Dom 08.12.2002
turismo

PATAGONIA PRINCIPALES DESTINOS TURíSTICOS

Verano en el sur

La Patagonia se prepara para una de las mejores temporadas de los últimos años. En la inmensidad de su territorio, todos sus destinos, desde la Cordillera a la costa, están listos para recibir a los turistas y sorprenderlos con sus paisajes y propuestas de aventura.

Por Graciela Cutuli

No es fácil elegir, en el colorido abanico de los paisajes argentinos, cuál es el lugar ideal para las vacaciones. Pero ahí está la Patagonia, despuntando como la estrella de este verano, con todo listo para recibir a los turistas. Hay una parte que permanece inmutable: sus extensiones sin fin entre los Andes y el Atlántico, las grandes soledades entre los pueblos y ciudades, los animales que año a año renuevan el milagro de la vida en una de las regiones más alejadas del mundo. Y hay otra parte que también se renueva: los servicios y propuestas turísticas que este año intentarán seducir a quienes elijan pasar el verano dentro de las fronteras, hasta comprobar que no es sólo una elección obligada por los vaivenes cambiarios sino una de las más hermosas alternativas, que persiguen también viajeros de todo el mundo.

LAGOS Y BOSQUES Bariloche refleja su corona de montañas en las aguas del Nahuel Huapi y desde allí reina tanto en invierno como en verano. Precios atractivos, nuevos medios de transporte (ahora se puede ir en tren y cargar el auto en un vagón especial, desde Viedma) y la más variada oferta de actividades de toda la Patagonia son solamente algunos de sus atractivos.
Desde Bariloche y sus excelentes infraestructuras en hoteles para todos los presupuestos, en restaurantes con todo tipo de comidas, en discotecas, museos y muestras, es toda la región andina de Río Negro y Neuquén lo que se pueda visitar. Los paseos más cercanos a la ciudad son el famoso Circuito Chico, un recorrido de ensueño entre lagos, al pie de cerros y con panoramas inolvidables. En el camino, se puede parar para comprar artesanías, descubrir cómo se hace el chocolate en rama, subirse a telesillas, sacarse fotos con perros de San Bernardo, refrescarse los pies en arroyitos que bajan de las montañas. No hay que perderse la Casa de Muñeca, que propone piezas de colección hechas a mano. Entre los “secretos” más recomendables están Colonia Suiza, un pueblo diseminado entre árboles marcado por la población de origen suiza que lo fundó, y la Cervecería Blest, que propone especialidades alemanas.
Otro paseo clásico es el crucero por el Nahuel Huapi, que permite visitar la Isla Victoria y el bosque de arrayanes en la Península Quetrihué, ya en las afueras de Villa La Angostura. Y habrá que confirmar si se reanuda el paseo en tren de vapor (fue suspendido por problemas de concesión durante la primavera).
Villa La Angostura y San Martín de los Andes son otros centros desde donde se puede recorrer la región. La Angostura se elige por su elegancia y su tranquilidad, dos de las virtudes que hacen que los precios allí sean más elevados que en Bariloche. Pero es sin duda el pueblo construido en el marco natural más exquisito de todos los Andes. San Martín de los Andes es la puerta para conocer las cordillera neuquina: el parque nacional y el volcán Lanín, el pueblo de Junín de los Andes, los lagos y muchos parajes donde la naturaleza se esforzó en dar lo mejor de ella misma, combinando montañas, aguas y bosques.
En toda esta región hay una infinidad de ideas de paseos o de visita. Empezando al norte, en Junín de los Andes, hay un interesante Museo Mapuche para acercarse a la cultura de los primeros habitantes de la zona. También se puede pasar por algunas de sus comunidades, para comprar artesanías y comida casera. Al norte del pueblo, se puede visitar también el Centro de Ecología Aplicada del Neuquén, con un criadero de truchas y mamíferos. En San Martín de los Andes, no hay que perderse la Villa Quila Quina, con su chalet sobre una playa del lago Lacar. Cerca de La Angostura, Villa Traful es un encantador pueblito construido sobre la ladera de la montaña. Está también el río más corto del mundo, de apenas 300 metros, entre los lagos Correntoso y Nahuel Huapi.

UN MAR DE SORPRESAS La otra gran comarca turística de la Patagonia continental es la costa atlántica chubutense. La Península Valdés es una de las geografías más singulares del planeta. Este avance de tierra sobre el océano está bordeado por dos golfos casi simétricos y en su interior, a pocos kilómetros de la costa, se encuentra la mayor depresión de terreno del continente sudamericano, muy por debajo del nivel del océano.
No son éstas sus únicas singularidades. Sus costas están pobladas de colonias de mamíferos marinos, entre ellas las únicas colonias continentales de elefantes marinos.
La Península Valdés se puede visitar en un día recorriéndola en auto, o en varios días haciendo base en el simpático pueblo de Puerto Pirámides. Se trata en realidad de una calle única que bordea la playa, y sobre la cual fueron construidas todas las casas, en su mayoría dedicada al turismo y la restauración. De esta misma playa salen en invierno las embarcaciones de avistaje de ballenas. En verano, las mismas embarcaciones proponen salidas y bautismos de buceo en las claras pero frías aguas del golfo. En la Península se puede también pasar la noche en Punta Delgada. Las instalaciones cuentan con un hotel, un restaurante, una tienda de recuerdos, pero sobre todo con el emblemático faro, que se puede visitar. En las afueras del complejo hay una gran colonia de elefantes marinos. Hay más avistaderos en la costa norte de la Península, así como algunas estancias que se convirtieron al turismo.
Como la naturaleza y la fauna son los principales protagonistas del turismo en esta región, se pueden ver colonias de lobos marinos en la costa cercana a Puerto Madryn, pero sobre todo la gigantesca colonia de pingüinos de Magallanes en Punta Tombo, unos 120 kilómetros al sur de Trelew. La colonia está en plena actividad durante el verano, y sus decenas de miles de individuos se pueden observar en sus tareas y regreso de búsqueda de alimentos en el mar. Hay más pingüinos en la Reserva de Cabo Dos Bahías, más al sur todavía, donde hay además numerosas especies de aves costeras y marinas. Los principales centros urbanos de la región son Puerto Madryn y Trelew.
Madryn es una ciudad que apostó todo al turismo luego de desventuras industriales. Además de ser una escala de los grandes cruceros que navegan por el Atlántico Sur hacia Malvinas y la Antártida, es un balneario muy apreciado, y es la capital argentina del buceo en verano. Sus dos museos de historia natural y una universidad la convierten también en capital del estudio y del cuidado de la costa atlántica patagónica. Uno es el tradicional Museo Oceanográfico, el otro el moderno EcoCentro. En Trelew, el principal museo está dedicado a los dinosaurios. La estéril estepa patagónica fue en otros tiempos geológicos una exuberante tierra donde vivieron algunos de los dinosaurios más grandes que hayan existido. El Museo Feruglio lo recuerda en sus modernas instalaciones con muestras interactivas.
En toda la región se deparan muchas sorpresas o rincones que enriquecerán las estadías. Los clásicos son las visitas al valle galés, encabezado por Gaiman. En sus tradicionales casas de té, se encuentra un exótico ambiente británico, con el rito del tea e historias de inmigrantes que apostaron a estas remotas y desconocidas costas en el siglo XIX. En Gaiman, hay además un parque singular, que se podría vincular con la corriente europea del “arte en bruto”: el Desafío. Se trata del jardín imaginario que construyó un hombre solo. Fue incendiado hace poco, pero está en reconstrucción. En Gaiman y Dolavon hay numerosas capillas galesas, a veces perdidas en los campos, que atestiguan la antigua prosperidad de estas colonias.
Cerca de Cabo Dos Bahías, el pueblito costero de Camarones es una postal, con sus casas bajas y coloridas donde se guarda el recuerdo de un inventor alemán y donde se vive de la recolección de algas. En Península Valdés, las sorpresas se encuentran en la entrada de la península, en el istmo que la vincula con el continente. Desde cierto punto es posible verlos dos golfos a ambos lados del istmo. Por otro curioso fenómeno natural, las mareas no son idénticas en cada uno: uno tiene marea alta, mientras que para el otro es baja.

POR EL LEJANO SUR Por supuesto, lo primero que se piensa cuando se ha decidido viajar hacia el sur más lejano es en el Glaciar Perito Moreno y la vecina ciudad de El Calafate. Durante muchos años, el Glaciar Perito Moreno fue famoso en todo el mundo por ser uno de los pocos que seguían “avanzando”, mientras que en el Hemisferio Norte, la mayoría de los glaciares –sobre todo en los Alpes europeos– estaban disminuyendo de volumen. El recalentamiento del globo y otros factores climatológicos pusieron en pausa el ritmo de avance de la lengua de hielo y su consecutivo derrumbe. Este impresionante espectáculo no ocurre más desde 1988, pero se siguen desprendiendo a diario bloques de hielo en las aguas del Lago Argentino. El Perito Moreno no es el único ni el más grande de los glaciares, pero sí es el más explotado turísticamente, y hasta se puede realizar caminatas sobre él, una verdadera expedición que da una idea de lo que deben ser los paisajes polares.
El conjunto de estos glaciares forma la capa de hielos continentales que cubre una buena porción del sur de los Andes patagónicos, en Chile y en menor superficie, en la Argentina. Desde Puerto Bandera, sobre el Lago Argentino, salen cruceros que permiten avistar otros glaciares, entre ellos el “Spegazzini” y el “Upsala”. Durante este paseo se desembarca para caminar hasta la Bahía Onelli, enmarcada por glaciares y cerros: es una de las vistas más hermosas que se pueda tener de la región.
El Calafate es el principal centro turístico de la zona. Es una pequeña ciudad que vive esencialmente del turismo. En sus calles, uno siente que se perdió hace muy poco aquella atmósfera de colonia de pioneros. El otro pueblo emblemático de la región es El Chaltén, fundado en 1985, en una depresión que desgraciadamente no permite tener desde su emplazamiento las mejores vistas sobre los cerros Torres y Fitz Roy. Es el punto de partida de numerosas caminatas y paseos. A 40 kilómetros está la Laguna del Desierto, que fue el tema del último diferendo fronterizo entre la Argentina y Chile.
Las sorpresas que deparan esta áspera y lejana región son numerosas. En toda Santa Cruz, muchas estancias se abrieron al turismo y permiten descubrir las faenas de estas inmensas explotaciones agrícolas. Algunas tienen una particularidad: ecoturismo en Rupai Pacha, esquila y avistajes de aves en Alice, cabalgatas por los Andes en Helsingfors, etcétera. El Hotel La Leona, entre El Calafate y El Chaltén, es uno de los parajes más solitarios que existen. Hacia el norte, la Ruta 40 va hacia Caracoles, donde está la Cueva de las Manos y, más al norte todavía, los pueblitos de pioneros de Alto Río Senguer, Los Antiguos y Perito Moreno.

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