Dom 22.12.2002
turismo

MENDOZA EXCURSIóN AL PUENTE DEL INCA Y EL CRISTO REDENTOR

En el reino del Aconcagua

Una excursión por los valles cordilleranos entre los gigantes de los Andes. Mini-trekking hasta la laguna Los Horcones, en medio de uno de los paisajes más espectaculares del mundo. El Aconcagua, el célebre Puente del Inca y el monumento al Cristo Redentor.

Texto: Julián Varsavsky
Fotos: Gustavo Mujica

El Aconcagua disimula muy bien sus 6962 metros de altura. Al estar rodeado de montañas tan altas y amplísimos valles, se pierde la noción de su tamaño, y parece un cerro más. Al llegar a Mendoza, muchos viajeros europeos se sorprenden cuando descubren que Los Andes se asemejan muchísimo a la cadena del Himalaya: en sus alturas los ojos se acostumbran a observar enormes espacios vacíos limitados por vastas montañas, haciéndonos perder la idea de las proporciones. Las abarcadoras miradas vagan en absoluta libertad por espacios infinitos que parecen ajenos a un mundo cotidiano que ha quedado muy abajo. Nos rodea una amplia soledad que es opuesta a la que nos oprime en la pequeñez de un cuarto, mientras el tiempo parece inmóvil en el instante posterior al que se levantaron estas montañas, hace 50 millones de años.

HACIA LAS ALTURAS Con la contemplación del Aconcagua culmina el primer tramo de la excursión a la Alta Montaña mendocina –la más famosa de la provincia– que continúa hacia Puente del Inca y llega hasta el Cristo Redentor. El verdadero encanto de esta excursión comienza en Uspallata, donde nos aproximamos a los colosos de los Andes. Allí la Ruta 7 gira a la izquierda y nuestro vehículo se enfrenta al cordón cordillerano Del Plata. Al fondo se levanta un cerro del mismo nombre que nos atrae con la “magnética” imponencia de sus 6300 metros exactos, cubiertos por un radiante manto de nieve.
El camino va en leve ascenso y la flora se limita a unos pastizales amarillos y arbustos aromáticos como la jarilla. Las montañas, desnudas de vegetación, exhiben los colores originales de los minerales que brotan de sus entrañas: el amarillo del azufre, el verde del cobre oxidado, el rojo de la arcilla y el violáceo del cobre con plata. A la izquierda del camino, al fondo de una llanura pedregosa donde el río Mendoza se deshace en una maraña de hilos de agua, se perfila una meseta gris de paredes rectas. Tras la ventanilla del auto desfilan las antiguas estaciones muertas del desaparecido ferrocarril transandino. En el camino nos detenemos a tomar agua fresca que cae de los manantiales formando una cascada.
El segundo gigante aparece al final de un amplísimo valle: es el Volcán Tupungato, de 6800 metros de altura, cubierto de ventisqueros en sus laderas. Un desvío de tierra nos conduce hasta el puesto de guardaparques del Parque Provincial Aconcagua, donde comienza un mini-trekking de 400 metros a través de suaves lomadas. En el trayecto cruzamos diversos arroyitos y más adelante aparece una laguna de 20 metros de largo. Finalmente arribamos al mirador de la Laguna Los Horcones -.al pie de una gran montaña-., y de repente nos damos cuenta que estamos frente al Aconcagua; un “centinela de piedra” en el idioma de los indios huarpes, que se ha cobrado la vida de cerca de un centenar de andinistas. Un silencio sublime reina en el ambiente y estamos frente a la montaña más alta del continente, rodeada de otros colosos similares como el Cerro Almacenes (5500 metros) y el Tolosa (5700 metros). En Mendoza estamos, indiscutiblemente, ante uno de los paisajes más espectaculares de la tierra.

EL PUENTE DEL INCA El paso siguiente de esta excursión es un puente formado de manera natural hace millones de años, cuando un cerro se derrumbó sobre el río Cuevas. El río erosionó el suelo formando un cañón que, en un pequeño segmento, está techado por una extraña formación sedimentaria conocida como Puente del Inca (se dice que hasta aquí llegaba el gran imperio del Cuzco). Del suelo brotan aguas surgentes con minerales que cubren el puente con una extraña capa de sedimento que combina tonos amarillentos, blanquecinos, verdosos y anaranjados.
Justo debajo del puente hay una construcción de piedra abandonada. Se trata de los restos de los cuartos de baño termal del Hotel Termas del Inca -.edificado en 1905-. que fuera arrasado por un mortífero aluvión depiedra y nieve en agosto de 1965, con los huéspedes adentro. Por estar debajo del puente, las salas de baño abandonadas perduraron en buen estado. Se llega descendiendo por una escalera de piedra y luego se entra a una galería al borde de un pequeño precipicio. Allí se recorren los cuartos con piletones llenos de agua caliente, donde quedan algunos azulejos en las paredes. Las humeantes aguas brotan a chorros en ciertos lugares e inundan todo el piso, cubriéndolo de un sedimento amarillo (conviene llevar zapatos de goma).

EL CRISTO REDENTOR Ya casi al final del trayecto por la Ruta Internacional 7 aparece la villa fronteriza de Las Cuevas, a 3151 metros sobre el nivel del mar, con sus pintorescas casas de estilo nórdico. Y por último, un sinuoso camino de tierra de 9 vertiginosos kilómetros conduce al Cristo Redentor, el monumento que esculpió el artista argentino Mateo Alonso a 4000 metros de altura. No siempre se puede llegar hasta el Cristo de seis toneladas, ya que el camino permanece tapado por la nieve la mayor parte del año, hasta avanzado el verano. De modo que unos pocos afortunados llegan a leer personalmente una significativa placa que reza junto al Cristo: “Se desplomarán primero estas montañas antes de que chilenos y argentinos rompan la paz jurada al pie del Cristo Redentor”.

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