacional Los Glaciares. Y más adelante se llega a la Estancia Río Mitre, donde se realizan las cabalgatas. La llamada cabalgata corta dura dos horas y media y se interna en una gran planicie esteparia hacia las montañas. En el camino se visitan los restos del viejo asentamiento de la familia Echeverría, pionera en la zona a principios del siglo XX. Luego se recorren las márgenes del Brazo Rico del lago Argentino con su nutrida avifauna. Y finalmente se disfruta de un cordero asado al plato en medio de la inmensidad, que sencillamente no tiene precio.
El Hotel Esplendor El Calafate anunció el lanzamiento de un paquete de dos noches de alojamiento con media pensión, excursión de día completo realizando el minitrekking sobre el glaciar y el circuito de las pasarelas, y traslados desde y al aeropuerto, por un precio de 360 dólares más IVA por persona en base doble hasta abril de 2009. La alternativa similar a la anterior pero sin el minitrekking cuesta 261 dólares más IVA.
Ubicado sobre una lomada, el hotel Esplendor El Calafate fue inaugurado en 2005 bajo el concepto de hotel boutique, con 50 habitaciones con vista al lago Argentino y el cerro Calafate. El diseño arquitectónico se amolda a la impronta patagónica y en su construcción se usaron materiales de la zona como maderas de incienso, piedras y arenas sureñas. Además hay tejidos de telar, esculturas de vidrio que emulan asombrosamente el verde-turquesa del glaciar, y las lámparas y percheros de resina imitan cuernos de alce. Más información: Tel. en Buenos Aires: 5217-5700. En la web: www.esplendorcalafate.com
Lan Argentina tiene dos frecuencias diarias a El Calafate con una tarifa en clase económica desde 890 pesos ida y vuelta. Tel.: 0810-9999-LAN (526).
La excursión Balcón de El Calafate dura 3 horas ($ 150, incluyendo un refrigerio al aire libre). Organiza: Mil Outdoor Adventure. www.miloutdoor.com Tel.: 02902-491446/37.
Cabalgata en la estancia Río Mitre. Tarifa: $ 120, sin el traslado al lugar. También hay una salida de 4 horas que cuesta $ 180. La estancia tiene una cabaña para siete personas y otras cuatro habitaciones triples y dobles. En la web: www.calafate.com/colonialagorico Tel.: 02902-499999.
Alojamiento: Hotel Design Suites. Está ubicado en lo alto de la Península Nimes con vista al lago Argentino. Tiene 60 habitaciones y servicios de spa, piscina climatizada, sauna y galería de arte. Tel. en Buenos Aires: 51997465 www.designsuites.com
Cocina patagónica: El restaurante Casimiro Biguá ofrece en su carta ceviche de truchas con verduras, mango y un toque de cilantro ($ 32); carpaccio de cordero patagónico con vinagreta de oporto y bouquet de verdes ($ 28). Un plato principal muy pedido es el cordero patagónico en costra de almendras con bouquet de verdes avinagrado sobre un puré de ajo y albahaca con salsa de mostaza ($ 62). O si no una alternativa es la merluza negra sobre un colchón de puerros en oliva, cremoso de verdes y escamas de jamón crudo. Av. Libertador 963, El Calafate. Tel.: (02902) 492590 www.casimirobigua.com
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