Dom 11.10.2009
turismo

BUENOS AIRES > RUTA DE SIERRAS Y AGUA

Curvas balcarceñas

Tranquilas caminatas, ciclismo, pesca en los espejos de agua y parapente en las sierras son algunos atractivos de Balcarce, la ciudad que vio nacer a Juan Manuel Fangio. La visita a su museo y al autódromo son otros motivos para conocer un destino turístico sin grandes pergaminos, pero siempre vigente.

› Por Pablo Donadio

Un primer aroma a pueblo, como sucede también en Chascomús, en Tres Arroyos o en Chivilcoy, invade la mañana de Balcarce. Todo es calma, hasta que una infrecuente irrupción de cientos y cientos de personas, carros, camiones, autos de carrera enteros y autos de carrera en partes, motos, trailers y una caravana de vehículos particulares dan la pauta de lo que vendrá: el gran circo del TC se da cita en la ciudad. Este es quizás uno de los mayores alborotos que vive un pueblo esencialmente pacífico, cuya edificación céntrica remite a los antiguos cánones de la arquitectura bonaerense, con amplias calles y frondosos bulevares llenos de estatuas y donde la municipalidad, la comisaría y la iglesia son el decorado mayor de la plaza central. Sin espectacularidad, pero con la belleza de sus sierras y una tranquilidad que reconforta, Balcarce enamora a más de un visitante y hace posible ese cambio de ritmo tan ansiado para quienes llegan con relojes agitados de las grandes urbes.

CIUDAD CON HISTORIA A 416 kilómetros de Buenos Aires, en el departamento que lleva su mismo nombre, Balcarce es un cúmulo de sierras y sierritas milenarias de formas rectas, además de cerros de cumbres redondeadas que cortan con sus ondulaciones la rutinaria llanura pampeana. Según cuentan allí, esos relieves particulares son el resultado de montañas “comunes”, que originalmente tenían unos 7000 metros de altura pero fueron desgastándose por vientos y lluvias hasta quedar en sus actuales 200 a 300 metros, algunas con la rara forma de una mesa en la cima. Sus valles, sin embargo, siguen tan fértiles para la cosecha de papas (muchos aún la identifican como la “capital de la papa”), semillas y la cría de ganado como en los viejos tiempos, con paisajes que saben conjugar la sierra con algunas lagunas y arroyos propicios para la pesca.

Además de la ciudad cabecera, serranos y costeros se reparten un municipio de 412.000 hectáreas que abarca Napaleofú, San Agustín, Los Pinos y Ramos Otero. La ciudad en sí fue fundada en 1876 en honor al vencedor de la batalla de Suipacha y jefe del ejército de San Martín en Chile, Antonio González Balcarce, a su vez consuegro del Libertador, ya que su hijo Mariano contrajo matrimonio con Merceditas San Martín. Imbuida en la historia desde sus comienzos, Balcarce hace honor a otros célebres nombres que pasaron por allí: además del Autódromo, el Museo del Automóvil Juan Manuel Fangio homenajea al quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, uno de los vecinos ilustres del pago “surero”, como lo nombran sus pobladores. Pero los balcarceños no son sólo producto de glorias cercanas ni del arribo europeo en tiempos de migración: más de 60 sitios arqueológicos, de los cuales seis fueron fechados entre los años 9600 y 10500 a. C., dan testimonio de los pueblos originarios que dejaron sus huellas en estas tierras. En el Museo Histórico Municipal estos recuerdos, junto a algunos grabados ingleses del siglo XVIII y otros documentos antiquísimos, acercan al visitante a las épocas verdaderamente fundantes de este suelo.

ACTIVIDADES EN BALCARCE Para quienes gustan del automovilismo, éste es un lugar perfecto, pero Balcarce permite disfrutar también de otras actividades, como el ciclismo, la pesca, el parapente y el trekking en torno de sus sierras. A apenas 15 cuadras de la ciudad comienzan los límites de uno de los lugares que más congrega a los visitantes jóvenes y sus familias. El cerro El Triunfo es un gigantesco parque devenido en escenario natural para festejos, recitales y celebraciones regionales, y por sus amplísimas dimensiones puede ser visitado tanto a pie como en bicicleta (una de las salidas ideales de la zona, combinando llanos con sierras) y hasta en automóvil. El predio cuenta con distintas pistas de carrera, atletismo y rodados, canchas deportivas, parrillas, juegos infantiles y barcitos para tomar algo, como para pasar el día a puro picnic.

No muy lejos de allí, Laguna Brava es el otro gran imán del turismo local. A orillas del agua, los fanáticos de la pesca deportiva se dan cita en esta época para sacar provecho de sus 500 hectáreas, con una profundidad media que apenas supera los cuatro metros. Con acceso propio, instalaciones y buenos consejos a los visitantes, el Club de Pesca ofrece muelles y parrillas alternativas para asar las piezas conseguidas. Propicio para la práctica de deportes náuticos, para nadar y disfrutar de los bosques y las cumbrecitas cercanas, el lugar es indiscutidamente la mejor opción si el día es lindo. Cerca de sus orillas se encuentran varios hospedajes y el Club de Pesca, todos con bajadas y servicios para pescadores, familias y amigos. En torno de la laguna los amantes de la carpa también pueden aprovechar la posibilidad del camping.

Pero si hay un lujo que darse en Balcarce (superado el miedo a las alturas), no está sobre la tierra sino en el aire. El paseo en parapente o aladelta se puede contratar en el paraje de Laguna Brava y sobre la Ruta 226, en el ingreso a la ciudad. Una vez contratado el servicio se fija día y horario con el instructor, y en general se hace un reconocimiento del sector donde se aterrizará con el futuro participante. El día del vuelo (que puede ser el mismo de la contratación) se realiza un trekking hasta las sierras donde comienza el despegue. Mientras los pilotos y guías arman el parapente o ponen a punto el aladelta, los nervios son parte de la espera tanto para el protagonista del bautismo como para los que cuentan con experiencia; por eso hay una breve charla de seguridad y se espera a que el viento no sea importante para lanzarse. A partir de allí: valor y a volar. Gracias al profesionalismo de los pilotos, el vuelo permite disfrutar la maravillosa sensación de libertad que dan el elevado y gigantesco paisaje, el aire en el rostro y los pies pisando la nada.

Finalmente, para el regreso quedará la clásica vuelta céntrica con buenos productos regionales para llevar a casa, y la visita a la iglesia San José, uno de los monumentos históricos del distrito.

MEMORIAS DE FANGIO Impiadoso. Así fue conduciendo el sereno hombre de campo, que abajo del auto siempre lograba hacerse un tiempito para amigos, rivales o desconocidos. Cuentan que nació una noche de 1911, en medio de los festejos con fogatas por el día de San Juan. Era el cuarto heredero que los Fangio daban a Balcarce, ciudad que lo vería forjar un sorprendente espíritu de superación. Siempre fue mecánico y aun cuando sus triunfos se conocían mundialmente era capaz de pasarse una noche entera limando piezas, mientras aseguraba que “no había que tocar el freno, porque las curvas se negociaban con los cambios”. Una vez consiguió que le prestaran un auto para despuntar el vicio y así llegó al triunfo en TC. Ese 30 de octubre de 1940, después de recorrer los 9500 kilómetros del Gran Premio Internacional del Norte, ganó con un Chevrolet verde, adquirido por medio de una rifa en la que el propio auto era el primer premio. Así siguió hasta ser campeón argentino con esa marca, iniciando el duelo histórico con los Ford que por entonces piloteaba su amigo Oscar Gálvez. Vendrían luego las participaciones internacionales. Su debut europeo con Alfa y el primer campeonato del mundo. Sus triunfos consecutivos en 1954-1955 con la “Flecha de Plata”, en 1956 con Lancia-Ferrari y en 1957 con Maserati.

Desde su comienzo regional en la pista de tierra de Benito Juárez (1936), con el Ford A, hasta la carrera final de 1958 en Reims, “el Chueco” supo imponerse al destino. Ahora esos tiempos son recuerdos, que sabe atesorar el Museo del Automóvil que lleva su nombre: una moderna estructura que expone más de 40 autos y 500 trofeos, condecoraciones y diversos elementos de la colección del corredor y otros importantes pilotos. “Fangio quiso que su éxito le sirviera a Balcarce. Trajo el museo y tuvo la visión para motivar a las autoridades para construir el autódromo que hoy lleva su nombre”, afirma Antonio Mandiola, presidente de la Fundación Fangio.

En el hall central del museo se ve la imagen de Fangio, y sobre un piso oval que menciona los 79 triunfos obtenidos sobre 200 carreras, se ingresa a una rampa que conecta seis áreas: “Hombres y máquinas, la pasión del TC”, muestra autos y trofeos de sus adversarios de 1939 a 1949. Luego llega “El viejo Taller”, la primera escuela de Fangio. “Coraje, constancia y genio conductivo”, la etapa de 1936 a 1948. En “Amigo, ídolo y maestro” hay autos y pilotos que marcaron historia. “Nuevos campeones” exhibe la actualidad nacional y “Con velocidad máxima hacia la cumbre mundial” se presenta el Fangio triunfal de 1951 a 1958. Mientras tanto, en la ciudad, restaurantes, bares y confiterías muestran en las paredes fotografías y dedicatorias de esa época romántica para los “tierreros”, casi otro sobrenombre para los habitantes de Balcarce. A esto se suman la estancia El Casco, el Café Fangio y el Club Fangio, una batería de espacios que homenajean a uno de los más grandes referentes deportivos del país.

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DATOS UTILES

Cómo llegar: El centro urbano de Balcarce se encuentra a cuatro kilómetros del cruce de la RN 226 y la RP 55. Se llega recorriendo la Autovía 2 hacia el sur, hasta la localidad de Coronel Vidal, donde se toma la 55. La distancia de punta a punta es de 416 kilómetros. Desde la Terminal de Omnibus de Retiro (www.tebasa.com.ar) salen varios servicios diarios que llegan hasta la ciudad en seis horas, con un costo promedio de $70.

Contactos: Dirección de Turismo de Balcarce
Teléfono (02266) 425768; [email protected]; www.balcarce.gov.ar
Museo Fangio: Dardo Rocha (18) esquina Mitre (17)
www.museofangio.com

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